El pasado jueves 9 de Julio tuvo lugar un concierto de Baja California.
El último concierto al que había asistido fue el de Skuld y Lujuria en Sir Lauren´s (Oviedo). Fue un sábado 7 de marzo. Una semana después ya estábamos encerrados en casa. ¿Quién me iba a decir que mi siguiente concierto iba a ser un 11 de julio?
En esos días se ha intentado sobrellevar la ausencia con conciertos, ensayos, encuentros con bandas en redes sociales. La mayoría de esas cosas me dejaban bien frío. Cuando la gente empezó a cansarse de los streaming ya se empezaba a hablar de esta nueva normalidad.
Tanto streaming ha acabado devaluando la música presencial. La música se ha acabado convirtiendo en algo que dispones cuando te apetece, en algo que cualquiera puede hacer desde el salón de su casa y que no deseas buscar un fin de semana en un garito. Y ya no hablemos de estar dispuesto a pagar por ello.
Luego hemos visto cosas muy peregrinas: conciertos para gente metidas en coches, para plantas, todo el mundo en burbujas de plástico, en sillas con mascarillas… y esto ya hemos visto que ha venido para quedarse.
Las normas son claras, aforo ultralimitado, sentados, sillas separadas dos metros, siempre con mascarilla y sin movernos. Y luego en los bares ves que parece que se han convertido en un espacio Covidfree. ¿En la hostelería son unos privilegiados? No se lo preguntaría a un camarero que lleva horas con una mascarilla en un espacio cerrado, rodeado de clientes que se olvidan de todo lo que hemos pasado al pasar por la puerta. Atravesar una calle con rebosantes terrazas o playas abarrotadas te da la sensación de que estar sentado una hora y media con una mascarilla en un concierto, no vale para nada.
La cultura va a sufrir un retroceso evidente. Ni siquiera es un consuelo pensar en cómo eran las cosas antes del confinamiento, las cosas iban mal para la escena estatal, el aparente respiro estaba en los festivales veraniegos, una ilusión más que una realidad. Este verano ya no vamos a tener las imágenes triunfalistas de festivales o conciertos de grandes y veremos cuándo nos dejan recuperarlos, no soy muy optimista.
La Semana Negra, Pachi Barceló y la propia banda nos hicieron un regalo a los fans con este concierto, que se enmarcaba entre los actos de la Semana Negra de este 2020, y eso implicaba ajustarse escrupulosamente a una serie de normas.
Fue un día de reencuentros. Allí estaba Rheme (Festival Raposu Rock), Pedro (Rock Nalón) y Patricia, Lorena y José Carlos (Unirock), Eneko (Edén) y Kris, René (el fan numero uno), Leña… un poco más y digo todos los asistentes del concierto. Ver a la gente siempre es un aliciente para ir a un concierto, algo que se agradece (incluso ver a René), en este caso muy necesario.
Algunas de las sorpresas, a nivel musical, nos las presentaron en: “Polvos mágicos”, con un medley que incluía “Keep the faith”; “Aquí estoy”, donde antes de entrar se hizo un guiño a “Magnifico fracasado” de Uzzhuaïa. El medley final de “Horizontes” estaría formado por una intro-interludio hecha para la ocasión tras la que arrancaban con el tema en sí, desde el que pasaron a “No nos callarán”, de Delagua, para terminar con “Las calles están ardiendo”, de M-Clan.
No hay una banda que busque más el cuerpo a cuerpo con el público que Baja California. Se veía a Manu sufrir por no poder atravesar la mampara invisible que estaba al borde del escenario. Empezó un poco estático, pero pronto empezó a moverse recuperando su ser en el escenario y vimos ya las habituales bromas entre ellos. No fue un concierto que pudieras resumir en cuatro fotos de músicos hieráticos.
Las normas son claras, aforo ultralimitado, sentados, sillas separadas dos metros, siempre con mascarilla y sin movernos. Y luego en los bares ves que parece que se han convertido en un espacio Covidfree. ¿En la hostelería son unos privilegiados? No se lo preguntaría a un camarero que lleva horas con una mascarilla en un espacio cerrado, rodeado de clientes que se olvidan de todo lo que hemos pasado al pasar por la puerta. Atravesar una calle con rebosantes terrazas o playas abarrotadas te da la sensación de que estar sentado una hora y media con una mascarilla en un concierto, no vale para nada.
La cultura va a sufrir un retroceso evidente. Ni siquiera es un consuelo pensar en cómo eran las cosas antes del confinamiento, las cosas iban mal para la escena estatal, el aparente respiro estaba en los festivales veraniegos, una ilusión más que una realidad. Este verano ya no vamos a tener las imágenes triunfalistas de festivales o conciertos de grandes y veremos cuándo nos dejan recuperarlos, no soy muy optimista.
El jueves, cuando llegué al Antiguo Instituto, fui directo a las casetas de libros de la Semana Negra. Normalmente empiezo con ansia a revolverlo todo y me acabo llevando algo. Me di cuenta de que inconscientemente no quería manipular cosas que ya había tocado la gente, por mucho gel hidroalcohólico que me echara en las manos. Ese tipo de cosas las voy a arrastrar mucho tiempo. He salido del confinamiento algo tocado (más todavía). Ya sin ser consciente procuro apartarme cuando veo que se acerca un grupo de gente sin mascarilla por la calle, aunque esto ya es sentido común.
Disculpad. Hoy la cosa iba de Baja California.
La Semana Negra, Pachi Barceló y la propia banda nos hicieron un regalo a los fans con este concierto, que se enmarcaba entre los actos de la Semana Negra de este 2020, y eso implicaba ajustarse escrupulosamente a una serie de normas.
Fue un día de reencuentros. Allí estaba Rheme (Festival Raposu Rock), Pedro (Rock Nalón) y Patricia, Lorena y José Carlos (Unirock), Eneko (Edén) y Kris, René (el fan numero uno), Leña… un poco más y digo todos los asistentes del concierto. Ver a la gente siempre es un aliciente para ir a un concierto, algo que se agradece (incluso ver a René), en este caso muy necesario.
Las entradas, invitaciones, se habían puesto a disposición del público el miércoles a las nueve de la mañana a través de la web de la Semana Negra. En diez minutos se habían agotado. Parece un logro increíble, un sold out, pero estamos hablando de un aforo limitado de sesenta y dos personas (cuarenta en el patio, veintidós en la parte superior). La banda tampoco llegó a presumir del aforo.
Entramos todos, directos a las sillas, y nos dieron las instrucciones por megafonía (no moverse de la sillas, mascarillas puestas siempre, baños cerrados, salir inmediatamente al terminar el concierto, por orden y fotos y firmas con los artistas en la calle). Todo quedaba muy frío. Había gente encargada de velar por que todo esto se cumpliera. Más que una medida represiva, por supuesto, se trataba de que estuviéramos seguros.
Es incómodo cantar, replicar a un estribillo, con una mascarilla.
Baja California lo tenían complicado. La banda se sentó en unas banquetas, delante de la mesa donde se están haciendo las ponencias de la Semana Negra.
La banda se enfrentaba a un reto terrible: hacer un acústico con todos los miembros de la banda sin que sobrase la presencia de ninguno de ellos. Se esforzaron en ofrecernos algo diferente: a todos con los instrumentos de cuerda más usuales en un acústico (guitarras, bajo, ukelele) y la versión reducida de la batería, añadieron una conga, un carillón (cómo lo disfrutaban). La presencia de la batería de Drest iba a hacer que en algunos momentos me olvidara de este formato acústico.
Manu arengó al público y este respondió. Pidió que se pusiera todo el mundo de pie un segundo. Pachi me dijo que no iba a tener silla que me iba a poder mover y con ello hacer las fotos más fácilmente; nunca agradecí tanto algo.
El pasado 19 de Febrero teníamos un anuncio muy importante Javier Hernández (ex guitarrista de Centinela) “el hombre más sexy de Castilla- La Mancha”, era el nuevo bajista de la banda, y pese a que estos meses en la banda no han sido reales de trabajo debido a la situación (de nuevo el covid entra en escena), vemos que se ha integrado a la perfección.
Algunas de las sorpresas, a nivel musical, nos las presentaron en: “Polvos mágicos”, con un medley que incluía “Keep the faith”; “Aquí estoy”, donde antes de entrar se hizo un guiño a “Magnifico fracasado” de Uzzhuaïa. El medley final de “Horizontes” estaría formado por una intro-interludio hecha para la ocasión tras la que arrancaban con el tema en sí, desde el que pasaron a “No nos callarán”, de Delagua, para terminar con “Las calles están ardiendo”, de M-Clan.
No hay una banda que busque más el cuerpo a cuerpo con el público que Baja California. Se veía a Manu sufrir por no poder atravesar la mampara invisible que estaba al borde del escenario. Empezó un poco estático, pero pronto empezó a moverse recuperando su ser en el escenario y vimos ya las habituales bromas entre ellos. No fue un concierto que pudieras resumir en cuatro fotos de músicos hieráticos.
Poco a poco, tanto los músicos como el público se fueron olvidando de todos los obstáculos (sin dejar de cumplir las normas) y la gente se fue dejando llevar. Baja California cumplió de sobra.
Una de las sorpresas vino cuando se anunció a los asistentes que miraran debajo de sus sillas. Dos discos aguardaban dueño.
Personalmente, no veo sentido a un festival en estas condiciones y soy pesimista para los próximos meses con la evolución de la enfermedad. Si las cosas van volviendo a la “normalidad”, supongo que ya sabéis que es lo último que va a poder hacerlo.
Temas:
La hora
Aquí estoy
Blanca
Años atrás
Hush
Polvos mágicos
Hoy toca no dormir
En el filo
L.A.
Blanco y negro
Horizonte
© Diario de un Metalhead 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario