miércoles, 28 de agosto de 2024

Resacón en Veiga. UNIROCK FESTIVAL, 24.08.2024. Crónica.

📝 Larry Runner.
📷 Jorge López Novales.

Cuando en largos días de invierno me viene un día torcido, procuro pensar siempre en que el verano llegará, y con él las vacaciones y los mejores días del año.


En casa somos animales de costumbres poco dados a los cambios y mientras algo nos va bien, cuando alguna cosa nos llena, la repetimos una y otra vez. Así que en esos días malos del invierno acabo siempre pensando en el calor, en cambiar la estufa por el ventilador, en las camisetas sin mangas, las vacaciones, el Wacken y ... el Unirock.

El Unirock esa fiesta única de Puerto de Vega, inimitable e imposible de exportar. Este año con alrededor de 2000 almas presentes reunidas entorno a la música en un ambiente familiar. Hordas de rockeros invaden Puerto de Vega durante el fin de semana más especial del calendario rockero asturiano. Riadas de camisetas negras invaden las calles, alojamientos y restaurantes de la zona. Te levantarás y lo primero que te encontrarás desayunando será a alguien con una camiseta que si no es de los Judas o alguno similar, seguramente será del festival, porque el Unirock está por encima de nombres, por encima de todo. No hay más que ver cómo la gente arrasa con el merchan, este año, según mi opinión, mucho más bonito que en ediciones anteriores.

Veiga, que así se la conoce en Asturiano, un pequeño pueblo costero en el occidente de Asturias, pertenece al concejo de Navia y en el día del festival duplica su población o incluso llega a triplicarla dependiendo de quién encabece el cartel. 

Diez años hace que la Asociación Unirock retomó un proyecto para el que si se quiere encontrar el origen hay que remontarse a 40 atrás. Casi nada. El sueño de los jóvenes de hace cuatro décadas toma forma hoy en día y se torna real, con un gran éxito de público independientemente de los logos de los grupos que conformen el cartel. Y es que el Unirock es mucho más que un festival, porque lo importante no son las bandas, si no la participación de la gente.

Partimos a media tarde rumbo a Veiga ya de viernes, el 23. Y es que a la noche acapararíamos protagonismo con el programa de radio que desde hace ya seis años realizamos en vivo en compañía de compañeros de otros programas. Una vez más Diario de un Metalhead estuvo presente, como ya es tradición, con los amigos de Noche de Lobos, Helvete y Más Madera. Una velada de algo más de dos horas en la que entrevistamos al amigo Sam, como ejemplo de una forma de vivir entorno al Heavy Metal sin ser músico; Julia María Martínez Lombó, como caso de persona que vive la música desde muy diversas formas; y de Sebi y su hijo Manuel, como muestra de la intensidad con la que viven muchas de las familias de Puerto de Vega. Novales nos hizo un fotón precioso al término. 

Esta vez la cita tuvo lugar en el reconstruido edificio de la Antigua Aduana de Puerto de Vega, la más antigua de Asturias y hoy convertido en un precioso lugar donde ojalá Unirock instale su campamento base para futuros encuentros. Me encantó el lugar. No olvidaré citar los talleres de la mañana donde los más pequeños estuvieron incluso construyendo instrumentos, los llamados Cotidiáfonos. 

La mañana.

El sábado amanecía lluvioso y amenazante, algo que fue aprovechado por algunos para desayunar con calma en el Salón de Silvia, en Villapedre, un acogedor bar pegado a la carretera. Tras la pasada edición, en la que el agua castigó durante toda la jornada, esta vez tendríamos más suerte. A mediodía apareció el sol.

Blister estrenó el escenario en la sesión vermú. Nos llevamos una sorpresa mayúscula al encontrarnos en el micro a una cara conocida pero a la que le habíamos perdido la pista hace años. Patricia Cuesta es su actual vocalista y ... cómo sonó aquello. Creo que cada año van a mejor, o al menos a mí me gustan más. Me confieso muy fan de Dámaso Colado, su batería. Mucho arte y carisma. Y los cabezudos presentes.

Mañana de clásicos de los más grandes, con momentos mágicos a ritmo de Whitesnake, Purple, Zeppelin para que fueran entrando las primeras cervezas ... Mucha gente a la que saludar y, la verdad, confieso que me perdí muchos momentos por no poder estar a todo. Y es que todo el día fue un no parar de encuentros además de los paseos a comprar los Unirockers (moneda oficial del festival), a renovar el carnet de socio de la Asociación Unirock, a la barra (hicimos kilómetros), al baño ... 

La tarde.

Tenía a Maitane y Julia echando una mano en backstage y a Novales de fotógrafo oficial para el festival, pero me llamaron para comer en grupo y tengo que decir que el encuentro fue de lo más agradable, pues compartí mesa con Aneuma y Last Days of Eden. Genial a pesar de las prisas por probar de Aneuma, que eran los primeros en tener que chequearse en el escenario principal.

Nada más comer, rumbo al plato fuerte de la jornada, el Tributo al Rock. Un camión como base de operaciones con una batería instalada a la que rodea un backline. Un furgón cargado de equipo como apoyo y otro más como improvisado bar móvil. Uno tras otro por el pueblo y detrás algo así como un millar de personas en procesión. Así es el Tributo al Rock, un deambular de gente, músicos y público, pasando por diferentes puntos del pueblo donde anidar el escenario ambulante. Un buen montón de gente trabajando y a la mesa el inigualable Pablo Viña intentando hacer que todo sonase lo mejor posible. 

¿Y las bandas? No hay como tal. Este año sonaron más de cuarenta canciones y todas ellas fueron interpretadas por músicos de todas las edades y posición. Unos auténticos profesionales, otros amateur y otros simples aficionados al instrumento que ni siquiera tocan en ninguna banda o que simplemente cantan mientras hacen unos bizcochos -al parecer- riquísimos. Todos ellos se mezclan y el resultado en ocasiones es de lo más espectacular. Tan pronto ves sobre el escenario a un ex-Avalanch como a pequeñajos de muy corta edad. Suena una de Pantera y luego puede caer una Los Suaves. De Strokes a Sacred Reich. De Desakato a Rammstein. No, no lo vi entero, estoy mayor para tantas horas, pero sí gran parte de la cabalgata. Repito, es lo más especial del día, pero también agotador.

La primera entrega fue en la Plaza de la Paloma. No voy a hablar de todas las canciones, pero sí citaré alguna por lo especial que me pareció a mí el momento. De esta primera parada me quedo con “La Canción del Pirata” en versión Tierra Santa. Especial por ver de nuevo juntos a los Black Devil Eneko Ramos (hoy en día en Nuevecondiez) y Pichi (ahora en Argion), al que vi de lejos y que luego no acerté a saludar. Espero que no me lo tenga en cuenta. Me quedo también con el “Amerika” de Rammstein, con Manuel Jesús a la voz. Nos estamos perdiendo a un gran cantante. No es broma.

En el Campo de L’Atalaya disfrutamos de la segunda parada. Aquí tiro de corazón. Muy guapo escuchar el “Phobia” de Kreator con Pelayín al micro (en la foto); Pedro Pravia y Borja de Perpetual a las guitarras (hace tiempo que al Unirock vienen también músicos de fuera de Asturias, incluso de fuera España); Txeffy (Actvs Mortis) a la batería y Mélez al bajo. Genial el “Mierda de Ciudad” de Kortatu con Pablo Viña posando la tablet del sonido durante un instante para hacerse cargo de la batería. Gracias a toda la banda por el momento. Aunque sin duda el instante que más disfruté fue cuando sonó el “Aquí no baila ni Dios” de los extintos locales Sin Nombre (foto de cabecera). Marina, hija de nuestros compañeros Julia y Jorge le estuvo haciendo los coros a una Maria José que interactuó de forma espectacular con la cría. Fue muy intenso con ellas, los tres hermanos Peláez de Skuld y de nuevo Eneko Ramos. Vimos de nuevo a Carmen, esta vez con un tema de Lenny Kravitz. Yo la obligaría a cantar una de Janis Joplin todos los años. Nuestra peque Marina repetiría luego en el “Two minutes to midnight” con un line up de lujo que reunió a Jorge de Aneuma/Escuela de Odio a la batería con Fran Fidalgo de Druken Buddha al bajo; Chinki y Lorena de Skuld, que también estaba muy pendiente de la peque; y Carlos Crespo. La estampa de Sebi y Manuel Jesús (madre e hijo) juntos, con Yayo, Pol y Dani Calvo fue también un highlight. Sonaron mejor que el “Message in a bottle” original. 

Luego, otra vez en marcha, acompañados de los cabezudos de Janis Joplin, Freddie Mercury y John Lennon. De fondo teníamos a Slayer a todo volumen. Sólo en Wacken recuerdo haber vivido algo similar. 

Bajamos hacia la tercera parada situada en la céntrica Calle Jovellanos. Un lío para la logística pero sin duda la cita más especial del tributo, por lo lleno a rebosar que se veía el lugar. Allí sonaron temas de muy diverso pelaje y vimos al guitarrista Rafa Howler (World of Decay) ejerciendo de vocalista con una de Him, a Simón voz de Legacy of Brutality tocar la batería con una de S.A., A Txanti emulando a Halford...

El tributo continuó ya en el Parque. El camión ya no se movió de allí hasta el final de la velada y las actuaciones sirvieron para amenizar los tiempos muertos de los cambios del escenario principal. Vimos a Dani Larriet (Chamako Wey) cantar con sus dos peques, eso sí, por separado. Son increíbles. Qué familia más hermosa. No menos orgulloso estuvo Rober de Skuld compartiendo escenario con su hijo Mateo mientras su madre Diana, trabajadora incansable de Unirock podía escaparse un poco para disfrutar del momento.

Evidentemente hubo muchos más momentos, todos con algo de especial, pero como dije antes, hablar de todos sería demasiado. Recuerdo gozarlo de forma especial con el “Palabras para Julia”, eso sí, cantando a grito pelado. Que me perdonen los más de 80 presentes que no voy a citar, pero que sepan que agradecimos estamos de los buenos momentos que nos hicieron pasar entre todos. Porque sin duda gracias a ellos existe eso que se llama Espíritu Unirock, algo que algunos no entienden, quizás porque les venga grande.

Me encantaría destacar la notable presencia femenina en el tributo. Algunas chicas ya son habituales, pero otras participaron por primera vez. Quisiera citar a dos en especial que me encantaron por su clase. Y es que este año se vino la genial Sofía Guilarte Reyes. También aluciné con la elegancia de Jane Bass. Cuba y Méjico estuvieron muy bien representados.


La noche. 

No miré a qué hora tomaban Last Days of Eden el escenario, pero me imagino que fuese puntual. La banda se presentó en forma de quinteto, con una alineación renovada casi por completo. Sólo Dani G (guitarra y voces) y Lady Ani (voz solista) continúan en la formación. A su lado, tres nuevos miembros para la ocasión: Javier de Coupaud, bajo, miembro como bien sabéis de Mad Rovers; Fran Álvarez, flauta, el gaitero más heavy del mundo al que yo había visto ya con Taranus; y David Castro (batería, al que conoceréis de los gallegos Aquelarre).

En el repertorio, lo mejor de sus canciones, aunque tienen ya tantos hits que cualquiera echaría en falta algún que otro tema, ya que el show fue de apenas una hora. Yo me quedo con dos de los momentos: “Queen of the North” y mi favorita “The Journey”, imposible no ponerse a botar con ella. Sacaron el show adelante a pesar de que notamos que no estuvieron cómodos en ningún momento. Al hándicap de no haber tenido casi tiempo para ensayar hubo que sumarle problemas con el sistema de in ear, que les castigó el alma aunque salieron airosos. Malditas interferencias. Si fueran holandeses, se les trataría mejor.

Anda que no han pasado años desde que un amigo de Sopelana llamado Unai García, hoy perdido por esos mundos de Dios, me descubrió a The Wizards. Desde entonces, no han parado de crecer, estando hoy enrolados en las filas del sello High Rollers Records, que les ha publicado este mismo año el excelente “The Exit Garden” del que dieron buena cuenta a lo largo de la noche, incluyendo un buen taco de temas en su repertorio.

Abrieron con la canción que da título al disco y que lo abre para seguir “Full Moon in Scorpio”; arranque de manual, de los que a mí me gustan desde Maiden abriera sus conciertos del World Slavery Tour con las dos primeras del “Powerslave”. Cuando uno tiene un nuevo disco bien bueno bajo el brazo, tiene que salir a defenderlo. The Wizars no fallaron.

Sonaron descomunales, con un Ian Mason inmenso a la voz y con el que no tuve el gusto de hablar porque no soy yo muy de backstage cuando no estoy trabajando, pero del que me contaron detalles que demuestran una vez más que el mundo es un pañuelo.

Sonaron también “Oniros”, “Holy Mountain Mind” y la que creo que es mi favorita, “Crawling Knights”. No apostaría por el orden, y es que estoy hablando un poco de memoria, porque lo de trabajar en el Unirock no va conmigo, lo siento. Sí, podéis decir que no soy un profesional, es verdad, que no lo soy. No vivo de esto, ya quisiera. Así que en vez de tomar notas, mejor confiar en que el amigo bourbon no nos borrara la memoria y el lunes ya escribiendo todo que aún está fresco el recuerdo. Confieso que no escucho sus discos todo lo que debiera, pero en directo ... ahí no se puede fallar. Bandaza, que también se encontró con algún problemilla técnico, pero que sonó atronadora. Me consta que no fueron pocos los que se acercaron hasta Veiga por verles a ellos.

La segunda vez que Dixebra tocaron en vivo fue en Turón, cerca de mi casa, y yo, que era apenas un crío, estaba metido en el lío de la organización, con aquello de La Forcà. Ya apuntábamos maneras. Ahora, casi 40 años más tarde, rara vez escucho un disco suyo y sí, confieso haberles perdido la pista en la última década a nivel de pincharme sus álbumes, pero cuando se me cruzan en el camino, sigo acudiendo.

No es como antaño, que íbamos a verles siempre, pero nos siguen gustando, aunque manifiesto que lo de la sección de viento nunca fue lo mío. Los prefería cuando sonaban más crudos, menos elaborados, más punk, pero la verdad que me da igual. Basta con que me toquen alguna antigua y ya me ganan. Que Xune Elipe siga la frente, es de agradecer. Menudos bailoteos nos pegamos con desde la inicial "Asturalia" con "Rompi'l Ritmu", "Don Vito", "Dime como ye", "Da-yos Caña" o el "Esto ye Asturies" entre otras. Mención aparte para "Mañana Fría", probablemente una de las mejores canciones que se hayan escrito en Asturias en toda la historia. Brutales, como el año pasado en Mieres. Creo que repetiremos nada más que podamos.

Cerraron Aneuma, a los que he visto ya algo así como una decena de veces. La última en el Resurrection Fest este mismo verano. Casi podría recitar su repertorio actual, pero da igual. Son ahora mismo una de mis bandas favoritas y les escucho hasta la saciedad, lo confieso. “Climax” me gustaba y “Venom” es aún mejor. Una mezcla de los dos es lo que nos ofrecieron. Cerraron el repertorio con sus habituales versiones de Carcass y Death. Vi a Pau mucho más activo que en anteriores ocasiones, moviéndose más por el escenario. La cara de Abel reflejaba la emoción de tocar ante los suyos.

Enorme el crecimiento de la banda en poco más de un año, con una Laura al frente que deja en las escaleras de acceso a las tablas esa ternura que desprende en las distancias cortas para convertirse en una auténtica bestia que tenía a los Dixebra alucinados a pie de escenario. Inmenso Borja García, gustándose y dejándose ver mucho más de lo habitual en el frontal del escenario. Atrás Jorge Rodríguez quemó sus demonios reventando los parches. Enorme final a una jornada mágica. 


Gracias a toda la gente de la Asociación Unirock por todo. Gracias a mis compañeros del programa de radio en la noche del viernes, y un abrazo enorme a los acompañantes de aventura del sábado, Jorge, Ferre y Cecilia. No se puede disfrutar más. Hasta las bandas han ido sacando comunicados de agradecimiento mostrando los de fuera su sorpresa por el ambiente familiar que rodea a todo lo que tiene que ver con Unirock.

Nos vemos en 2025, como dicen allá arriba, llueva o haga sol.

© Diario de un Metalhead 2024.

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