lunes, 12 de agosto de 2024

Crónicas en las que podrás masticar hasta el polvo.


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📷 Jorge López Novales.

Vienes de ver el cielo, y pronto tocará volver a las salas, el duro invierno.  Llega el bajón, pero menos mal que citas como Unirock, Rockvera… están a la vuelta de la esquina y amortiguan el impacto.


Creo que este año ha sido el que más conciertos he visto. Son conciertos que he disfrutado con Larry en su mayoría. Sólo quería ver cosas a las que el señor Runner pudiera, directamente, poner letra a mis fotos. Así que las crónicas serán bastante particulares, alejándose un poco de lo convencional, con crónicas completas en muchos casos, más que crónicas por días (que las habrá). Serán crónicas en las que podrás masticar hasta el polvo que flotaba en Wacken.

Seguramente, con un Pit Pass habría perdido el culo por ir a los escenarios principales.

Por el contrario, es el año en que menos he pisado el Infield, el espacio reservado a los escenarios principales de Wacken. 

Y comenzamos nuestro viaje en un lugar sagrado: el LGH. Un lugar donde se gestó todo este invento alemán, un bar con una pequeña sala donde se agolpa la gente. Allí puede tocar un grande, o un aspirante a grande… además siempre te lo vas a encontrar lleno.

Tenemos fotos de ocho escenarios del festival. Cada uno tiene sus particularidades, en todos que está prohibido sonar mal. Los espacios pequeños tienen su encanto.

Se respiran nuevos aires aquí. Pero al ser un aire que poco había respirado antes, no puedo decirlo, ni hablar con propiedad.

¿Priorizar las cuatro bandas estatales que han sonado este año en Wacken? ¿O hablar de las bandas de siempre? No fue objeto de discusión. Era obvio para nosotros.

Crisix no necesita un escenario grande para brillar, esté donde esté automáticamente lo convierte en grande. Ankor han dado un salto con constancia y mucho trabajo y su buen hacer se ve reflejado en la cara del público asistente; Hitten tiene algo que en seguida asocias con bandas internacionales; Alien Rockin’ Explosion es un valor seguro para el festival añadiendo un extra a los que buscan alternativas. Cada año se irán sumando bandas.

Este año se ha perdido el factor de aventura, de supervivencia. El alivio, la euforia del éxito de Aneuma (la culminación de ver un trabajo bien hecho), fue lo que nos movió esos días. El calor fue un mal menor, y la lluvia del último día fue algo anecdótico (aunque cayó bien).

Sí, el cartel es lo de menos. Es tópico decirlo. En Alemania la mochila con el equipo fotográfico pesa menos, y uno parece estar menos cansado aquí.

He visto trabajar a los mejores, y sólo con eso estoy contento. No me prodigo mucho en columnas de opinión, pero quería dejar mi impronta con algún texto.

Realmente, no veo bajón. Vuelvo con ganas de escuchar mucha música. Siempre habrá algo de música a la vuelta de la esquina.

Otro año que me perdí la foto con todos los fotógrafos de Wacken, también soy una persona poco sociable.

No habría sobrevivido sin el apoyo logístico de Larry y Maitane.

 Diario de un Metalhead 2024.


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