domingo, 9 de julio de 2017

Z! LIVE ROCK FEST. 01.07.2017. Zamora. Crónica y fotos.


Texto y fotos: Larry Runner.

Un año más tarde, tal y como nos habíamos prometido, tornamos a la ciudad castellana de Zamora para disfrutar del Z! Live Rock Fest. Un festival hecho por gente como nosotros, fans que amamos el metal y que somos capaces de complicarnos la existencia con tal de hacer crecer la escena de nuestra zona. En el caso de los chavales del Z! Live Rock hasta meterse en un berenjenal considerable.

Que te apliques a tope e intentes hacer las cosas lo mejor posible no te asegura el éxito rotundo. Siempre surgen problemas inesperados y en el caso del Z! Live Rock obviamente también iba a ocurrir. Si además algún que otro elemento te deja en la estacada, pues peor aún. Y si alguno se intenta aprovechar con malas artes, pues ni te cuento. Pues de todo eso les pasó a los buenos de los zamoranos.

Con cinco horas de retraso llegó el camión que transportaba el equipo de sonido. Sus razones tendrían, evidentemente algo les pasaría por el camino. Obviamente ese aspecto influyó en el resultado final y la organización tuvo que empezar a obrar encaje de bolillos para solucionar la papeleta y que no se acumulase un retraso bestial en los horarios. Así que para poder encajar todo un poco mejor, se suprimió la actuación de Escapada abriendo finalmente Kritter aún ante escaso público.


Quaoar fueron los siguientes. Los ritmos stoner de aire progresivo de los vascos no parecieron enganchar especialmente a la audiencia que comenzaba a entrar en el recinto del Auditorio Ruta de la Plata cuya grada permaneció cerrada durante toda la velada para dar una mejor sensación de lleno y evitar la dispersión. Los vascos lo tenían muy difícil. Estaba claro que la mayoría de la concurrencia se había movido por los sonidos melódicos de Stratovarius, Avalanch, Tierra Santa o Saurom, teniéndolo el resto de bandas un poco más complicado a la hora de conectar. Aún así, algunos lo consiguieron. En el Resurrection, a buen seguro,  triunfarán.


Era mi primer concierto de Somas Cure, que fueron los siguientes en actuar. No me disgustaron, aunque tampoco me llegaron a entusiasmar del todo. Lo reconozco, no es mi estilo. Lo que sí me dejó bastante impactado fue el papel de su vocalista Txema Fonz, un chaval con un amplísimo registro que sinceramente creo que encajaría en cualquier tipo de banda si lo vistieras acorde al look que tocara. Por momentos su tono me recordaba a la mejor versión de Molly de Hamlet, pero Txema no es sólo eso. Es capaz de meterte unos guturales impactantes mezclados con la voz limpia y luego entrar en un pig squeal sin forzar. Alucinante. Le falta moverse un poco más y no permanecer tan estático, aunque a la hora de su actuación yo creo que el sol fue cuando más duro pegó y se le puede perdonar. Un tío grande rodeado de unos músicos jóvenes que no lo hacen nada mal y que creo que no pararán de crecer.


[In Mute] llegaban a Zamora tras superar su oscura travesía invernal. Un annus horribilis el de la edición de “Gea” (2017, Art Gates) que se ha llevado por delante a uno de sus miembros originales, el guitarrista PJ al que sustituye el joven Mike. La oscuridad ha rodeado a la banda en los últimos tiempos y ello se ha visto reflejado en las nuevas canciones. Duras, muy duras y retorcidas perdiendo lo poco de melodía en el directo, donde suenan aún más rudas y bestias, lo cual lo pone complicado a los oídos menos acostumbrados a los sonidos más extremos. Costó trabajo encajar con el público, que parecía absorto ante la avalancha sónica a la que estaba siendo sometido. Al final, Steffie logró incentivar un wall of death y funcionó. Fue el comienzo del despertar de un público que hasta ahora parecía impasible frente al escenario a excepción de algunos momentos con Somas Cure. Combinaron canciones nuevas con temas del pasado. Me emocioné.


Reconozco que hasta ahora Aphonnic no es un grupo que me haya enganchado. Me presenté en Zamora sin apenas conocer sus canciones, sin haberle prestado demasiada atención a su “Indomables” (2016, Maldito Records) a pesar de que mi compañera Sonia Mostazo, que escribió la review, no me calla con ellos. Pues bien, ahora que los he visto tengo que decir que Sonia tenía razón. Flipé. Son enormes. Me encantaron. 


Mira que esto del moderneo no es lo mío, pero los gallegos se lo saben hacer pero que muy bien. Ayudados por unos samplers disparados en momentos puntuales, desprenden una importante dosis de energía que poco a poco te va contagiando, que te hace moverte y que acabas aplaudiendo. Fuerza y melodía se dan la mano durante su show. No sólo me gustaron a mí, se despidieron con una buena ovación. Lo mejor al final fue recordar que los podré ver el 26 de agosto en el Unirock, y allí llegaré sabiéndome ya los temas. Antes de verles no entendía su posición en el cartel. Tras su show, creo que fue un acierto. Geniales, para mi gusto uno de los tres mejores conciertos del día.


Luarca, Vaques Fest, Gijón, Grado, Bermeo, tres veces en Oviedo, dos veces en el Resu, la mágica de Albacete, Otero Brutal Fest, A Coruña y Zamora. Era mi concierto número catorce de Angelus Apatrida y la décima localidad visitada para verles. Creo que he contado bien. No me decepcionaron.


Era la tercera vez en esta primavera-verano que les veía y tengo que decir que me gustó mucho más que en A Coruña y que por supuesto en el Otero Brutal Fest. Simplemente que no me atronicaran y no tener que ponerme los tapones ya fue un punto a favor. Pusieron el auditorio patas arriba y los movimientos en el pit surgieron de forma espontánea. No tuvo Guillermo Izquierdo que incitar demasiado a la audiencia para liarla. ¿Repertorio? Obviamente se quedaron temas fuera, pero no importa ya, casi da igual lo que toquen. Si aparece por ahí “Serpents on Parade” o "Vomitive" ya tienes bastante para joderte el cuello, no necesitas más. El final con “You’re Next” fue la puntilla a la única actuación de la noche que me hizo mojar la camiseta. Auténticos y sensacionales. “¡Copón!”.


Ni sé los años que habían pasado desde la última vez que había visto a Tierra Santa. En el pasado fue un grupo que no paró de sonar en casa. Con el tiempo y aquella desaparición suya les fuimos dejando un poco de lado, y nuestro nivel de escuchas bajó considerablemente siendo sustituidos habitualmente en nuestro reproductor por otras bandas como sus paisanos Zenobia. Algunos se fueron a cenar antes de la traca final. En el exterior del recinto apenas dos food tracks. Parece ser que otros tres decidieron a última hora buscar un "mejor destino" y pensaron que era preferible la idea irse al Rock Fest de Barcelona y dejar a la audiencia zamorana con pocos recursos y a la organización con el culo al aire. Por aquello de tener amigos hasta en el infierno, llamamos a una bocatería y nos acercaron la cena hasta el recinto. No podía pasarme una hora en la cola de afuera, quería ver a Tierra Santa, más aún con el retorno de Dan Díez a los escenarios ahora otra vez a la guitarra. El ex- Red Wine (siempre llevaré a aquella banda en mi corazón) y ex- Zenobia parecía llevar toda la vida en la banda. Disfruté de lo lindo una vez más. En agosto se van a Ecuador. Los ecuatorianos van a flipar.


Eran las estrellas de la noche y salieron dispuestos a demostrarlo. Stratovarious ofreció un grandísimo concierto, el mejor de la noche y bastante por encima de  las últimas veces que les he visto. Son muchos años tras ellos, muchos recuerdos, muchos conciertos en muy diversos puntos del mundo. Escuchándoles me venían imágenes de Wacken 2005, del Eurometal del 99, de la fiesta que nos corrimos con ellos en el Krawill de Pamplona (menudas fotos tenemos), de Johansson subiendo la escalera del hotel Mercure en Itzehoe llenándola de barro, etc.


Sí, son para mí una banda especial, pero bien es verdad que la última vez habían estado lejos de gustarme. Esta vez fue muy distinto. Kotipelto canta exactamente igual que hace 20 años y la puesta en escena está obviamente cuidada al detalle, con un nivel de profesionalidad que observamos por aquí en pocas bandas. Si a todo ello le sumas lo bien que se trabajaron las luces durante su concierto, lo genial del sonido y por supuesto, los temazos que ofrecen en su repertorio, ahí lo tienes. Canciones como “Hunting High & Low”, “Coming Home” o “Black Diamond” me pusieron una y otra vez la carne de gallina y eso que a Johansson parece ser que a Iberia le perdió su teclado y al final tuvo que tocar con uno prestado, problema que parece que puso en peligro el corazón de algunos responsables de la organización.

Superiores. Estrellas.


Llegó el momento Avalanch All Star Band. En el escenario varios músicos admirables formando un equipo movido a base de talonario, como los grandes del fútbol, algo que no siempre asegura el éxito aunque garantiza de mano el tirón mediático. Tras publicar una nueva versión según unos, un refrito según otros, de su obra “El Angel Caído”, el combo se ha tirado a la carretera a defender el disco como ya se hiciera dieciséis años atrás. 

Subían al escenario y los nervios se sentían desde el foso. El Mac de Ramil parecía dar problemas en el momento más inoportuno. Fueron apenas unos minutos, pero todos sabemos que en esos momentos a los músicos y su equipo ese lapsus de tiempo se les hace eterno. Por fin se solucionó el contratiempo y arrancaron con la contundencia que aporta la sección rítmica más espectacular del momento en este país. Terrana, pletórico, castigaba su batería sin piedad, pegándole mucho más duro de lo que probablemente exigen los temas. Acompañando, Magnus Rossen para el que sus mejores años en Hammerfall ya quedan lejanos, pero al que cualquier metalhead que se precie le guarda un enorme cariño y que sobre las tablas se convierte en el animador del cotarro, ya que el resto de los componentes parecen clavados al suelo como si estuviese recién fregado. 


Todas las miradas apuntan a Israel Ramos, vestido a lo Beatle en Sgt. Peppers, de rojo, afronta los temas de forma correcta. Evidentemente en cualquier comparación sale perdiendo con la versión original, como saldría cualquier otro vocalista con ese y con cualquier otro disco que haya alcanzado el nivel de miticidad que tiene  “El Angel Caído”.


Nada que objetar a su labor vocal como tampoco a la labor del resto de la formación. El pero se lo pondríamos a la frialdad con la que afrontan las canciones, comportándose como un grupo de robots que sí, ejecutan bien los temas, pero sin eso que llaman los ingleses "feeling", los del sur "duende" y por aquí por el norte "alma". Y es que el carisma no se ensaya. Los movimientos pausados a un lado y otro del cantante están a años luz en actitud a cualquier otro cantante del género, lejos de los Novoa, Jiménez, García, etc, vocalistas que transmiten una fuerza sobre las tablas de la que Ramos a día de hoy sigue careciendo.


Difícil tarea tiene por delante el vocalista, como la que sufrió Ramón Lage en sus comienzos. Pobre Ramón, lo que tuvo que tragar para cerrarnos luego la boca a todos con la publicación de “Los Poetas han Muerto”. Sinceramente, creo que Israel habría salido mucho más beneficiado estando en el proyecto con un disco de temas nuevos en vez de con esta innecesaria revisión.

Frío, me dejaron muy frío, contagiando el sentimiento con la sensación térmica que iba en descenso. A día de hoy, personalmente, no me aportan nada. Sólo deseo la llegada de un nuevo álbum y que todo esto quede de lado definitivamente para volver a disfrutar de un nombre, el de Avalanch, del que siempre he sido fiel seguidor y una banda a la que he visto unas 30 veces en vivo. Sobre el escenario cada cual parece buscar su lucimiento personal, realizar una buena ejecución e intentar vender que son una banda y no un grupo de mercenarios. No cuela.


Que el futuro venga ya y dejémonos de nostalgias absurdas. Si quiero ver un buen tributo, me voy a ver a Iron What? Si quiero versiones, a un pub de Benidorm.

Olvidables totalmente. Y tan a disgusto como para cerrar ahí el día. Demasiadas horas, demasiadas bandas. Saurom para otra ocasión. Mi cuerpo no podía más, aunque lo que de verdad me venció fue el desánimo. Mi corazón... estaba negro.

Antes de terminar, mandar un afectuoso saludo y un mensaje de agradecimiento a la organización del Z! Live Rock Fest por la acogida un año más y por su bien hacer. Ojalá haya Z! Live Rock 2018.

© Diario de un Metalhead 2017.

Más sobre el Z! Live Rock aquí.