Por Nacho Unexpectance
Enfrentarme a esta reseña del nuevo
álbum de HEAVEN SHALL BURN, me ha
supuesto sentimientos encontrados. Por un lado, la ilusión de tener entre mis
manos el nuevo álbum de una de mis bandas favoritas de todos los tiempos. Por
otro, el miedo a la decepción derivado del no muy convincente single “Bring The
War Home”. Porque, si bien, es HEAVEN SHALL BURN en estado puro, me pareció adivinar cierto agotamiento en la
fórmula de la propuesta.
HEAVEN SHALL BURN no es un
grupo cualquiera por múltiples motivos y por mérito de la propia banda. Es un
grupo que, musicalmente, está más cercano al metal pero que, sin embargo,
procede de la escena hardcore en su vertiente más política y comprometida. Sus
letras siempre han sido una constante crítica social y política, y este CD se
presenta con una declaración de intenciones claras: “El busca la distancia para cambiar su perspectiva. En la libertad y la
reclusión organiza sus pensamientos. La fuerza y el poder lo obtiene en el seno de la protección de la naturaleza.
En el silencio vívido y la lejanía familiar él puede escuchar a su corazón.
Sin embargo, él experimentó que desde
ningún viandante se obtiene lo mism. Él
sabe que nada va a cambiar hasta que cambies tú mismo. Y por lo tanto todo
revolucionario es un vagabundo”(sic.).
Los conocí con su primer Ep de 1998 “In
Battle There´s No Law”, al que le siguió el Split con Fall Of Serenity. Pero no
fue hasta la incorporación de Patrick
Schleitzer y la salida de su LP “Asunder”, que captaron mi atención. Por aquel
entonces, practicaban una mezcla del metalcore de finales de los 90 con el
estilo de death metal de unos Bolt Thrower. Sobre finales de 1999 - principios
del año 2000, en el metalcore, comenzó a haber una tendencia a incorporar
sonidos del Death Metal melódico procedente de Gotemburgo, con claras influencias
de At The Gates e In Flames, reflejados tanto en bandas nacionales como Another
Day y los primeros Sound of Silence, como en bandas internacionales como
Darkest Hour. HEAVEN SHALL BURN publica “Whatever it may take” en el año 2002, donde observamos como también
incorporan matices de esta propuesta para ir esculpiendo lo que será su estilo
definitivo, conseguido en su máxima expresión con el grandioso “Antigone”, el
mejor álbum de la banda. Después de este LP, en mi opinión, se hace notar mucho
la salida de Patrick Schleitzer y, si bien, los siguientes álbumes tienen temas
muy buenos y épicos marca de la casa, no es hasta la salida de “Veto”, en el
2013, que creo vuelven a conseguir la esencia de “Antigone” que tanto echaba de
menos.
Han
pasado 3 años, y aquí tenemos su nuevo disco “Wanderer”. Ha sido grabado por
los guitarristas de la banda y mezclado y masterizado por Tue Madsen. El
batería es Christian Bass que sustituye a Matthias Voigt (por problemas de
salud). El sonido general es HEAVEN SHALL BURN pero con diferencias: la voz está menos procesada respecto al resto de álbumes
de la banda, lo cual no es ni bueno ni malo, sino diferente, sin que tampoco
sea dramático como para impactar al sonido característico del grupo. Lo que si
no me ha gustado es la decisión de mantener las guitarras un poco por encima de
la batería y el sonido del bombo, con un corte de agudos que le resta
presencia. Estos dos detalles le restan pegada al álbum y lo convierten en el
más flojo, sonoramente, de toda su discografía.
Abren con “The Loss of Fury”, un tema
lento y que sorprende porque no es el típico tema cañerísimo que abre los CDs
de HEAVEN SHALL BURN y, por otro lado, es algo
diferente a lo que han hecho hasta ahora. No engancha pero al menos intentan
una nueva propuesta. Lo siguen “Bring The War Home”, “Passage of The Crane” y “They
Shall No Pass”. Son 100% HSB, con su melodic death metal Bolt Thrower-izado
pero usan unas melodías ya demasiado utilizadas por ellos mismos y que, unido a
lo que comentaba de la producción, pues tienen el aprobado pero no es un “guau
discazo”.
“Downshifter” es, sin duda, mi tema
favorito del álbum. Y, casualmente, me ha recordado a lo escuchado en “Whatever
it May Take” del año 2002. Es el tema más potente de todo el CD, con los
breakdowns bailongos que tanto nos gusta a la gente que seguimos este género,
junto con la brutalidad y melodía necesaria. Me aproximo al ecuador del CD y,
tras una pequeña decepción inicial, retomo la fe en el disco. Le sigue “Prey to
God”, el típico tema que siempre hay en los discos de HEAVEN SHALL BURN de puro death metal sin melodía y que choca con el resto de
temas pero que, sin embargo, es característico encontrar. Brutal y directo, muy
en la línea “Asunder”.
A partir de aquí, tenemos “My heart is my compass” como interludio y continúan 5 temas que no me han llamado nada la atención. El último de ellos es completamente prescindible, un tema lento, repetitivo e insulso.
La parte lírica sigue siendo uno de los
puntos fuertes de esta banda y así lo hacen notar en su hoja promocional de
prensa, donde se explica cada uno de los cortes con exactitud y, como no podía
ser de otra manera, se abordan muchos de los problemas y males comunes a la
sociedad moderna. Es un componente que, de momento, nunca ha fallado a lo largo
de la carrera de la banda y se lo hay que agradecer a su cantante, Marcus
Bischoff, quien siempre me ha parecido el miembro más destacado del grupo, en
carisma y en su buen hacer vocal y lírico.
Para ir terminado, comentaré que me ha
llamado la atención la portada de este CD y, por desgracia, no para bien. No me
gusta nada, francamente. Cierto es que rompe con todo lo anterior pero no le
encuentro ningún sentido. No, no tiene ninguna significación importante.
Querían, simplemente, fotos de la naturaleza para transmitir la idea de
“vagabundo” ligada al trasfondo que quieren transmitir con el álbum y, bueno,
creo que pega más para una portada de country que otra cosa.
PROS:
1. Sonido HEAVEN SHALL BURN.
2.
Las
letras siguen teniendo un peso importante.
3.
En
algún tema, intentan romper con lo de siempre.
CONTRAS:
1.
Sin
embargo, esa ruptura, no es para bien.
2.
Al
sonido le falta algo más de contundencia a la batería.
3.
Las
melodías están demasiado vistas y, para colmo, no son tan épicas como en otros
discos.
4.
Carece
de algún tema memorable.
Conclusión: Si bien es cierto que no es un mal
disco, a una banda que lleva desde 1998 y es este su octavo disco de estudio,
creo que hay que exigirle más y que debe arriesgar más. HEAVEN SHALL BURN se han acomodado a la fórmula y melodías de siempre, y eso ya
no da más de sí. Además la sección de percusión es floja y le resta potencia al
disco. Creo que deberán dar un paso adelante y hacer evolucionar su propuesta
en el siguiente LP, si quieren llegar a sorprender como lo hicieron en su
momento.
Temas
destacados: “Passage of the Crane”, “Downshifter”.
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