martes, 5 de mayo de 2020

NAGLFAR: Cerecloth (Century Media, 2020) Suecia


Por Simón García López.

La escena de Black metal en los 90 siempre ha estado marcada por la apabullante influencia de las bandas noruegas. A estas alturas todos conocemos la historia por la que todas ellas trascendieron y no me refiero a la musical, que a buen seguro se conoce bastante menos si nos salimos de los grandes discos de las bandas referencia. Todos conocemos los suicidios, asesinatos, quemas de iglesias y demás. La leyenda negra y su misticismo intrínseco van unidos al estilo de música. Es algo indivisible pero sería estúpido negar que todo lo “no musical” hizo que “lo musical” se proyectase para dejar de ser un simple movimiento local y se convirtiese en un movimiento mundial. El True Norwegian Black Metal es una etiqueta que encierra prácticamente una forma de vida, una cosmovisión y que sigue influenciando a jóvenes y no tan jóvenes de todas partes del mundo. Quién se lo iba a decir a ellos cuando se reunían en el sótano de aquella pequeña tienda de discos. 

Esto es indiscutiblemente así, pero todo esto tuvo un lado, casi se podría decir negativo, que fue no darle a la escena Black sueca la importancia real que tuvo y tiene. Olvidar que antes de Mayhem estaban Bathory sentando las bases indiscutibles de toda forma futura de Black metal, y Quorthon era de Estocolmo, cuna futura del Death sueco, es algo que no nos puede pasar desapercibido. Cierto es que Mayhem definieron la estética y esencia, y Darkthrone el sonido y concepto del movimiento de su país. Cierto también que a día de hoy cuando se habla de Black a uno en seguida se le viene Noruega a la cabeza, pero todo eso no era más que una evolución conceptual y sonora de lo que Bathory habían hecho en su “The return…”, por no adelantarme y citar su primer disco, que estaba aún muy maduro y blandito. Hay un matiz importante, uno de muchos: Bathory sonaban mal porque no había dinero ni calidad para sonar mejor y Darkthrone porque les dio la gana, porque consideraron que ese sonido era el que mejor reflejaba lo que conceptualmente querían transmitir. Famosas son historias como las de la reacción de los directivos de Peaceville al escuchar asombrados el máster del “A Blaze in a norther sky” y ese terrible sonido que les hizo perder la presencia de espíritu preguntando a la banda qué coño era aquello (a la postre aquello era la mejor inversión de su vida), y la de Varg Vikernes exigiendo al técnico del estudio donde grabó el primer disco de Burzum, el peor ampli y pedal que tenía. 


Con esto no quiero iniciar una discusión sobre los orígenes, cosa a la que se le ha dado muchas vueltas también y que todos conocemos. Sólo quiero poner un poco de manifiesto que antes que en Noruega, alguien en Suecia había sentado las bases de todo, y muy poco después y mientras él ya había explotado hasta la extenuación el lado más extremo de su Black metal con 4 discos antológicos y se adentraba decididamente en lo que más tarde se conoció como Viking, llegaron unos niños herederos de su estilo a construir una escena musical entera en su mismo país.

A la vez que Noruega iba creando su escena Black, irremediablemente unida al Inner Circle, en Suecia iba configurándose otra escena Black formada por bandas entre otras como Dissection, Marduk, Necrophobic, Dark funeral, Sacramentum o los protagonistas de esta reseña Naglfar. Así por nombres, estoy seguro que notáis que poco o nada tiene que envidiar a la que formaban, también entre otras, Mayhem, Darkthrone, Satyricon, Emperor, Enslaved o Immortal. Mientras que en Noruega las bandas se envolvían en las tradiciones nórdicas y el misticismo de su naturaleza (que no en el satanismo, tópico erróneo fomentado por el sensacionalismo de la prensa mundial y la confusión habitual entre satanismo y anticristianismo), en Suecia las bandas se centraban más en los aspectos más satánicos (estas sí, sobre todo Dissection, aunque también había mucha impostura) y técnicos musicalmente hablando. Por simplificar, en un sentido musical, al inicio las bandas noruegas eran más punkis y las suecas más heavys. Todas estas bandas suecas tenían influencias melódicas claras, y surgieron en un periodo de tiempo que convivió con el Death sueco más crudo de Entombed, Carnage o Dismember y con el inicio del Death melódico del Goteborg de In flames y Dark tranquility. Por todo esto, estas bandas, sobre todo en sus inicios se anclaban más dentro de un estilo Black Death o Black metal melódico, dependiendo de cada uno y por eso también, además de toda la macabra historia del Inner circle, los noruegos coparon el pedestal del Black metal más puro. 


Naglfar se formó hace casi 30 años y hace 25 editaron su primer disco, obra cumbre del Black metal melódico titulado “Vittra”. Un disco con una atmósfera, una “esencia” (me encanta lo etéreo de esa palabra) sónica y musical, que sólo aquel periodo histórico fue capaz de imprimir en los discos. Es una marca que llevan grabada a fuego una gran parte de los grandes discos de esa época y que se perdió con los avances tecnológicos y la producción en masa de bandas con el mismo puto sonido. 
Naglfar, dentro de su buen hacer nunca ha sido una banda excesivamente reconocida y eso que nunca ha metido la pata en sus discos. Todos tienen un buen o gran nivel, pero quizás la falta de continuidad y constancia ha jugado en su contra. 

“Cerecloth” llega después de ocho años nada menos desde su último “Téras” y llega, de mano, con una maravillosa, una vez más, portada de Necrolord, icono del movimiento desde su inicio en los 90 y artista súper conocido por haber trabajado para bandas del mismo estilo como Dissection, Dark funeral o Necrophobic. Sólo por la portada ya da ganas de comprarse el disco. 

“Cerecloth” es un disco que de alguna manera vuelve a las raíces más puramente Black de la banda. Si su anterior disco era una demostración de contundencia y velocidad a lo Dark Funeral (Verbeuren ahora en Megadeth [vaya pérdida para el metal] estaba a los mandos de la batería, lo que permite a cualquier grupo hacer lo que le salga de las narices), este nuevo trabajo propone un Black más vieja escuela que juega más con las atmósferas, la melodía y los medios tiempos, persiguiendo esa esencia de la que antes hablábamos y que llega a estar muy conseguida. El lugar de Verbeuren lo ocupa en este caso Efraim Juntunen (Persuader) que lleva como músico de sesión y para directo desde 2012 con Naglfar. El resto de la banda se mantiene inalterable desde el año 2000. 


“Cerecloth” es un disco que se acerca a la magia de los 90, un disco con un tono especial y lo que más destaca es el trabajo de las guitarras de Nilson y Norman, siempre buscando las armonías adecuadas, jugando a compenetrarse y no simplemente a acompañarse, haciendo melodías diferentes cada uno de ellos que unidas enriquecen enormemente las composiciones. Es un ejercicio muy recomendable sentarse con tranquilidad, con unos buenos auriculares que permitan escuchar todos los matices de la composición, y disfrutar de las líneas de guitarra, porque casi en ningún momento del disco hacen el mismo riff. Es algo que se aprecia desde la inicial “Horns” y que se mantiene a lo largo de los 40 minutos de trabajo. Suelen ser detalles estos que pasan desapercibidos. Se suele escuchar el todo y tener una sensación placentera que en muchas ocasiones no sabemos de dónde viene ni porqué se produce. Pues bien, en este caso ese fenomenal trabajo por parte de los dos guitarristas es el que genera esa sensación. Es una pena que el bajo no tenga más presencia, porque cuando acertamos a escucharlo se nota que juega a lo mismo que las guitarras, y en vez de dedicarse exclusivamente a acompañar, crea líneas que armonizan el conjunto. Me recuerda esta forma de componer así a bote pronto al “At war with reality” de At the gates, donde cada componente hace una cosa diferente que se compenetra perfectamente dentro del todo y ahí sí se escucha bien la línea de bajo. Es otro disco para pararse a escuchar tranquilamente.

Gran regreso por tanto de la mítica banda sueca que lejos de restar dentro de su discografía afirma a Naglfar, desde su experiencia, como una referencia indudable dentro del futuro del estilo. Un disco para disfrutar y hacer un viaje de regreso a la época dorada del Black metal melódico. 

Este viernes sale a la venta vía Century Media.







© Diario de un Metalhead 2020.

No hay comentarios: