Por Simón García López.
Menudo bombazo que fue “Infernus” y menudo batería que es Westmoreland (Abigail Williams, The faceless). A decir verdad, Hate eternal siempre han tenido baterías excepcionales, excepto Simonetto que a pesar de lo mucho que Rutan lo quería, era un batería sin el nivel necesario para un grupo como Hate eternal. Con él dos discos de batería sobreproducida que afectaba al conjunto, seguramente por su incapacidad para hacer sonar una batería real en estudio y en directo falta de pegada, intensidad y visceralidad que explicaba muchas cosas de los discos. Estamos hablando de un tío que venía a llenar el espacio dejado por dos leyendas del metal extremo como Yeung (Morbid Angel) y Roddy (Malevolent Creation, Nile) y que no estuvo a la altura. A buen seguro en otro grupo hubiese pasado desapercibido, pero en Hate eternal no. Y no es un mal batería, ojo. Sólo digo que no ha tenido nunca el nivel que este grupo siempre ha necesitado.