lunes, 2 de marzo de 2020

ROAD REPORT: SCAPE LAND en Marruecos. Parte I.


Tal y como habíamos anunciado a través de las redes sociales, os ofreceremos desde hoy y en los próximos días, un road report sobre la visita de SCAPE LAND al festival Metal Focus de Casablanca. La cita era la primera para los gaditanos fuera de España y es por lo especial de la ocasión que pensamos estaría bien comentar la experiencia de primera mano. Así que aprovechando la cercanía con la banda y con su guitarrista Diego haciendo las veces de comunicador, os hacemos llegar las andanzas del cuarteto por tierras de Marruecos. 

VIERNES
Partimos bien temprano en coche los cinco bien apretados rumbo a Tarifa para pillar el barco. No faltaron en el viaje los chistes y las bromas, con mensajes, algunos en plan faltón y otros muy amorosos a los amigos cercanos.


Ya en el barco Adrián se mareó de cojones e Iván que no paraba de fumar mirando a los delfines. Llegamos poco más tarde de las dos a Tánger. Desde el puerto a la estación de tren nos dijeron que eran apenas quince minutos andando, pero al final aquello se convirtió en una hora de pateada por Tánger para llegar a tomar el tren rumbo a Casablanca donde aprovechamos el tiempo para comernos un bocata.


Pasadas las 6 de la tarde llegamos por fin a Casablanca donde Yussef nos recogió para llevarnos al hotel. Tomamos primero un tranvía, donde casi perdemos a Iván que se quedó encerrado sin poder bajar. Pasado el susto y una vez recuperado al cantante, llegamos a casa de Yussef para pillar el coche que nos llevase finalmente al hotel. 



Una vez instalados, nos llevaron a cenar con otras bandas del festival. Si visitáis algún día Casablanca veréis su afición a conducir como si estuvierais en el WRC. No hay un semáforo. No paran de pitar ... no hay norma alguna.


Cenamos en un bar típico de aquí con mucho humo, todo el mundo fumando y con muy poca luz pero donde conseguimos que Adrián comiera. Las cervezas no pararon de correr y estuvimos rodeados de músicos de aquí mientras Iván se aprendía algunos insultos en árabe. Nos dimos una buena panzada de comer, beber y reír. Cuando nos íbamos a ir nos viene a ver el cocinero y resulta que era de Málaga. 


Luego nos llevaron al Don Quixote, un garito vacío en un sótano con música de todo tipo -excepto reggaeton- pero sin ningún orden, tan pronto sonaba funk como Rammstein, esto todo aderezado con algún marroquí bailando pasado que no veas.

Allí nos tomamos unas cuantas más hasta que llegó la hora de ir a descansar de tan intensa jornada.


La parte II aquí.



© Diario de un Metalhead 2020.

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