Por Larry Runner.
Descubrí a COB y a Alexi con “Hate me!” aquel temazo del “Follow the Reaper”. La canción me voló la cabeza y me hice fan al momento. A partir de ahí fueron llegando a casa todos sus discos, anteriores y posteriores, incluso tengo alguno firmado. Y es que Alexi era un genio y aunque por desgracia se ha ido muy joven.
La primera vez que vi al bad boy finlandés en vivo fue en aquella fábrica de sueños que era la Sala Jam de Bergara. Cubrían la gira del “Hate Crew Deathroll”, disco que aún hoy sigue siendo mi favorito de la banda. Apareció en escena con aquella transgresiva camiseta de A Palo Seko dedicada a Heidi. Salir y meterse al público en el bolsillo sin llegar a decir buenas noches sólo se le permite a los más grandes. Él lo era. Le veías tan sobrado de actitud y tocando tan bien que deseabas cambiarte por él.
Tras un buen montón de años su carrera tuvo luces y sombras, pero continué gozando de su música, sus locuras en formas de versiones de temas pop e incluso viéndole como una gran estrella en el Wacken.
Ahora se ha ido para siempre y nos deja un enorme hueco difícil de tapar. Él, In Flames y At The Gates son los responsables de que la música extrema entrara en casa. Muchos discos a descubrir, mucha música nueva, muchísimas horas de diversión. No es justo lo que ha pasado.
No, no es justo. No lo puede ser de ninguna manera. Porque Alexi no era Lemmy o Dio, aún era un chaval y por tanto no le tocaba irse, no era su puta hora. Era aún demasiado joven para morir y todavía tenía mucho que ofrecernos. Ahora saldrá su disco póstumo con Bodom After Midnight y podremos gozar de su último trabajo, pero será lo último.
La muerte nunca nos viene bien, pero a veces llega demasiado pronto. A Alexi no le tocaba. No es justo.
Descanse en Paz.
© Diario de un Metalhead 2020.
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