miércoles, 4 de marzo de 2020

El último vuelo sobre Oviedo. BARÓN ROJO, Oviedo, 28.02.2020. Crónica y fotos.


Por Jorge López Novales.

Las despedidas se van sucediendo a lo largo de 2020. Por poner algún ejemplo, en lo que va de año grupos como Los Motores, WarCry… lo van dejando. Al menos es un consuelo pensar que han sido abandonos meditados, que han podido escoger cuándo parar y no derivados de una desgracia repentina. Estamos ante abandonos pensados que implican poner una fecha tope a la última actuación o una gira despedida como es el caso de Los Motores y de Barón Rojo. A todo esto hay que sumar las numerosas bandas que hacen sus anuncios en las redes sociales y desaparecen sin hacer mucho ruido.

A pesar de todo vivimos en una época dorada en lo que atañe a música, hemos sido afortunados y hemos podido ver la evolución de un género y hemos tenido la oportunidad de disfrutar en vivo bandas cuyos nombres resonaran a lo largo de tiempo. ¿Exagero?. Estamos mal acostumbrados ya que muchas veces no somos conscientes de ello porque siempre hemos tenido a las bandas a una gira de distancia y muchas veces lo que hacemos es ridiculizar a los protagonistas de nuestra escena menospreciando cada uno de sus méritos. Hay músicos, hay bandas, que merecen el estatus de leyendas.


El relevo generacional que debería dar sangre nueva a la escena puede que nunca tenga lugar. Quizá tener a un crío dos horas y media delante de un escenario sin móvil, aun sonando la música que dice disfrutar, sea una tortura, cuando es incapaz de ver la televisión sin consultarlo cada cinco minutos; me sentiría igual de desamparado sin una cámara en un concierto. Envejecemos, sí, también los músicos. Esto fue lo que vivimos el sábado en Oviedo. Barón Rojo, con cuarenta años de historia y cientos de conciertos a sus espaldas, se despidieron de Asturias. Ellos también han podido despedirse con una gira de conciertos de su público, nosotros hemos podido despedirnos de ellos.


Esta noche tenía varios miedos. Pisaba por primera vez la Sala Tribeca sin tener idea de cómo funcionaría como espacio de conciertos y no sabía la respuesta que iba a tener un público que ha tenido la oportunidad de ver a la banda en casi todas las salas de conciertos de España.

La sala cuenta con un buen sonido y una luz tan potente que hizo que pronto me sintiese aliviado ante la calidad de mis fotos, al menos en todo lo que no fuese buscar el “momento” para disparar.


¿Todas estas parrafadas sin entrar en comparaciones, sin hablar de cosas truculentas ni de gente que no estaba en el escenario esta noche? Por supuesto tengo mi opinión al respecto y aquí no tiene cabida. Sólo con los datos delante podemos decir que Barón Rojo ha metido a cuatrocientas personas (ya se empieza a poner muy cuesta arriba meter a más de cien en Asturias) en una sala con un formato de concierto no muy diferente al que han estado ofreciendo hasta ahora. ¿Es culpa suya no ofrecer nada nuevo? El público no quiso otra cosa en su momento y esta noche no se iba a hacer de otra manera.


Yo no habría apostado nunca por esta cifra de cuatrocientas personas. ¿Morbo de la de despedida? Había demasiada gente no habitual de la escena, pero con esa cantidad de público es muy posible que se haya diluido la presencia de los habituales ¿Lo hicieron bien Barón Rojo? Sí, me gustó lo que vi. Desde mi última referencia de la banda, en el Rock en la Feria en Torrelavega, un concierto que se me hizo muy pesado, en comparación, este se me hizo corto a pesar de los más de veinte temas. Sólo un tema a tema de su set-list se comería toda la crónica.

No se puede decir eso de que Barón Rojo lo dejan en el mejor momento, o que lo dejan porque la banda no puede más. Yo me agoté sólo de ver la energía que mantuvieron en el escenario y para empezar, no sería capaz de decir esas cosas tan a la ligera. La banda ha hecho un esfuerzo, un regalo muy digno para sus fans con esta gira de despedida. 


A las 20:30 se abrieron las puertas. Aún entrando de los primeros me encontré con el fotógrafo Sergio Blanco (This is Rock) ya posicionado, con conocimiento de que habría un lleno (las noticias de preventa habían sido muy alentadoras). Más adelante me encontré con Nacho (Keep the Flame) y Fredy y Sonia (Derrame Rock). Así que en buena compañía no importó que el concierto empezara con quince minutos de retraso. El último tramo de concierto, ya desde atrás, lo disfrutaría con Pablo Folgueira (Metalcry).


Vamos con el último inconveniente de la noche, y que quedó en anécdota, y en un hecho afrontado con profesionalidad. ¿Qué pasó? Arrancó la batería de Rafael Díaz Sánchez con “Te espero en el infierno”. El problema es que los demás instrumentos no sonaban y la cosa quedó en un solo de varios minutos mientras se arreglaba el sonido. Nunca voy a olvidar el comienzo de “Te espero en el infierno”. Como curiosidad el batería actuó tras una mampara, algo que no luce bien sobre un escenario pero era innegable su incansable presencia que en todo momento guió a la banda.


El sonido por lo general fue bueno. Los problemas iniciales quisieron persistir durante un par de temas, en los que no se distinguía del todo la voz de Carlos. Eso fue todo. Barón Rojo despegó a partir de ese momento.


José Luis Morán (ex Esfinge) con su bajo parecía no querer estar quieto. Buscaba en todo momento compenetrarse con los demás músicos. Lleva dos años con Barón Rojo y parece que lleva toda la vida.


Indudable era el protagonismo de los hermanos de Castro esta noche. Carlos fue más estático, pero tuvo más que ver la lesión que presentaba en una pierna, algo que no mermó en absoluto su capacidad interpretativa. Armando, poseído por la música y armado con su Fender, arrastró al público a través de la historia de la banda sumergiéndonos en su universo.


Casi tan protagonismo como la banda fue el público. Uno podía mirar atrás y ver a la gente, colegas de toda la vida, entonando las canciones que fueron la banda sonora de su juventud. ¿Qué temas pueden llegar a transmitir tanto? Los miembros de Barón Rojo sobrevivirán a su música porque son inmortales.

Y llegó el triste final “Con siempre estás allí”.

Adiós Barón Rojo.


Todavía estáis a tiempo para acercaros a Vigo o Barcelona. O coged fuerzas para ir a Madrid este 30 de Diciembre con un montón de invitados… la cosa promete ser histórica.

Aprovecho para agradecer las facilidades que nos dieron EP Management y la gente de la Sala.


© Diario de un Metalhead 2020.

No hay comentarios: