By Simón García López.
Furgoneta. Ese fue el medio de transporte que elegimos para
llevarnos a Wacken tras sopesar todas las opciones. Nuestros invitados irían en
avión, pero nosotros por llevar instrumentos y demás decidimos utilizar ese
medio de transporte gracias sobre todo a que Jorge Carbajales Cuevas, amigo y
devorador de aventuras que se ofreció para acompañarnos en el viaje poniendo él su
furgoneta si al final así lo decidíamos. No lo hacía por el festival en sí
mismo, sino por vivir la experiencia con nosotros. Jorge es un amante del Blues
y el Rock and Roll y contemplando Wacken desde fuera consideraba que a él poco
le podía ofrecer. Tras pasar tan sólo un día allí era casi el más emocionado y
sorprendido por todo lo que el festival le ofrecía. Música incluida.
Salimos a las 00:00 del lunes 1 de agosto. El viaje duraría
casi dos días haciendo una parada larga en un hotel a las afueras de París para
dormir. El viaje fue como todos nuestros viajes. Si dura dos días, la mayoría
del tiempo nos lo pasamos riéndonos. El resto o dormimos o escuchamos música. A
veces todo a la vez. La primera parada para descansar seria fue en la Gran Duna
de Pilat, la formación arenosa más alta de Europa a una hora más o menos de
Burdeos. Conocía el sitio y quería que los demás lo viesen. Es impresionante y
recomiendo su visita indudablemente. Allí visitamos la duna, descansamos,
comimos y después de unas horas arrancamos de nuevo.
En carretera después de muchas horas ves de todo. Fue un
viaje tranquilo, pero en un momento determinado delante nuestro un camión se
salía constantemente de la autovía dando bandazos de un lado a otro. En algún
momento estuvo a punto de chocar contra las protecciones pero siempre enmendaba
la dirección y durante unos cientos de metros parecía recuperar el sentido.
Tras unos minutos de tensión donde no nos atrevíamos a adelantarlo, en una
recta nos decidimos y rompimos el claxon de la furgoneta como reprimenda y
toque de atención.
Íbamos bien de tiempo y sobre las 20:30 estábamos llegando a
París. Jorge conocía la ciudad y nos propuso visitar los lugares más
emblemáticos aprovechando que íbamos bien de tiempo. Así lo hicimos y pudimos
ver la Torre Eiffel y pasear por los Parques Elíseos.
Sobre las 23:30 llegamos al hotel tras perdernos un par de
veces buscando la salida correcta de la ciudad.
El día siguiente amaneció lloviendo a mares. Mal presagio.
Desayunamos como animales en el hotel y a las 8 de la mañana del martes 2 de
agosto arrancamos de nuevo. Fue un día largo de conducción bajo unas condiciones
horribles. Atravesamos 4 países, hicimos más de 1000 kilómetros y cuando
estábamos a una hora más o menos de la llegada se nos acaba la carretera.
Siguiendo el Gps teníamos que cruzar las aguas del Elba para
llegar a Wacken y pensamos que habría un puente gigantesco. Nada más lejos de
la realidad. La carretera terminaba y una gran cola de coches, furgonetas y
camiones nos antecedía. Había que pillar un transbordador para cruzar el río y
llegar a Wacken. Y habíamos llegado a coger el último por 20 minutos. Tuvimos
una gran suerte porque de lo contrario, tendríamos que haber dado la vuelta y
recorrer 200 kilómetros más nada más y nada menos.
Cruzar el Elba fue una experiencia alucinante. Vimos la
puesta de sol desde allí y coincidimos con muchísima gente que se dirigía al
festival. El mismo transbordador estaba adornado con banderas del Wacken. Ya
quedaba menos.
Con la noche encima tardamos alrededor de media hora en
llegar al pueblo de Wacken. Fue una locura encontrar el lugar para las
acreditaciones, y nuestra zona de acampada. Tardamos un par de horas más o
menos en hacer todo eso entre la oscuridad y las malas indicaciones del
personal de seguridad del festival. Nos asentamos en el lugar donde la
delegación española de Wacken estaba, dirigidos por Steffi de [In Mute], y tras
montar tiendas y campamento abrimos un barril de cerveza para celebrarlo. Estábamos
en una de los campings VIP destinados a artistas, prensa y demás. Un lugar
estupendamente acondicionado con unas duchas y servicios magníficos que el personal
de limpieza se encarga de mantener limpios en todo
momento, además de bar, zona de prensa, y un espacio para cargar el móvil o
conectar los portátiles o cualquier aparato eléctrico. Tras medio barril, el
grupo hondureño CROWS CROW se acercó
a nuestro lugar y sus miembros nos contaron que les habían retenido todas sus
maletas y no tenían nada allí. Tras hablar con la organización del festival
estos les cedieron para esa noche las casetas de la organización situadas en la
misma zona VIP para que pudiesen dormir y tener un lugar relativamente cómodo.
Todo un detalle que parece normal, pero que entre casi 100000 personas un
festival puede no tener ya que cada persona de esas 100000 tiene sus problemas
y dificultades propias del viaje. Era una muestra del nivel de profesionalidad
y empatía que el festival maneja para con los grupos y el público. La primera
de muchas que vimos a lo largo de la semana.
continuará ...