lunes, 28 de noviembre de 2022

ROAD REPORT: De gira con STEVE VAI por USA. Parte 4.


Nos hemos retrasado un poco con esta cuarta entrega de las aventuras de Dani G. por Estados Unidos siendo parte del crew de Steve Vai. Culpa de la redacción, no de 


Texto y fotos: Dani G.
Parte IV.

Estoy de gira con Steve Vai y está yendo cojonudamente bien. Me llevan a teatros estupendos, estamos haciendo llenos casi cada noche y estoy descubriendo una cultura mucho más diferente de lo que esperaba. Pero el “One Chip Challenge” no hizo mella en mí. La noche anterior me habían traído una especie de “Dorito” negro que picaba la hostia, pero que mi cuerpo por suerte -y gracias a décadas de entrenamiento, jejeje- metabolizó con normalidad. Así que amanecidos ya en Fort Lauderdale, y hermoso pueblo de Florida (para los que no lo sepáis todavía, el acento de “Florida” lo pronuncian en la “o”, como si dijéramos “Flórida”), nos pusimos manos a la obra. Un teatro hermoso, reformado hacía unos pocos años, pero con mucha historia. Allí habían actuado James Earl Jones (la voz de Darth Vader, o Thulsa Doom, el malo de Conan el Bárbaro) o un montonazo de actores clásicos más. Ya al entrar ves que no es “cualquier sitio” y que allí lo cuidan bien. Un escenario enorme, muchísimos asientos, y sold out una noche más. Tuve la oportunidad de dar una vueltecita por los alrededores y es un pueblo realmente hermoso. Carlos -mi compañero de sonido- vive allí, y tuvo un buen puñado de invitados. Esta noche Steve quería revisar las luces para comprobar unos pequeños detalles, así que le grabamos todo el show para poder echarle un ojo luego. Rice, el técnico de luces, estaba encantado: el teatro estaba muy bien equipado y había mucho y muy buen material de iluminación. Y el tipo sabe lo que hace, así que la noche fue fantástica. Después del concierto, como es normal, tocó hacer retirada e irse a dormir, no sin antes comprobar la huella que va dejando mi paso por aquí con el tema del picante: llevamos aproximadamente 10 botes diferentes de salsa picante en este punto. Creo que cada vez que alguien ve un bote se acuerda de mí y me lo trae…

Ya amanecimos en Orlando. ¡Joder! De verdad que pensé que abriría la puerta del bus y tendría a Mickey Mouse a la vista… Pero no. Estábamos en un área más o menos industrial, en la parte de atrás del “The Plaza Live”, un teatro estupendo, con buen aforo y personal profesional. De esos a los que me gusta entrar. Normalmente el equipo técnico (técnicos, backliners y merchandisers) entramos a las 11, mientras la banda se queda descansando hasta más tarde en el bus. A esa hora Terry, el conductor del bus, ya debería estar en su hotel descansando hasta la noche, y casi todos los miembros de la banda se han levantado a desayunar algo, pero no entran hasta unas horas después a no ser que quieran pegarse una ducha. En este punto Douglas, el backliner de Steve, apareció con un Otomatone. Esto es un instrumento que inventaron en Japón que tiene forma de nota musical con una cara pintada en el punto, y que produce un sonido cuando deslizas el dedo sobre él, y lo modulas abriéndole la boca. Es muy simpático, pero cuando haces algo extravagante vas a correr el riesgo de que Steve lo quiera incorporar al show. Y eso pasaría poco después…

Esa noche había peleón de MMA, así que apuré todo lo posible antes de la prueba y me conecté por una página piratilla mientras mis compañeros del gimnasio en España lo veían al mismo tiempo e íbamos comentando la jugada. ¡Cómo echo de menos mi querido Ruta66 y a mis compañeros de MMA!... pero había que volver a la realidad y nos lanzamos a la prueba de sonido. Steve siempre improvisa al principio de la prueba y lo deja todo grabado porque de ahí le salen ideas para temas de nuevos discos. Una genialidad, sobretodo porque sería una pena que se perdiera música como la que improvisaron ese día. Fue fantástico. Brillante. Creo que todos estuvimos de acuerdo. Luego Steve lanzó su hacha de guerra: “Douglas, vamos a probar ese cacharro”... Y el bueno de Doug salió con su Otomatone. Steve quería hacer una versión del “Immigrant Song” con Douglas haciendo las voces con su cacharro infernal, así que estuvimos ensayándolo un poco y preparando como hacerlo al día siguiente. Steve también quería vernos tocar “Incantation”, así que por fin íbamos a colgarnos guitarras y tocar un poco. Uno a uno fue escuchándonos a todos tocar lo que habíamos preparado y se fue parando todo lo necesario con cada uno para corregir pequeños detalles. Tendré guardado para siempre en mi retina el momento que me pidió que tocara (creo que tanto como cuando me pidió que cantara, jejeje). 

Esa noche, por cierto, salí a cantar como todas las demás. Cuando salgo soy el único que no tiene monitores (todos van con sistema In Ear) y normalmente voy como los de la “vieja escuela”: me escucho con el rebufo de lo que sale por la PA (los altavoces que escucha el público) y Jeremy me va marcando el tempo con el hihat. Pero esa noche nos cruzamos y me comí un tiempo, así que sobre la marcha paramos la secuencia del tema y seguimos adelante como si nada. Para mí es un bajón importante, porque aunque nadie se haya dado cuenta en el público, al fin y al cabo tienes que estar a la altura de las circunstancias y si algo falla no quieres ser tú. Y no es que me esperase una bronca esa noche en el bus, pero tampoco me esperaba tener una conversación bien larga y trascendental con Steve sobre cuando pasan estas cosas y quitándole todo el hierro del mundo. Hablar con este hombre es una lección en todos los sentidos. ¡Qué suerte poder disfrutar de estos momentos!.

Amanecimos en Ponte Vedra Beach. Supongo que algún inmigrante galego le puso el nombre a esto. Nos esperaba un pequeño teatro que a la noche estaría totalmente lleno. Como todos los días, Dante (backliner de Dave y Philip) monta su pedalera y la “mía” (yo toco con una pedalera que tiene de repuesto y con una guitarra de Steve), para cuando Vai quiera practicar “Incantation”. Él siempre sale a tocar algún tema con la banda; se sabe todo el repertorio y es un tipo con mucho talento en la guitarra. Esa noche estábamos en la ciudad de Dante, así que acabó tocando la mayoría de los temas para que pudiera lucirse un poco. Sé que él lo disfrutó un montón, y su familia -que estaba entre el público- también. Lo merece.

Las siguientes dos noches fueron Charleston y Charlotte. Fueron dos sold-out gloriosos, la primera en un teatro fantástico y la segunda en una sala de conciertos más orientada al rock. Fue aquí cuando me di cuenta de lo frecuente que es que haya alguien perteneciente al cuerpo de Policía en todos los conciertos. Al parecer es relativamente frecuente el tema de altercados o incluso tiroteos (hay detectores en los accesos de casi todos los días), y alguien del cuerpo local permanece todo el día en las salas. En este caso un policía merodeaba por mi zona y al saludarlo lo vi bastante amable. Me preguntó por la Hydra, y como tenía un momento me ofrecí a enseñarle las guitarras de Steve y la propia Hydra. El tipo se hizo unas fotos y fue super agradecido. Más tarde vino a darme la mano y felicitarme por la parte que canto antes de irse. 

Ya amanecimos en Alexandría, que viene a ser como un barrio de Washington. Cuando me levanté el teléfono me recordó que había quedado para desayunar con mi amiga Mari, que estaba visitando a una amiga en la zona y se iba justo ese día, pero tenía un rato para tomar un desayuno antes de ir al aeropuerto. Estuvimos hablando un buen rato hasta que de una manera un tanto surrealista la llamaron al teléfono de la cafetería para preguntarle si quería ir a hacer unas fotos a Iron Maiden, que estarían visitando el Capitolio y ella conocía a alguien allí que le facilitaba el acceso, así que se cogió un Uber de inmediato y se fue hacia allá. ¡Cómo me alegré por ella!. Aquí además me acordé de mi amigo Larry, al que no le gustan nada los Maiden, y a quien le iban a dar un asco tremendo esas fotos. Aunque me dio mucha pena que luego me escribiese Mari para decirme que los Maiden habían cambiado su visita para más tarde sobre la marcha (porque ellos sí pueden hacer estas cosas) y que no le daba tiempo a quedarse…

El resto del día fue turismo: la Casa Blanca, el monumento de Lincoln, el de Washington, el Capitolio… Todo lo que vi me encantó. Me pareció una ciudad estupenda para visitar. Ese día caminé 15Km junto a mis compis Carlos y Fire, y fue toda una experiencia que me alegro de haber vivido.

El concierto del día siguiente no fue tan estupendo como todo lo que vivimos anteriormente. Siempre hay algún día más oscuro, y ese fue Alexandría. Al entrar al venue vi que era una especie de sala de conciertos con restaurante. El escenario era bastante más pequeño de lo habitual en la gira, y el equipo no era lo más óptimo para nosotros. Los técnicos teníamos que estar fuera del escenario, y el único acceso era una rampa que nos hacía rodear un montón de metros, o subir a pelo al propio escenario, que esto era una putada sobre todo para los backliners a la hora de cambiar las guitarras de Steve o Dave. Pero por supuesto y como cada noche, salimos adelante como campeones. Esa noche el bueno de Douglas me trajo un regalo del día anterior. Había estado paseando por Washington y al entrar en un sitio vio salsas picantes y le preguntó al vendedor por un bote de salsa picante especial para mí. Doug me trajo “The End”, una salsa bastante más potente que el “dorito negro” que me habían traído unos días atrás, y que venía presentada en un bote muy chulo con la tapa cubierta de cera negra.

Bethlehem es una localidad con mucha historia industrial. De hecho al salir del bus a la mañana siguiente en este pueblo lo primero que vimos fue una especie de industria metalúrgica tipo Mad Max, pero que al parecer es algo que conservan como tal en el pueblo. Ese día estábamos en el “Musikfest Cafe”, que es un edificio cultural con diferentes espacios, como salas de conciertos, cafés, exposiciones… Ya en el tercer piso, el escenario, con una enorme cristalera trasera que dejaba ver la industria que os describí antes, no era lo más grande del mundo, así que los backliners y yo decidimos volver a quedarnos fuera. Como tuvimos bastante tiempo para la prueba y Steve estaba cómodo con sus escuchas decidió lanzarse a chequear lo que tocábamos con "Incantation". Cuando subí al escenario no me di cuenta de que mi cable se enredó con un pie de micro y cuando me di la vuelta vi al bueno de Philip Bynoe agachado desenredándolo. ¡Qué tipo más grande!, probablemente sea una de las personas que más admiro musical y personalmente en esta gira. Bynoe se hace querer mucho y me encanta el humor que tiene. Con la tontería de lo de salir a cantar le dio por llamarme “Maestro” en Europa, y me dejó el mote. Ahora después de cada concierto, cuando subimos al autobús me dice “el Maestro ha conquistado otra ciudad en América y el público se ha rendido a sus pies”. Me troncho con él. Pero es que la educación y la amabilidad que derrocha este hombre no tiene parangón… El caso es que miramos un poco el tema con Steve y no estaba muy convencido de cómo les salía el fraseo a mis compañeros, así que les pidió que grabaran como lo hacía él y que lo repasaran en algún momento.

El concierto, como siempre, fue un bolazo. Hubo un par de momentos tensos al principio con un micro del bombo, que empezó a dar petardazos, pero nada que no arregláramos en unos segundos. Por lo demás fue un público muy agradecido y muy cálido. Cuando volvimos al bus Steve estuvo bromeando sobre conducir el bus y nos pusimos a hacer locuras en el asiento del conductor. Lo mismo algún día sale a la luz el video que le grabé. ¡Qué tipo!, es mundial…

Después de un par de días con escenarios más pequeños de lo que veníamos haciendo agradecimos mucho entrar al teatro Capitol en Port Chester. Un sitio enorme y muy bien equipado. Jeff Beck había estado unos días antes allí tocando con Johny Depp y nuestro Douglas MacArthur estaba en éxtasis por ello (es super fan de Jeff). En nuestro espectáculo llevamos proyecciones en todos los temas, así que siempre necesitamos un telón o una pantalla traseros para lanzar los videos. En este teatro creo que no nos avisaron con antelación que las proyecciones las hacían sobre el techo a ambos lados de la cúpula central. Quedaba superbonito, pero lo cierto es que para quien estuviera sentado en la primera planta era un chasco perderse la mitad o la totalidad de los videos, principalmente porque los únicos que los que podían verlos bien y en todo el formato, eran quienes estuvieran sentados en la parte de atrás del segundo piso. Esa noche recuerdo que llegué derrotado al bus, así que me fui mucho más pronto de lo normal a dormir, lo que traduje en que la mañana siguiente me levanté un poco más pronto, y lo agradecí tremendamente, porque salí a dar una vuelta por uno de los pueblos más bonitos hasta el momento: Glenside. 

¡Más en la próxima entrega!.

continuará ...

© Diario de un Metalhead 2022.

  

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