Por Larry Runner y Maitane Fernández.
Fotos: Larry Runner & Tsunami Xixón.
Con el éxito asegurado tras colgar el “Entradas Agotadas” días antes del comienzo, el primer TSUNAMY XIXÓN echó a andar el pasado viernes en una jornada en la que el espacio principal no se llegó a llenar del todo quizás porque fuese aún jornada laborable.
Y es que a pesar de llegar un poco tarde por ser día de trabajo para algunos como nosotros, aparcamos cerca de la puerta del recinto sin demasiada dificultad. Gijón nos recibía soleado y no hizo falta ropa de abrigo en toda la tarde - noche.
Tras encontrarnos los habituales errores de novato en la entrada por parte del personal de puerta -un poco de confusión para ver hacia dónde nos teníamos que dirigir para recoger nuestras acreditaciones- accedimos al patio y nos fuimos directamente a canjear nuestros euros por los Tokens oficiales del festival.
Los más madrugadores y desocupados -putos afortunados- ya habían disfrutado a la mañana de la sesión vermú de la Plaza Mayor y por la tarde, antes de la apertura, en el skate park, también pudieron pasárselo en grande con The Blackjaw y Misiva. Aún así, alguno se nos vino quejando ya de entrada porque “no había kalimotxo”.
Acudimos teniendo bien claro que no era el Tsunami un festival muy de nuestro estilo. La experiencia nos recordó aquel primer Resurrection Fest al que acudimos hace años para ver lo que por allí se cocía a pesar de no conocer a casi ninguna banda del cartel y solo con la excusa de ver a Ángelus Apatrida.
Y es que esta vez no estaban los manchegos por medio... ni ninguna banda que se les pareciese. La presencia de heavy metal kids era mayor en el parking haciendo fiestas privadas entorno a los coches que dentro del recinto. El cartel no estaba hecho para aficionados a las emociones más duras del metal. Tsunami ofertó un billing de lo más ecléctico pero alejado de los sonidos metaleros tradicionales. A pesar de ello, no nos lo queríamos perder, y estando tan cerca de casa, sería de bobos despreciar algunas actuaciones que sí podíamos marcar con resaltador en nuestra hoja de horarios.
Acid Mess
Dicho esto, el viernes acudimos para ver apenas un par de descargas, aunque ya allí, evidentemente fueron algunas más. Para nosotros comenzó la tarde con Acid Mess. Pensábamos que su prog psicodélico era digno de ver y los seguimos de cerca. El trío se presentó con un cuarto miembro a los teclados. Descargaron toda su acidez durante media hora a ritmo lento, pesado y sesudo sin conseguir mucha reacción entre el público. Dieron la sensación de ir un poco a su bola, de salir a pasárselo bien sin tener en cuenta lo que abajo pudiera ocurrir.
Hasta Toundra ya no teníamos nada más marcado en nuestra lista, pero ya que estábamos allí, pues a disfrutar. Sexy Zebras actuaron por medio descargando su punk rock macarra con una puesta en escena bastante kalimotxera que a nosotros ni nos iba ni nos venía, pero que sí conectó con el público presente que se sabía todos los temas. A lo grande. Movieron bien a su gente. Fue durante ese rato cuando pude charlar con algunos amigos y conocidos que nos fuimos encontrando por el patio. Recibimos con alegría el que viniera un jovenzuelo llamado Pablo a saludarnos por haber leído con emoción en nuestra web ya hace algún tiempo cómo escribíamos sobre la banda de su padre. Y es que el chaval se presentó diciendo que era ni más ni menos que el hijo de Luis de los míticos Bufón de Figaredo.
Toundra
Llegó la noche y con ella el esperado momento. Toundra, banda a la que reconozco descubrí muy tarde tan solo hace apenas un par de años cuando Century Media me hizo llegar su “IV”, publicado por su filial Superball Music tal y como comenté con el amigo Hermes (The Punishers) a media tarde. Corría el 2015 y sin duda fue aquel año fundamental en su carrera, pegando el salto al gran público y alcanzando cuotas de popularidad bastante interesantes. Por entonces intenté entender su música. Una vez superada la fase inicial pasé a la segunda, la de disfrutarlos dejándome llevar por la atmósfera con la que impregnan su virtuosismo instrumental. Gracias a ellos ahora soy capaz de empaparme de otros grupos con su misma filosofía como los pucelanos Ciconia.
Toundra
Había visto algún video de conciertos anteriores con Orquesta -formato con el que se presentaron en el Tsunami- pero lo ofrecido en vídeos de los móviles no iba a hacer justicia al espectáculo que iban a brindarnos en la noche de la Laboral.
Con miles de personas presentes ya en el patio, dando sensación de gentío, gozaron e hicieron disfrutar. Un concierto que se movió entre pasajes sentidos y tranquilos y otros mucho más enérgicos donde el cuarteto incluso llegó a prescindir por momentos de la orquesta para desatar toda su furia.
Toundra
Alberto Román Silgado, batuta en mano, dirigía desde la parte de atrás sobre un altillo a la pequeña pero efectiva orquesta, cuya maestría pudimos gozar en todo momento gracias al buen sonido disfrutado durante casi toda la actuación. Eso a pesar de que sonorizar ese patio debe ser bastante difícil. Bien es verdad que desde atrás el efecto rebote era mayor que de la mitad hacia adelante, donde se podía uno divertir con total intensidad.
Toundra
Mientras la orquesta y un teclista aportaban una preciosa base sónica, el cuarteto adelante lo rompía en intensidad con un Esteban Girón a la guitarra al que parecía darle calambre el suelo del escenario. Y es que el seis cuerdas asturiano de Navia, no paró de moverse un instante. Hubo sorpresa. En gran parte de la segunda mitad del show, Toundra pasaron a ser cinco, ya que tuvieron como invitado a la acústica a Javi Cosmea (Thirteen Bled Promises, Cathexia, Legacy of Brutality), al que incluso llegaron a ceder en algún momento todo el protagonismo. Era mi primer concierto de Toundra y a buen seguro que no será el último. Es más, creo que nunca más me perderé un bolo que caiga cerca. Pura magia. Desakato cerró la primera de las jornadas de forma exitosa.
Javi Cosmea con Toundra
El sábado la Laboral se llenó de gente amante del punk rock. Estaba claro que la inmensa mayoría de la audiencia estaba allí por The OffSpring y Pennywise. Encontré pocas caras conocidas y el color negro escaseaba aún más que la anterior jornada. En honor a la verdad, nos sentimos un poco fuera de lugar, pero no queríamos dejar pasar la oportunidad de ver a KADAVAR y a GRAVEYARD, así que allí estuvimos.
Con KADAVAR llegó el auténtico Tsunami. Siempre se ha dicho que la Laboral era un edificio irreductible, indestructible, tras el paso del trío berlinés, lo podemos confirmar. Si a estas horas la histórica construcción sigue en pie, ya nada la va a tumbar. Desde la inicial “Come Back Life”, el concierto fue testimonio de poderío. No hay nada más brutal sobre un escenario que ver a un trío sonar tan bien, tan contundente y llenando tanto el espacio sónico. Este mismo verano he visto a bandas que duplicaban en número de componentes a los alemanes y sonaban huecos.
Kadavar
A pesar de lo grande de su concierto, el público hay que reconocer que estuvo bastante estático. Y es que es lo que os digo, aquello estaba lleno de aficionados al punk rock y a otros estilos más bailones, y quizás la apuesta KADAVAR era demasiado heavy para ellos. Apenas unos minutos antes del comienzo de la actuación del trío la PA escupía no se qué ritmo bailón y no fueron pocos los que comenzaron a mover el esqueleto como si estuviera Mulero o cualquier DJ de moda sobre las tablas. Cómo coño iban a hacer caso a KADAVAR luego.
Kadavar
Uno no se puede estar quieto con canciones como “Pale Blue Eyes” si por sus venas corre el ritmo del sonido pesado. A pesar de no estar ante su público, bolazo. Al final, el “Helter Skelter” de despedida les sirvió para ganar unos más que merecidos aplausos.
En el cambio me dio tiempo para dar una vuelta a todo el recinto, algo que no había hecho el día anterior. Visité el escenario Jaggermeister situado en los jardines laterales donde estaban aparcados los food tracks. Allí el ambiente era bastante tranquilo, con mucha gente sentada o directamente tumbada por el suelo bebiendo de forma reposada disfrutando la música como si fuera ambiental, tomándoselo muy de tranquilo. La verdad que esa zona me pareció todo un lujo y la idea del pequeño escenario realmente buena. Pasé por la zona marcada como VIP y allí me encontré a parte de la Otero Crew. Un lugar acogedor donde pude sentarme un poco a tomarme una cerveza y aclarar algunas notas de mi cuaderno, sobre todo las del viernes escritas en la oscuridad.
Visité la amplia zona de prensa, un enorme aula bien dotado de mesas y sillas, pero en el que no se ofrecía ningún servicio más. La verdad que para un festival de apenas un par de días, cortito, no hacía falta mucho. Pero en caso de crecer en duración, bien estaría disponer al menos de wifi. Si la había, al menos a mí nadie me informó de nada y allí dentro la cobertura del móvil era nula. Aún así, hacía tiempo que no me encontraba con un lugar así en un festival estatal. De todas formas, todo lo comentado en esta parte de la crónica son añadidos que poco aportan al espectáculo musical, que es lo realmente importante. En ese sentido, un sobresaliente. Y es que sobre el escenario cada vez que se observó algún problema, se reaccionaba en cuestión de segundos y todo se resolvía a velocidad de flash. En ese sentido me gustaría destacar el cambio que se hizo de cabezal y ampli de bajo durante la actuación de GRAVEYARD. En cosa de 30'' lo habían cambiado todo saliendo del lateral un equipo calcado al que estaba funcionando, nevera Ampeg incluida. Eso es realmente lo importante. Profesionalidad absoluta.
Graveyard
GRAVEYARD, lo tuvieron aún más difícil. La gente se quedó completamente aplatanada. El rollo de los de Gotemburgo es demasiado sesudo y tiene que gustarte mucho el stoner y el rollo psicodélico para conectar con los suecos. No culparé a la audiencia de su nula reacción ante la descarga que pasó por algún momento de auténtico tostón. Ver bostezar a la gente es signo de que algo falla. No todo será culpa de la audiencia. He visto en muchos festivales a públicos distantes del artista que se acaban enganchando. Con GRAVEYARD esta vez no ocurrió.
Graveyard
Pennywise y The Offspring ofrecieron luego buenos conciertos, cargados de himnos, sobre todo los estrella de cartel, que lo son por algo. El repertorio, cargado de hits mainstream hace tiempo que dotó a los americanos del status de universalidad del que solamente los verdaderamente grandes pueden presumir.
Y así vivió una pareja de metalheads la primera edición del Tsunami Xixón. Con pocas emociones para gente como nosotros, pero aún así, mereció mucho la pena haber estado presentes. Quién sabe, quizás el año que viene sea un poco más metálico. Pero si esta primera edición ha funcionado tan bien ... casi mejor que no lo toquen mucho. Han acertado de pleno.
Antes de terminar, un apunte. Llegó a mis oídos la noticia de que el festival fue ofrecido a otro municipio también importante antes que a Xixón y que por allí su concejal de cultura se hizo el orejas. En esta Asturias nuestra siempre hemos estado gobernados por lumbreras. Hace falta ser imbécil, cortito o no tener ni puta idea de qué va esto para rechazar a 8000 aficionados a la música dispuestos a dejarse una pasta en comer, beber y quizás algún día volver en otras circunstancias.
En Xíxón se recibió al Tsunami como se han de recibir estos eventos, por eso la ciudad es un hervidero en verano, porque se hacen las cosas bien y entre otras cosas, no se intenta perseguir a la cultura. En ese sentido, percibí la sensación de que todo el entorno estaba a sumar y no a restar. No se me trató como a un delincuente ninguno de los dos días haciéndome sacar todas mis pertenencias. No me encontré con esos controles policiales que nunca están en las zonas del ocio "para adultos" y aparqué sin molestar, aunque en un lugar "ilegal". A la vuelta allí estaba mi coche y de otros muchos otros sin ninguna multa ni similar. Fuimos a disfrutar y nos lo permitieron. Es lógico que todos los que fuimos, estemos pensando en volver.
Enhorabuena a la organización, que a pesar de que se vio un poco desbordada con algún detalle, cumplió con creces. El segundo será mejor. No sé si tan especial, pero mejor. Seguro. Esto no ha hecho más que empezar.
© Diario de un Metalhead 2017.