Llegamos el viernes a primera hora para encontrarnos un gran despliegue de ambulancias y policía. En la playa de Celeiro, en las inmediaciones del festival, estaban reanimando a un hombre. Tras el estupor inicial, Sergio Blanco y yo no sucumbimos durante más tiempo a la curiosidad, al morbo, inherente al ser humano en estas circunstancias, y entramos al recinto.