lunes, 13 de septiembre de 2021

Contagiando amor por el Z! ROCK FEST. Zamora, 04.09.2021. Crónica.

Por Julia Martínez Lombó-Testa y Jorge López Novales.

Está muy bien que una crónica relate las cosas que han sucedido, pero lo que buscamos es intentar “contagiaros” el amor por el Z! que hemos ido desarrollando a lo largo de las ediciones. En cualquiera de sus formatos o actividades, tenéis que vivir en primera persona la experiencia Z! Live.

Si pensábamos que 2021 iba a ser un año fácil para la música, estábamos, de nuevo, equivocados. Lo cierto es que, con perspectiva, podemos afirmar que la edición del año pasado fue algo milagroso.

Este año sin cierres perimetrales y con la mayoría de nosotros vacunados, podría dar la sensación de que todo está controlado. Nada más lejos de la realidad.

Las normas estrictas en todo momento nos libraron de cambios de última hora que abocasen al Z! a la cancelación. Ya sabemos que los festivales de música no son factores de contagio si hay una mínima seguridad y prudencia. Miramos con envidia los festivales de fuera de nuestras fronteras. Es muy complicado encontrar un término medio entre seguridad y fiesta. Aún así este año hubo cosas en el Z que se hicieron distinta a la pasada edición y se respiraba un ambiente más optimista.

Llegamos a las tres y media de la tarde, cuando ya había una larga cola de metalheads esperando la apertura de puertas bajo el siempre abrasador sol de Zamora, que ya sabemos lo engañoso que es cuando cae la noche. El acceso fue ordenado y cumpliendo la normativa de temperatura y geles hidroalcohólicos para todos, lo habitual. Como el año pasado, los acomodadores te acompañaban a tu sitio, eso sí, en esta ocasión los grupos de asistentes eran de hasta cuatro personas lo que cambiaba el paisaje de la pista. Fue el momento de muchos reencuentros.

Un avance también ha sido la existencia de puesto de merch, accesible entre las actuaciones de los grupos. Se notaba que había ganas y desde primera hora las largas filas de compradores hicieron que pronto se empezasen a agotar modelos de camisetas y otros artículos. Hecho que ayudo, por otra parte, a vencer esa sensación de estar atado a tu asiento. Además, muchos acudimos a buscar nuestro ejemplar del “Cuadernillo metallico” que había sido presentado esa misma mañana y que es una pequeña revista con pasatiempos.

Arrancaron los conciertos con Nocturnia con la puntualidad que caracteriza al Z!. Había pasado por nuestras manos su último trabajo “La tempestad”, el cual reseñamos en Diario en su momento y teníamos muchas ganas de ver como sonaba en directo.

Una intro sinfónica, durante la cual los músicos accedieron al escenario, nos condujo a “Siempre hay un lugar” el primero de los seis temas que presentaron en el Z! Un setlist corto, ya que tan sólo disponían de media hora, en el que mostraron las piezas más potentes de su repertorio. Banda y público tenían ganas de música en directo, y desde los primeros acordes hubo cuernos en alto. Vimos por primera vez al nuevo vocalista Kike Fuentes que se defendió bien ante temas bastante exigentes. Concluyeron in crescendo su actuación con “Hermanos” y uno de los temas que más me gusta, “Cenizas”.

Primer receso y llegó con aún más calor el metal industrial de Megara. Hay que destacar la mezcla de estilos de Z!, una fórmula que contempla amplitud de gustos y que, como estamos contando, este año nos traía el folk metal de Lépoka, el thrash metal de Angelus Apatrida, dos bandas de power como son Nocturnia y Dunedain y el extra sinfónico de Tarja. Una fórmula muy parecida a la de 2020 donde el reparto de estilos resultó exitoso.

Llegó Megara y llegó el espectáculo. Saben lo que quieren estética y musicalmente, aunque quizá estos aspectos están algo desequilibrados pues cuentan con una propuesta escénica muy trabajada, lo que no quiere decir que musicalmente cojee. Decorados, maquillajes, coreografías, bailarinas y ese negro+ blanco+ rosa fosforito presente en vestuario, guitarras, y hasta en el pelo de Kenzy, caracterizan a una banda que es puro espectáculo visual. Dos grandes cuernos blancos flanqueaban la batería desde las que se lanzaron con “Esclava del aire”. Su propuesta nos lleva desde la estética cyberpunk de “Involución” a Alicia (si, la del país de las maravillas) cuyo imaginario ilustra el compacto “Aquí todos estamos locos”, del que presentaron varios temas, o el terror de la noche de Halloween de “Truco o trato”.

Estrenaron ni “Contigo ni sin ti” tras la salida el día anterior al festival del correspondiente videoclip. Con esta última coreo y habernos mostrado a sus dos bailarinas con tres disfraces diferentes, disparando billetes o caramelos, se despidieron dejando un buen sabor de boca y haciendo que muchos fueran al puesto de merch.

Lo de Dünedain con el Z! son palabras mayores.

Hubo problemas con el micro de Carlos en “A un paso del cielo”, tema con el que abrieron el concierto, y con el de Tony hasta bien entrado la mitad del show. Aun así, la respuesta del público desde el comienzo fue apoteósico, coreaban cada tema. El sonido de la banda fue mejorando y pronto escuchamos una agrupación compacta y con gran potencia. 

Carlos Sanz estuvo muy activo en todo momento y compenetrado con sus compañeros.

Dünedain demostró por qué es uno de los grandes exponentes del power metal estatal, desgranando unos cuantos temas de “Memento Mori” a lo que sumaron clásicos como “Fiel a mi libertad”, “Por los siglos de los siglos”, “Legado” o “Mil golpes” entre otros. Cerraron con el mayúsculo “Corazón de invierno”, dejando claro que Dünedain es Z! Live.

Y con ellos llegamos al ecuador del festival.

Empieza a anochecer en Zamora, aunque todavía la temperatura era sofocante. Llega el turno de Angelus Apatrida. Es muy probable que con su disco homónimo no hayan tocado techo, pero han dado un buen hostión encima de la mesa que a pocos ha dejado indiferente.

Recoger los frutos de un duro trabajo de estaba haciendo de rogar. Se han resarcido con una gira con muchas fechas. Se da la circunstancia que en dos semanas los tendremos en Mieres. Al principio de esta mierda habría sido imposible imaginar un escenario en el que se podría disfrutar de Angelus dos veces en tan poco tiempo.

Ya desde el comienzo con “Indoctrinate” estás en tensión, preparado para dejarte sacudir por su música. Por poco que dijera Guillermo Izquierdo el público ya estaba enardecido.

Pasar del power al thrash como se puede dar en este festival, fue un paso que hizo ganar en intensidad al festival. Se vio a disfrutar a la banda, sonreír con cada tema… Y eso también lo dejo claro cada grupo que pasó esa noche por el Z! El privilegio de tocar en Zamora, la necesidad de seguir adelante. ¿Sentados? Esa funesta sensación de incertidumbre que había el año pasado, se la había llevado por delante la organización al anunciar un festival con un invitado internacional. 

Fue la hora punta de las comandas. Ante la caída del sistema de petición web es obvio que se saturaron al sumar las cenas a la necesidad de seguir saciando la sed. El ambiente invitaba a ello.

Las luces comenzaron a brillar indecisas en el escenario, sin darnos cuenta ya era noche cerrada. Angelus fueron desgranando una combinación de temas nuevos clásicos y antiguos. Alguno no pudo evitar ponerse en pie y dejarse llevar. El personal de seguridad tuvo que llamar la atención y la gente respondió con buenas maneras.

Estuvieron pletóricos con un sonido maduro, profesional, demostrando que no se andan con tonterías. Cerraron con “Sharpen the guillotine” y “You are next”, desatando la locura del público.

¿Cuándo había sido la última vez que había visto una banda internacional en directo? La presencia de una ya es un buen síntoma como ya hemos dicho. Nightwish fue Tarja y Tarja fue Nightwish en un periodo clave de la banda. Nada lo va a borrar. Mucha gente se ve identificada con Tarja y por eso sé que revaloriza uno de sus conciertos. Personalmente, no tenemos más material de ella que algún disco de su vertiente clásica. Presentó un setlist muy potente a pesar del “bajón” de revoluciones que supone tocar tras Angelus.

Una larga intro que sube de intensidad junto al juego de luces, concluye con “Death promises”. 

Fue bien acompaña, entre otros, por la guitarra  de Alex Scholpp,  el bajo de Doug Wimbish (bajista de LIVING COLOUR) y  el chelista Max Lilja (ex- APOCALYPTICA). Tarja compartió protagonismo con sus músicos. Se vio una banda descarga de todo ego, un ego que podría traer asociado este tipo de proyectos con nombre propio.

Tras saludarnos en un perfecto castellano, un solo de guitarra preludia “Demons in you”, fue el momento de quedarse embelesado con su voz. Compartió simpatía con el público y no rehuyó enfrentarse a su pasado interpretó “Nemo” y la versión de Gary Moore “Over the hills and far away”, aunque tampoco buscó recrearse en él.

Empieza sonar el Bolero de Ravel y su tema rítmico principal para que Tarja ataque “Victim of ritual”. En este tema escuchamos especialmente bien el chelo que hasta ahora había ocupado un segundo plano.

Las vocalizaciones de Tarja a las que pide la respuesta del público nos conducen a la sección final de su concierto con “I walk alone”, la citada “Over the hills” y “Until my last breath”.

Lèpoka es una banda de festival que pone el acento en la diversión. Estábamos desentrenados y estoy seguro que en otras circunstancias lo habríamos disfrutado mucho. Muchos fieles se adscribieron a sus consignas y pudimos ver hábitos monacales entre el público. 

Tanto movimiento en el escenario era como ver un caótico ejército que acometía sin piedad un combate. Saben divertirse y lo saben transmitir. En ese sentido son únicos.

Tuvimos hasta petición de mano, cuando una joven pareja subió al escenario para situarse entre los dos grandes monjes hinchables que brindaban con sendas jarras de cerveza. Yo no entiendo la necesidad que tiene la gente de complicarse la vida.

En su momento reseñamos “El baile de los caídos” y no quedaron nada mal en directo temas como “Beber para creer” (con la que arrancaron su show), “El baile de los caídos”, “Pandemonium”, “Eternia”… Vamos que casi todo el disco. La artillería pesada la desplegaron al final con “Contra viento y marea”, “Yo controlo” y “El picosito”, con la que se despidieron de Zamora.

Toda la magia se acabó. La banda saludaba mientras sonaba “Yo quiero bailar. 

Abandonamos el recinto con mejores expectativas que el año pasado. Ya tenemos seguro que el año que viene habrá una edición del Z! Live. Volveremos.

Esta crónica se la queremos dedicar a los Titos. Tuvieron un contratiempo con el coche y no pudieron pasar de Benavente por lo que se perdieron evidentemente el festival. Espero que podamos vernos en circunstancias más favorables.

© Diario de un Metalhead 2021.

1 comentario:

Unknown dijo...

Crónica impresionante como todas!!!!!! No pudimos estar pero leyendo la crónica te traslada al recinto y como no MIL GRACIAS X ACORDAROS DE NOSOTROS 😓😓😓😓😓😓😓