Llevo años diciendo que es el último y ahora mismo me daría pena no volver. Wacken es inigualable. Jamás habría imaginado hace veinte años, cuando viajé al festival por primera vez, que dos décadas más tarde estaría aún arrastrando la culera por la Holy Land.
El ambiente quizás no sea el mismo en muchas de las zonas del festival, pero sí que lo puedes encontrar en otras. Sigue observándose el ambiente de camaradería en los escenarios más pequeños, y en ese sentido me quedo con la zona del Wasteland, donde los nombres de los grupos no son tan deslumbrantes, pero la atmósfera es realmente maravillosa. También te encuentras ese ambiente de hermandad cuando paseas por el pueblo, fuera del recinto festivalero. Es tan mágico que creo que podría disfrutar de Wacken incluso sin acceder al festival, simplemente paseándome arriba y abajo toda la semana con una cerveza en mano. Imposible aburrirse.
Llegamos a Hamburgo a primera hora de la mañana. Noche sin dormir, varias horas de carretera y un par de vuelos para alcanzar el aeropuerto de la capital del Holstein, que nos recibía al ritmo de Black Sabbath. Sesenta kilómetros más de carretera, un breve paso por el alojamiento, una rápida comida toda la expedición junta (la única en toda la semana) y rumbo a la Holy Land.
La primera jornada siempre es dura, pero desde hace unos años, más aún. Y es que antes el primer día era simplemente para compartir unas cervezas con los amigos tras conseguir la preciada pulsera -este año un peregrinar para los de prensa-, pero ahora ya es un día con conciertos que ya no te quieres perder, porque hay trenes a los que cuesta dejar pasar de largo. Sí, el Wacken dura casi una semana.
En el LGH la actividad era frenética, así que hacia allí nos dirigimos con la esperanza de poder acceder a su coqueta sala. Antes dejamos el coche en el parking más cercano. Lo que antes era gratis este año nos costó 10€ y sí, todo sube de un año para otro, pero no precisamente el IPC, ni el alemán siquiera. La cerveza cincuenta céntimos más cada año y la comida cara hasta para los alemanes, como nos confesaban algunos con los que intercambiamos conversación. No te quiero contar lo de las copas, es abusivo. Hasta unos amigos suizos nos decían que era caro. En el fondo se nota el cambio de manos del festival, aunque la imagen refleje lo contrario. Por otra parte, aquel detalle de regalarte la full metal bag al llegar y otros regalos ya son historia.
Intentamos colarnos en el LGH para ver a Archaic, pero no fue posible. Sí que lo logramos con Jet Jaguar, la banda mejicana ganadora de la Wacken Metal Battle en 2017. Como otros muchos vencedores, Wacken les invitó a participar en la presente edición con motivo del 20 aniversario del concurso musical más internacional del planeta y del que forman parte ya 87 países. Con mucha gente de algunos de esos países pudimos charlar y brindar aprovechando que la avenida principal estaba cerrada del todo a la circulación. Gente de muchos puntos de España pero también de Méjico, Colombia, Chile, Panamá ... Una maravilla. El calor apretaba y cerraron la piscina por el exceso de aforo. Abriría los días siguientes porque con el comienzo de los conciertos la gente ya no acudió tan en masa.
Jet Jaguar |
Jet Jaguar fue por tanto nuestro primer grupo en el Wacken 2024. Con el LGH a tope disfrutamos de los mejicanos. Poco queda del Heavy Metal primigenio que practicaban allá por 2017 cuando vencieron en la Metal Battle. Ahora son un grupo mucho más sólido, intenso, técnico y con muchas tablas. Me encantaron y fue mejor de lo esperado. Perfectamente conjuntados, se apoyan en una sección rítmica sólida -con un Jimmy Lozano brutal a los parches- y los guitarristas Ariyuri y Raiden se combinan a la perfección. Sobre ello la labor vocal, también de Raiden, que es una maravilla. Muchas canciones nuevas, que imagino vayan en su próximo disco y pocas conocidas por mi parte. Pero me lo pasé genial de todas formas. Era mi primera visita al LGH para un concierto (había estado antes en reuniones en algunas salas privadas, en su amplia terraza y en el bar) y fue totalmente satisfactoria. Me traje una baqueta de Jimmy para el museo personal.
Al acabar su concierto nos fuimos de Wacken. Cena y a dormir tras cuarenta horas sin descansar. Nos perdimos a Varang Nord. No podíamos más.
Si quieres más detalles sobre la actuación de Jet Jaguar en Wacken, lo puedes leer aquí.
Nos levantamos el miércoles con el aviso en el correo de los highlights del día, mensaje que recibíamos todas las mañanas y al que nunca hice caso, pues normalmente los momentos cumbre que nos marcaba el festival no eran más que conciertos de bandas ya más que vistas por mi parte, mientras que otras que a mí me interesaban nunca venían recomendadas. Así las cosas, para el miércoles los Musical Highlights que nos marcaban eran, Wacken Firefighters, Bülent Ceylan (Faster Stage), Tina Guo (Louder Stage) e In Extremo (Faster). Lo dicho ni caso para una jornada en la que las mujeres tuvieron mucho protagonismo en los escenarios sin falta de presumir de ello, haciendo las cosas con naturalidad. Aquí no se tira el pisto la peña para quedar bien. La mujer siempre ha estado presente cuando la banda lo merecía. Como tiene que ser.
Crystal Viper |
Nosotros abrimos ya bien temprano. Doce del mediodía y frente al Louder para ver a unos Crystal Viper a los que notamos faltos de volumen, algo que iba a ser la tónica en ese escenario en todo el festival. El sol castigaba de lo lindo y el bajo de Marta Gabriel casi tapaba las guitarras en las primeras canciones del cuarteto polaco que pisaba por vez primera Wacken, algo que, sinceramente no me parecía justo, pues llevan alrededor de dos décadas en esto. No sé si era la hora, el sonido, o qué, el caso es que el público del Louder recibió a la banda de forma fría y distante, algo que fue cambiando con “The Silver Key”, donde saltaron las palmas de forma espontanea. “At the Edge of Time” de su EP de 2018 de mismo título, llegó detrás. Subía la intensidad, empezábamos a agitar las cabezas y para “Metal Nation” ya era una fiesta con Marta Gabriel al micro realmente pletórica. “When the Sun Goes Down” me puso la carne de gallina. Temazo. Para acabar, “The Last Axeman”, con una audiencia numerosa y que triplicaba casi a la que les recibió al salir. Enorme arranque que alguno se perdió por irse a la piscina, que ya estaba abierta. No les juzgaré por ello.
Crystal Viper |
Viendo las predicciones, sabíamos que iba a ser un Wacken duro por el calor intenso y porque teníamos un día más de festival. Antes, salvo que te metieras en la Metal Battle, la fiesta empezaba el jueves o en los últimos años en la tarde del miércoles. Ahora, es un día más, y el miércoles incluso abre el Infield, con conciertos en el Faster Stage, aunque no llegaríamos a pisar dicho lugar hasta el día siguiente.
Butcher Babies |
Once días hacía que Carla Harvey daba la espantada por sorpresa de Butcher Babies. No me importa el culebrón, el circo para el clickbait barato de otros. El caso es que la señora de Benante ni siquiera esperó a que pasara el Wacken para abandonar al grupo. Ya antes habían sido baja en el cartel y nos quedaba la incógnita de si volvería a ocurrir, pero no fue así, y la banda de Los Angeles se plantó en la Holy Land con sólo una voz solista. No había visto nunca antes al grupo en vivo y no tengo por tanto margen de comparación, pero, sinceramente, no creo que se haya perdido mucho sin la fugada. Heidi Shepherd hace tanto las guturales como las melódicas a la perfección. Quizás en el sentido visual se resientan, obviamente, pero en lo musical, todo igual. Abren con “Backstreets of Tennessee”, “Red Thunder” y “Monsters Ball”, pero no es hasta “King Pin” cuando se empieza a liar en el pit, apareciendo por vez primera un circle of death en Wacken 2024. Pensaba para mí que iban a llevar más base de la que mostraron. Me gustaron mucho más de lo que esperaba y sí, Heidi se vale y se sobra al frente de la banda. Voz y actitud. Buen concierto y la gente surfeando todo el rato.
Butcher Babies |
Pausa para reponer fuerzas. A las 15:30 se abría el Infield y media hora más tarde tomaba posesión del Faster Bülent Ceylan, artista alemán de origen turco que comenzó su carrera como humorista, habiendo pasado años atrás por Wacken actuando como tal, para ahora ser ya un artista metalero consagrado con tres discos a sus espaldas. Evidentemente no le había visto nunca en vivo. Su música aúna industrial con folk y sonidos étnicos. Todo en alemán. La verdad que no me disgustó. Contó con un par de colaboraciones, Saltatio Mortis (banda de moda en Alemania y que de momento es uno de los cabezas del cartel de 2025) y de Peter Maffay, otro artista polifacético de la música alemana.
Con Crystal Viper |
Un pequeño descanso para tomarse algo a la sombra y pasarse por el área de prensa donde fuimos a coincidir con Crisix y con Crystal Viper, momentos que quedaron inmortalizados en forma de fotografía con ambas bandas.
The Warning |
De vuelta al Louder para ver a las chicas mejicanas de Monterrey The Warning. Grupo de moda a nivel mundial con clara influencia noventas. Mucha garra y buen hacer en la banda de las hermanas Villarreal Vélez, aunque las vi bastante estáticas sobre el inmenso escenario. Si te gusta el sonido 90’s, las amarás, porque las influencias son palpables. Arrancaron con la habitual “S!ck”. Daniela Villarreal a la guitarra y voz, Alejandra Villareal al bajo y coros, y Paulina Villareal a la batería y micro. La voz solista me recuerda un tanto a la de Halestorm. Concierto correcto en el que entre sus habituales temas colaron “Dust to Dust” de su “Queen of the Murder Scene” y que aún no la habían presentado en esta gira. No es que me disgustaran, pero tampoco me enamoraron y no entiendo tanto revuelo entorno a ellas. ¿Tan especiales las ven? Cuestión de gustos.
The Warning |
Me negué a ir a ver a The Darkness. Les vi en un Azkena hace años y me parecieron una mala broma en vivo, aburriéndome hasta la saciedad cuando en disco siempre me volvieron loco, así que como tenía que ir hasta el fondo del festival para ver a Hitten en el Wasteland, decidí hacerlo en dos veces, con una parada intermedia y pasarme para ver en el Wet Stage para ver qué se cocía en el territorio Metal Battle.
Doomsday Astronaut |
En el WET me encontré con Doomsday Astronaut, representantes de Rumania/Moldavia en el concurso, un extraordinario cuarteto instrumental que me dejaron boquiabierto a base de virtuosismo y unos solos fantásticos. Movieron al público sin falta de cantar. Sus veinte minutos se me hicieron más que cortos a pesar de su progresivo sin voz. Pensé que podían ganar, pero al final quedaron cuartos. La mejor posición lograda por una banda de Rumania en el concurso hasta la fecha.
Hitten |
Hitten se tomaron el concierto como un bolo más de su gira. No cambiaron demasiado el repertorio, basándolo en su último “While Passion Lasts”, eso sí, todo en la primera parte del show. Tras la intro se arrancaron con la canción que da título al álbum, ese corte tan a la americana que tan loco me vuelve. Da gusto escucharles y también verles. Locura de guitarras dobladas, sudor y headbanging al ritmo que marcaban los de Murcia. Si por Europa se están comiendo a Angelus Apatrida y Crisix de forma habitual (es fácil ver por allí camisetas suyas vestidas por metalheads no españoles), ya va siendo hora de que Hitten triunfen a lo grande. Si no te gusta “Twist of Fate” es que no te gusta el Heavy Metal. Si no coreas en sus conciertos “In the Heat of the Night” como lo coreamos todos en el Wasteland, es que no vives la música como un auténtico heavy metal kid. Con una voz como la de Alex Panza -¿de dónde sacó esos playeros rojos tan maravillosos?- no hay fallo. Fue tan glorioso como lo de ganar a Francia en la Eurocopa. Y además en el entorno inigualable del Wasteland.
Hitten |
Vuelta al Louder para ver a una vieja gloria, ni más ni menos que Suzi Quatro. Jamás me habría imaginado que fuera a tener la oportunidad de verla en vivo sobre un escenario, pero allí estaba. Evidentemente 74 años son muchos. No le faltan ganas y actitud, pero su voz es un hilillo que apenas resiste un agudo. A diferencia de otros, ella no lleva trucos, se apoya en una fantástica banda y se rodea de unos músicos muy buenos que trabajan las voces, sección de viento y coristas incluidos. Vuelvo a tener la sensación de que al Louder le faltan watios. Arranca con “The Wild One” y para la tercera, “Daytona Demon”, ya aparecen las primeras palmas. Estamos rodeados de un público muy mayor, como pasó en otros conciertos de este Wacken. “Tear Me Apart” sirve para que el saxo brille con luz propia. Fue extraño escuchar “Stumblin in” - hit que grabara con Chris Norman allá por 1978 - en un concierto en vivo y no en un bar de Benidorm, donde es un tema habitual. Con “Can I Be Your Girl?” se pone al piano cantándola con un sobrecogedor sentimiento. Detrás llegó “Rockin' in the Free World” de Neil Young, tema que grabara para aquel “Back to the Drive”, disco de versiones que significó su regreso en 2005 tras 15 años alejada de los fotos. Luego “Bad Moon Rising”, de la Creedence y más y más canciones. ¿Qué más quieres de una mujer que lleva cincuenta años sobre un escenario? Inolvidable. Eternamente agradecido a ella y al festival por traerla. En octubre se viene al Iberia Festival de Benidorm. Me encantaría repetir.
Suzi Quatro |
Las piernas empezaban a pesar tras casi doce horas por la Holy Land sin demasiada pausa, pero quedaba una banda señalada con resaltador en el running order personal. Así que a ver a nuestros Crisix.
Crisix |
El Wet Stage nos recibía con un escenario totalmente adornado con los motivos de su último “Still Rising ... Never Rest”. Sorpresa con la intro, ni más ni menos que a ritmo de merengue con el “Moviendo las caderas” de Oro Sólido. Luego la gente movería las caderas y todo lo demás. La noche había caído sobre Wacken y la locura llegó al Bullhead desde el primer acorde de “Bring 'em to the Pit”. Sin respiro llegaron “World Needs Mosh” y “Leech Breeder”. Todo en el show está estudiado al detalle. Desde las rampas situadas a ambos lados de la batería de Carry a la espaldera reivindicativa de Juli Baz. “G.M.M.” sirve para que nazca un buen circle pit mientras otros se dedican al arte del crowdsurf jugándose el físico. Aquellos casi niños que triunfaron en Wacken 2009 venciendo en la Metal Battle (si no has visto en youtube su “A Great Wacken Story” no te lo pierdas) son hoy, quince años más tarde, una banda enorme, consagrada y que sabe a lo que juega. “Get Out of My Head” vuelve locos a los que están a mi lado, el alemán que tengo delante trae precisamente una camiseta de la banda con ese lema en la espalda. Los más locos en el centro dándose de palos y el resto dándole al cuello como si no hubiera mañana. Aún quedaba su medley cambiándose los instrumentos y una traca final totalmente brutal. “Full HD” y detrás el “Ultra Thrash” más especial, con Arnau Montfort (Hyde Abbey, Bellako) en la batería mientras Javi Carry flota sobre una plataforma con otro kit sobre las cabezas de la gente para luego pedir que le bajaran al suelo donde se le sumó el guitarrista Busi. Así terminaron, con un circle pit a su alrededor. Les he visto veinte veces, cuatro en Wacken, y siempre es especial. Después de algo así, agotados y totalmente exhaustos, decidimos dar por cerrado el miércoles. Quedaban tres días y estábamos destrozados.
Crisix |
Aunque todas las noches nos acostamos pensando en no madrugar, dormir la mañana y acudir al festival sin prisas, luego el running order nos acaba poniendo en el sitio, y acabamos llegando al festival cuando otros a esas horas en vacaciones están como mucho tomándose el desayuno. No aprenderemos jamás. Moriremos así.
Si quieres saber más sobre el concierto de Crisix en Wacken, lo puedes leer aquí.
Beguiler |
Jueves, tercer día y de nuevo desde bien temprano pateando la campiña alemana con el sol castigando de lo lindo. Cuando llegamos al recinto ya picaba la sed, normal. Eran poco más de las doce del mediodía y para tragarse los excesos de Beguiler, la banda de la Metal Battle canadiense, había que meterse algo. Intentaron ir en 2023 y no lo lograron. En 2024 tuvieron más suerte. Practican un metal que situaría personalmente entre el death y el deathcore. Buena técnica pero bastante fríos. La verdad es que se me hicieron muy repetitivos y sus veinte minutos como muy largos. No habíamos planeado ir a verles, estábamos frente al WET Stage ya tan temprano porque justo después Wacken le haría un homenaje allí mismo, en el Bullhead, a la Metal Battle con motivo de su 20 aniversario, haciendo desfilar a todos los promotores presentes en el festival en esta edición 2024. En 2025 habrá 100 países en el ajo. Hasta el jefe Thomas Jensen se pasó por allí. Aplausos y regalos a los protagonistas. Que les vaya bien. Nosotros a lo nuestro.
Sweet |
Fui un niño que creció con la música de The Sweet, hoy simplemente Sweet. La verdad es que después de haberles visto, estoy planteándome la idea de si merece la pena seguir acudiendo a conciertos. Sería una hermosa jubilación. Ya sonaban en mi casa cuando tenía ocho o nueve años, así que imaginad lo que pueden gustarme y las ganas que tenía de verles. Musicalmente estoy seguro de que son mejores que la versión original, pero aquellos conciertos eran una fiesta que hoy en día los músicos actuales no consiguen recrear. Una cosa es clavar los temas, que lo hacen, y otra traer aquello al presente, que es imposible. Nadie podría acercarse al carisma de la banda original que colocaba sus hits en las listas británicas. Eso sí, es de agradecer que mantengan los coros en todas las canciones, símbolo de identidad de una banda en la que sobrevive a la guitarra un Andy Scott que cuenta ya con setenta y cinco castañas de vida rockera y al que le sigue encantando hacer de las suyas como despacharse el solo de “Set Me Free” con una lata de cerveza ejerciendo de púa. “Love is like Oxygen” tiene cuarenta y cinco años, “pero a quién cojones le importa” soltaba el rubio, único miembro vivo del grupo.
Planean un último disco para este 2024 que llevará el título de “Full Circle” con la formación actual, que no es otra que Paul Manzi (cantante), Lee Small (bajista), Tom Cory (guitarra, teclados), Adam Booth (batería) y Andy Scott (guitarra). El original, al que vimos sobre el Louder Stage y no un holograma, como nos recalcó Paul Manzi simpáticamente en el momento de las presentaciones. La sirena de “Blockbuster” hizo que se me erizase la piel. Ver a la leyenda, padre de canciones como “Fox on the Run” o la final “Ballroom Blitz”, hizo que acabara emocionándome. Nunca antes me había pasado algo igual sin estar hasta arriba de alcohol. Si tuviera que tatuarme el logo de una banda, sería la suya. Gracias Andy Scott por haber aguantado unos años más para poder verte. Lloré como aquel niño que escuchaba sus canciones hace casi cincuenta años.
Si quieres saber más detalles sobre la actuación de Sweet en Wacken, lo puedes leer aquí.
Armored Saint |
Hora de comer pero sin irse lejos, en el mismo Wacken Plaza. Los siguientes, en el mismo escenario eran Armored Saint, banda que no puedo ver precisamente todos los días. Seguíamos tirando de nombres legendarios, como haríamos en toda la jornada, porque recordemos que el jueves es la jornada de las leyendas. Evidentemente no íbamos a poder verlas a todas, pero que unas cuantas iban a caer, era seguro. Así que nos quedamos para ver a la banda de Bush, que se mantiene en un estado de forma envidiable tanto a nivel físico como vocal. Salió todo de blanco, para llamar bien la atención como las buenas divas. Arrancan con “End of the Attention Span”, temazo, y como dice mi amigo Novales, “prohibido sonar mal en Wacken”. Sigo pensando que me faltan watios en el Louder, pero disfruto igual. “Chemical Euphoria” nos lleva al año 87 y aquel “Raising Fear”. Preveíamos que el concierto podía ser un repaso a su carrera, y así fue, un repertorio en el que se mezclaban temas de todos sus trabajos, gustándome personalmente himnos más recientes como “The Pillar”, que los ochenteros, porque confieso no meter mano a esos discos hace mucho tiempo, pero sí a sus trabajos de este siglo como el último “Punching the Sky”. Eso sí, mención especial para la coreada “March of the Saint”. No podía faltar. Bolazo. Por cierto, se han pateado festivales por toda Europa pero en España parece que no los ha querido nadie lo suficiente como para tenerlos por aquí. En fin ...
Sabía que Rage estaba celebrando en el Infield su 40 aniversario, pero señores, vimos el 30, el 35, su concierto con orquesta, he perdido la cuenta de las veces que les he visto con incluso dos giras españolas completas. Verles en la lejanía no era muy atractivo para mí tras estar con ellos en Valencia, Pamplona, Gijón, Oviedo ... y hasta en algunos pueblos de Asturias. Así que paso de pegarme la pateada de ida y vuelta y me quedo en el Louder tomando unas birras -a 5,50 la pinta de 40cl- esperando por Mr. Big y charlando con gente de diversos puntos del planeta, porque si algo bueno tiene Wacken es que puedes charlar con gente de los cinco continentes sin problema y hacer buenas amistades.
Dan por fin las cinco y media de la tarde. Lorenzo en todo lo alto sigue azotando sin piedad y sale el cuarteto rodeado de un buen gentío que como yo prefirió la opción americana antes que la alemana de Axel Rudi Pell en el Faster. Buen arranque con “Addicted to That Rush”. Queremos caña, ya habrá tiempo para baladas, que no son horas y nos puede dar el sueño. Veo a Eric Martin muy justito de voz, un dolor. La última vez había sido de cerca, fue en la intimidad de un bar haciéndoselo en acústico y ahora estaba aquí rodeado de miles de personas. Su estado vocal es realmente malo y sufrí viéndolo esforzarse. El concierto transcurre entre medios tiempos y baladas, con pocas arrancadas, me imagino que porque Eric no está para muchos trotes. De todos modos un concierto suyo jamás sería malo, porque entre virtuosismos e instrumentos exóticos se acaba haciendo hasta corto. Sus baladas tienen pocos rivales. Enormes a pesar de todo.
Mr. Big |
Son casi las siete de la tarde y ahora sí, nos vamos al Infield para la traca final, para hacer caso por fin a la “A Night To Remember” clásica de Wacken. Nos esperan tres conciertos que se preven legendarios y no nos los queremos perder.
KK’s Priest fue nuestra primera lección con los clásicos del Infield. Arrancan con hasta tres temas propios antes de meterse en harina con las canciones de Judas Priest. Ripper Owens está descomunal y junto a KK -al que desde lejos nadie le puede echar los setenta y dos años- crea un tándem que acapara todas las miradas y los objetivos del foso, donde hay una auténtica batalla para encontrar acomodo por lo altísimo del escenario. Difícil trabajo para los fotógrafos, luciendo muchos un pequeño taburete de ayuda para tratar de cazar a los encuerados músicos. Ripper pregunta su nombre a la audiencia para presentar “The Ripper”, primera canción de Judas Priest en un repertorio con el que nos sorprendieron, pues llegaron a interpretar dos cortes que nunca antes habían tocado en concierto. La primera de esas dos fue el “Diamonds & Rust” de Joan Baez que inmortalizaran los de Birmingham en su maravilloso “Sin After Sin” de 1977 y que aquí llegó en modo balada, tocándola muy lenta. La segunda sorpresa llegó cerrando el show. Fue “Sinner” y no, no lo vimos venir y no podíamos imaginar semejante colofón. Por medio se quedaron “Night Crawler” -que sonó a gloria bendita-, “Burn In Hell”, un fabuloso “Hell Patrol” y un “Breaking the Law” que disfrutamos de lo lindo. Reconozco no escucharles nada en disco, pero en vivo es una historias muy distinta.
Accept |
Hacía mucho que no veía a Accept. No pude en sus dos últimas giras, lo cual confieso fue motivo de disgusto. Hoy en día siguen sonando a cañón y la incorporación del Whitesnake Hoekstra como tercer guitarra la verdad que es que me impactó bastante. Una pasada verle en vivo al lado de Wolf Hoffman y Uwe Willis. Es como un derroche, como un exceso de recursos que no nos podíamos imaginar. Como fichar a Mbapé siendo campeón de Europa ¿De verdad hace falta tanto? Da igual, son historias mías. Iba decidido a disfrutar con ellos tras tanto tiempo sin verles en vivo y así lo hice entre una audiencia que se volvió loca con ellos cantando todos y cada uno de los temas, tanto los clásicos como los más modernos, y que llevó incluso a un metalhead pedirle la mano a su chica en pleno foso tras surfear por encima de las cabezas de los miles y miles de metaleros que se agolpaban frente al Faster Stage. Como fin de fiesta el “Balls to the Wall” con Ripper Owens como invitado. Mejor imposible. Mucho calor, pero en el escenario, actitud. Los pantalones cortos para la playa, no para el escenario, salvo en el thrash, por supuesto. Algunos deberían tomar nota.
Turno para Scorpions. Llevo leyendo y escuchando que se despiden desde aquel concierto en el mismo recinto allá por 2006, cuando reunieron a todos sus excomponentes sobre el por entonces llamado True Metal Stage. Dieciocho años más tarde, allí estaban de nuevo, aunque en esta ocasión sí sentí que iba a ser mi última vez ante ellos. Klaus Meine aguantó como pudo un repertorio que sin duda se le ha de hacer muy largo teniendo que aguantar el micro con esa mano temblorosa que delata que el fin de sus días sobre el escenario ha de estar a la fuerza muy cerca. Se agradece el esfuerzo, defendiendo además algunas canciones nuevas como “Gas in the Tank” y sorprendiéndonos con temas que al menos yo no esperaba como “Crossfire” o “The Same Thrill”. Disfrutar de una canción como “I'm Leaving You” ya merece la pena pagar cualquier entrada. Ver a Doro con ellos en “Big City Nights” es un lujo que sólo vivimos los afortunados que allí estuvimos bajo unas pantallas que simulaban las luces de Las Vegas. Cerrar con “Still Loving You” y “Rock You Like a Hurricane” es algo con lo que como mucho puedes empatar. Siento de verdad que llega el momento de bajar la persiana e irse, aunque sea triste y aunque la banda musicalmente esté a un nivel descomunal. Scorpions sin Klaus Meine no serían Scorpions y al bueno del vocalista se le acaban las pilas. Por favor, hologramas no.
Continuará ...
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