jueves, 7 de noviembre de 2019

KARTZAROT: L (2018, Autoeditado)


Por Larry Runner.

“L”, así se titula el disco de Kartzarot, banda que me ha llegado desde Euskal Herria y que tengo que reconocer que no conocía.

Y mira que es raro, porque al no haber sabido nunca de ellos me he tenido que poner a investigar y por lo visto es esta se segunda era, pues en los 90 vivieron una primera tras la que desaparecieron regresando a los escenarios tras 13 años de parón.

¿Qué nos ofrecen Kartzarot? Pues heavy metal de sonido limpio y cantado en euskera. Vale, no entiendo una palabra de lo que canta, pero el sentimiento y las melodías han hecho que el disco me encante con unas canciones que me transportan a su tierra, un lugar que amo. Es por ello que he intentado captar un poco el concepto de lo que contaban tirando de traductor e indagando un poco en las redes.

Su música transcurre heavy pero la tiñen una y otra vez de progresivo, complicando en ocasiones los compases, consiguiendo con ello que el álbum no sea nunca previsible y que cada canción tenga una personalidad única aunque sin perder en ningún momento una linea de continuidad que les convierte en una banda única.


Siete son los cortes de un álbum que abren con “Lehertzeko Zorian” de tono bastante progresivo y que percibo como reivindicativa, con un bajo intenso y que es buena muestra de lo que el álbum ofrece, y es que por ejemplo “Ohostutako Oroitzapenak”, en la que hablan del alzheimer tiene ese mismo tono progresivo al que añaden además doble bombo. El final con fraseos de guitarra doblados incluidos y el solo hace que sea otro tema brutalísimo. “Erasorik Ez” lleva una línea similar, solo que en este caso el minutaje se va hasta más de siete minutos. Trata de un tema más que serio y que desgraciadamente lejos de dejar de ser actualizad ha pasado a ser una lacra, las agresiones sexistas. Ojo a los solos.

Me gustaría destacar algunas canciones en especial, porque creo que lo merecen. La primera sería “Ametsak Izoztu” con sus maravillosas melodías y unas guitarras de quitar el hipo que nos presentan unos pasajes realmente deslumbrantes. Un medio tiempo compuesto con un gusto exquisito. Una canción inmensa y que no canso de escuchar. Un temazo.

Pillado me quedé con la introducción sacada de una grabación de la radio de “Gure Heroiak”. Imaginad lo que fue para alguien que en el colegio se paseaba con el 5 de Andoni Goikoetxea, sí, aquel que al lado de Liceranzu no dejaba pasar ni a Maradonas ni hostias, escuchar cantar un gol de Muniaín. Juro que se me puso la piel de gallina. Un homenaje al Athletic heavy teñido de progresivo. 

“Lezama” es una preciosa balada en la que incluyen sonido de trikitixa, un pequeño acordeón que se usa en la música tradicional de Euskadi. Ese sonido junto al tono lento de la canción y el fantástico solo guitarrero transpiran nostalgia y sentimiento y se convierten en otro enorme momento del álbum y un precioso homenaje también.  

Cierran con un cortísimo auto-homenaje en “Train”, un tema de título en inglés cantado en tres idiomas: castellano, euskera e inglés y que lleva tono de despedida y es que parece que vaya a ser esta la última canción suya que vayamos a poder escuchar. Parece que después de esto lo van a dejar definitivamente. Ahora que he empezado yo a disfrutarles sería una tremendísima putada.


“L” presenta una buena producción, sonando cristalino, lo cual hace que todos los detalles cobren sentido y sean importantes en un disco realmente bueno. Lo grabaron en los Chromacity Studios con Pedro J. Monge. Las guitarras son acojonantes, la sección rítmica suena a auténtica y está muy presente y la labor compositiva es realmente impresionante tanto musicalmente como en lo conceptual.

Ojalá sigan adelante, porque “L” me ha hecho disfrutar pero además me ha emocionado profundamente cada vez que me lo he pinchado. Y es que es droga en vena. 

Gracias Kartzarot por este tremendísimo regalo. Directo al corazón.

Ellos son:
Voz- Asier Vicario
Guitarra - Javier Gallego
Guitarra - Roberto Mellid
Bajo - Txetxi Robredo
Batería - Jorge Cobelo








© Diario de un Metalhead 2019.

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