Por Larry Runner.
Llegamos a la última jornada, la del domingo, con menos fuerza ya en nuestras piernas. Y es que el festival comenzaba a las 4 de la tarde, dejándonos por tanto toda la mañana libre para otros quehaceres, y evidentemente, aprovechábamos las mañana para ejercer de turistas, lo cual nos hacía llegar al festival con algunos kilómetros mañaneros encima. Estábamos hospedados en Aveiro, a apenas 15’ de coche de Vagos, un lugar tan bonito y con tantos canales y góndolas como para recibir el nombre de “pequeña Venecia”, ahí es nada.