viernes, 6 de marzo de 2020

Brindo por ellos. ESCENA ROCK FESTIVAL. Madrid, 15.02.2020. Crónica y fotos.


Texto: Larry Runner.
Fotos: Sergio Blanco.

Más de 6000 personas se acercaron hasta el Pabellón 1 del IFEMA de Madrid para asistir al ESCENA ROCK MADRID FEST. En el cartel, 7 bandas, pero en realidad, y sin ánimo de ofender, una centraba toda nuestra atención, la que en realidad hizo que nos desplazáramos hasta la capital de España: Warcry.

Los asturianos se despedían, quién sabe si de forma temporal o definitivamente y lo iban a hacer a lo grande, en la capital de España, en un gran recinto y dentro del marco de un cartel que incluía a otros grandes grupos, algunos también de leyenda.

Si hay una banda estatal que nos haya hecho viajar sin pensar esa ha sido la de mis paisanos Warcry. A lo largo de estas casi dos décadas de carrera del quinteto asturiano no han sido pocos los kilómetros hechos tras ellos para disfrutar de su música. Y es que en Asturias han actuado, pero para ser de casa ha sido con cuentagotas y a veces con espacios de años entre actuaciones.

Siendo como soy fan del grupo, procuré no tomar demasiada cerveza para no caer en depresión. La llorera se había quedado en A Coruña y el de Madrid, a pesar de ser una gran concierto no lo disfruté de igual manera. Hubo un par de condicionantes que hicieron que fuera así. Por una parte, el sonido fue peor y por otra, la distancia con el escenario mucho mayor que en la capital gallega. Que el repertorio estuviera lleno de sorpresas estuvo muy bien, pero aún así recordaré para siempre con más cariño el concierto vivido en la Sala Pelícano.

Pero antes de empezar a explayarme con la auténtica razón de nuestro viaje a Madrid, me gustaría comentar al menos que la fiesta ya había comenzado a primera hora de la tarde con las actuaciones de Lépoka, Dark Moor, y Leo Jiménez que nos perdimos porque la noche anterior habíamos viajado hasta Santander para cubrir allí la gira de Crisix y el cuerpo no nos lo daba. Habiendo llegado a Oviedo a las 4 de la mañana lo de madrugar iba a ser inviable. Así que decidimos tomarnos el viaje con calma y no marcarnos una hora de llegada. El tráfico dictaría sentencia.

Entramos en el Pabellón 1 en cuestión de segundos y enseguida nos situamos. El recinto era más ancho que largo, lo cual hacía que en el fondo costase pasar de un lado al otro cuando llegamos. La manía que tiene la gente de apelotonarse en las zonas que debieran servir de pasillo. Logramos pasar al lado izquierdo y ya no volvimos a intentar movernos hacia la parte derecha, lo cual hizo que no viésemos a algunos amigos ya casi hasta el final de la noche, con Obús. Muy amable la gente de las barras donde nos encontramos con los acostumbrados excesivos precios de la capital. No me gustó fue el deficiente servicio de catering a base de los malditos y también caros food trucks. Las largas colas que había cuando nos entró el hambre hicieron que desistiéramos ni tan siquiera de intentar tratar de comer nada.

El escenario enorme, sin lonas que dificultaran la visibilidad, con una enorme pantalla de fondo que dio mucho juego en las actuaciones y otras dos más pequeñas en los laterales para los que disfrutaban del concierto en las zonas más alejadas. También había una zona de fumadores que en los cambios se veía con las puertas colapsadas, por lo estrecho de las mismas, ante las grandes avalanchas de gentes ávidas de humo que se producían entre grupo y grupo.

Llegamos cuando SAUROM ya estaba con el pabellón patas arriba y logrando un sonido mucho mejor del que yo auguraba al entrar en el recinto. Es increíble lo logrado por estos chavales a base de tesón, trabajo y entrega. La misma que la audiencia le estaba devolviendo al ritmo de sus violines, teclados y sobre todo gaitas. Menudos bailoteos se marcaban algunos y qué manera de ganarse a un público. No es fácil ver reaccionar a la gente como yo los vi al llegar con  “El Saltimbanqui”. Las muy bien llevadas luces hacían el resto. Estoy lejos de ser fan de su estilo, ni tan siquiera del folk metal en la forma en la que ellos la entienden, pero reconozco su enorme mérito y su buen hacer. El final con “Fiesta” y “La Taberna” fue un fantástico colofón. Dejaron el listón muy alto y ya me ponía en lo peor para ÑU, pero no fue así.


Digo que no fue así porque ÑU en casa se crece aún más. Hacía nada que les había visto en Oviedo y la sorpresa había sido más que agradable con un Molina espléndido y probablemente mejor acompañado que nunca. No lo tenían fácil, pero tirando de clásicos no tardaron ni un momento en triunfar y casi hacer olvidar a SAUROM. Y es que el repertorio que puede ofrecer una leyenda como la de ÑU es alucinante. “Viejos Himnos Para Nuevos Guerreros”, “No Hay Ningún Loco”,  “La Granja Del Loco” ... los más veteranos, que eran muchos, lo gozaban. Mejor dicho, lo gozábamos. “Preparan”, “Cuentos De Ayer Y De Hoy”, “Manicomio” ... Molina pletórico y Manolo Arias a la guitarra. Luis Calzada al otro lado y en la viola Vesko Kountchev sobresaliente. Nada podía fallar. “Tocaba Correr” fue el mejor de los regalos para los que aún estamos con la misma de siempre y casi al final “El Tren” para cerrar con el “Más Duro Que Nunca” que tanto habíamos echado en falta en el concierto de Oviedo. Inquebrantables. Tiene que haber ÑU para rato. Lástima de sonido, que no fue el mejor. Las guitarras a veces, al menos desde el punto en el que yo me encontraba, se quedaban en nada por la potencia de viola, flauta y teclas. El único pero.


Y llegó el momento clave de la noche, la actuación de WARCRY. Los fans de su club se dejaron ver bien e inundaron de camisetas el IFEMA. Daba igual donde miraras veías a alguien con una de WARCRY. Estaba claro que era la gran cita y ninguno de sus fieles nos los quisimos perder. La presencia asturiana fue muy nutrida. Siempre nos cruzamos con gente de nuestra tierra cuando viajamos para verles, pero esta vez parecía que estábamos todos. La mitad de la comunidad metalera de Oviedo estaba en el Pabellón 1, pero también fans asturianos de otros muchos puntos de Asturias. También de otras provincias, con representación de casi toda España y estoy seguro de que algún fan de fuera de nuestras fronteras estuvo presente. 

Nos habían avisado de que iba a haber sorpresas y alguna habíamos averiguado por la cara de la persona cercana que nos lo dijo y que ya en A Coruña nos comentó la posibilidad de acudir a la capital para verles en la última gran noche. Yo apostaba por “Aquí Estaré” y no fallé, aunque bien es verdad que hubo otras que no esperaba, clásicos olvidados del grupo que volvimos a escuchar tras muchos años y que forman parte de la banda sonora de nuestra vida. Canciones que hoy suenan quizás demasiado simples, pero que conllevan una carga emocional que hace que se te ponga carne de gallina cada vez que las escuchas.


Abrieron con “Luz del Norte” y “Contra el Viento”, sin sorpresas al respecto. Tras la segunda presentaciones y comentario sobre que era ésta la cuarta visita del grupo a Madrid en la misma gira. 
Fue una fantástica noche en la que nos encontramos a la mejor versión de Víctor García, que estuvo pletórico a lo largo de todo el show, recomendando -sin llegar a decirlo- la compra de un sonotone a aquellos que decían que ya no cantaba, que no lo daba y no sé cuantas estupideces más. La verdad es que hacía años que no le veía tan feliz sobre el escenario, sonriendo en todo momento y exultante.

Tal era la exhibición vocal que en algunas canciones como en “Así soy” lanzó agudos incluso en partes donde no tocaba, mostrando lo sobrado que iba para la ocasión al frente de una banda que no falló en ningún momento. Y ya no hablamos de ejecución, si no a la hora de moverse por el escenario, con un Pablo García centradísimo y convertido en todo un Dios de la guitarra, la versión más fiera de Rober García y un Santi Novoa transformado por momentos en una improvisada versión de Jon Lord. Lejos queda el Santi de los primeros tiempos.

En el setlist, “Aquí Estaré”, tema de Avalanch compuesto por Víctor García y que no tocaban desde 2003. También otro par de sorpresas, “Señor” y “Trono del Metal”, dos balazos de nostalgia directos al corazón.


Si a nivel de repertorio el show fue muy acertado, no lo fue menos el acompañamiento visual, con abundante pirotecnia, videos continuos en la inmensa pantalla del fondo, confeti y deslumbrantes juegos de luces. Como diría el amigo Dani Sevillano: “Bolazo”. Y una fantástica despedida. Un abusar. Un adiós... pero sin tristeza.

Setlist WARCRY:
Luz del Norte
Contra el Viento
Rebelde
Alma de Conquistador
Nuevo Mundo
Quiero Oírte
Cielo e Infierno
Ardo por Dentro
Coraje
Aire
Devorando el Corazón
Huelo el Miedo
Aquí Estaré (cover de Avalanch)
Cobarde
Señor
El Amor de una Madre
Así Soy
Tú Mismo
Trono del Metal
El Guardián de Troya
Hoy gano Yo

El cambio entre las actuaciones de WARCRY y OBÚS fue muy largo. La verdad que tras la actuación de los asturianos hubo una pequeña desbandada y vimos a OBÚS, de largo, mucho más cómodos y centrados con respecto a WARCRY. No culparé a la gente. Tantas horas metido en un pabellón no son saludables para ninguna cabeza. Yo me encontraba fresco, pero había llegado tarde. A buen seguro que de haberlo hecho a primera hora para la salida de OBÚS habría tenido maldita gana de seguir allí. Sinceramente, creo que el cartel presentaba demasiadas bandas. No es bueno ni para el público ni para los grupos. Cualquiera que quisiera ver a las primeras tuvo que llegar con el último bocado aún en la garganta y luego acabar tan tarde no es lo mejor para aquellos que no se pueden permitir un taxi y tienen que tirar de otros medios de transporte público más asequibles. Lo dicho que vimos a OBÚS con mucha menos gente al lado.


Hacía apenas un par de semanas que los de Fortu daban una exhibición en Oviedo. Ahora los iba a ver por enésima vez en vivo, aunque la primera ocasión en la que los iba a disfrutar en Madrid. Salieron picados, diría que mosqueados. No sé que les habría pasado en el cambio, pero sí que vi a Fortu en un papel de mosqueo importante, peor que cuando en la isla del concurso aquel se pegaba con alguien. Parece ser que les recortaron el tiempo por el retraso acumulado y que por esa razón habrían eliminado algunos temas del repertorio. Si así fue, pues mal, pero también es verdad que se tiraron un rato enorme con el solo de batería y quizás se podrán haber ahorrado por una vez la exhibición de Carlos Mirat que en esta ocasión utilizó una valla para su show.

“Necesito Más”, y “El que más”, “Autopista”, “Dinero Dinero”, “Te Visitará La Muerte”, “Va a Estallar el Obús”... Los más calvos y los que más canas peinaban se lo pasaban en grande. Por mi parte esperaba más canciones de “Con Un Par”, pero apenas se me iba a lograr. “Whisky con Hielo”, “La Mosca” y creo que “No me lo digas más” fueron las únicas andanadas ofrecidas del que fue mejor disco de heavy en 2019 en España. Demasiado poco. Si había muchos veteranos y no se conocen los últimos discos, que se pongan al día. No es que sean tan buenos como los de los 80, es que son aún mejores. Y sí, como bien dijo Fortu, ellos no se van a separar. Los que aún conservamos aún la vena macarra del barrio de la que tan orgullosa estamos les seguimos necesitando. El virtuosismo está muy bien, pero perder el espíritu del rock n’ roll no. OBÚS nos sigue mostrando el camino. Enorme final.

A la salida taxis a barullo para regresar al hotel. Está claro que la salida había sido escalonada desde el final del show de WARCRY. En nada estábamos en Hortaleza descansando.

© Diario de un Metalhead 2020.

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