By Simón GarcíaLópez.
Cuando amanecimos el miércoles sólo pensábamos en el
concierto de la tarde. Era el día y hasta las 18:50, hora en la que nuestro
papel en Wacken llegaría a su fin, todo giraría en torno al concierto.
No era un concierto más, estaba claro y decir lo contrario
sería estúpido, pero lo preparamos como uno más, dedicándole eso sí más tiempo
de ensayo, más tiempo quizás a afilar pequeños detalles del directo. Sobre el
escenario la idea era dar el mismo concierto de siempre. No era cuestión de
inventar nada después de casi 10 años para 20 minutos. Si habíamos llegado
hasta allí con una idea clara y firme de directo cambiar era otra estupidez, un
suicidio. Íbamos con la idea clara de demostrar lo que hacemos y que después
pasase lo que tuviese que pasar.
El grupo no estuvo nervioso en ningún momento. Sólo nos
preocupaba que en 20 minutos no fallase nada. Que no se rompiese ninguna
cuerda, que no hubiese problemas técnicos de ningún tipo. Que ningún detalle
estropease ni un segundo de los 20 minutos que teníamos por delante. Ese tipo
de cosas. Recordamos antes de tocar como en la final de Barcelona en el primer
golpe de batería un plato había salido por los aires al medio del escenario y
cómo Javier Cosmea, que ese día sustituía a Borja y en Wacken hizo un trabajo
inestimable por nosotros en todo momento, había tenido de
dejar de tocar los primeros acordes para colocarlo y que Piti pudiese usarlo en
el tiempo que teníamos. Ese tipo de imprevistos son los que temíamos y debíamos
de evitar.
En nuestro concierto nada de esto ocurrió. Todo salió
genial. Cumplimos con el tiempo, no hubo errores ni imprevistos. Nuestras
sensaciones fueron buenas en todo momento, y nos lo pasamos bien sobre el
escenario. El recuerdo que tenemos es imborrable y difícilmente mejorable. 20
minutos no dan para mucho, pero esos 20 minutos ya son historia del grupo y un
recuerdo inimaginable en un lugar inimaginable cuando empezamos a tocar. Un
sueño cumplido, una experiencia más en nuestras vidas.
28 grupos de 28 países competían con nosotros. He de ser
sincero al respecto en este punto y reconocer que no quise escuchar a ninguno.
De rebote escuché alguno en listas de reproducción aleatorias de Wacken que en
alguna que otra fiesta entre amigos hicimos y sonaban de fondo, pero nunca me
senté a escucharlos detenidamente. Cuando la gente me hablaba sobre esto en
ocasiones me comentaban nuestras posibilidades respecto a las bandas
participantes y yo asentía, pero lo cierto es que no me interesaba en absoluto.
No quería obsesionarme con el nivel de los grupos, pensar en nuestras
posibilidades en comparación con estos o aquellos porque es algo que creo no
vale para nada. Una cosa es el disco y otra el directo. Dos mundos diferentes.
Algunos de mis compañeros de banda sí lo hicieron, pero yo no quise. Ahora no
me importaría dedicar tiempo a escucharlos, una vez pasado, pero antes no
quise. A los ganadores por ejemplo, los sudafricanos Zombies Ate My Girlfriend
los he buscado y escuchado. Su estilo no cuaja con mis gustos personales, pero
sin duda son un buen grupo y en directo el amplísimo jurado algo vio sin duda
en ellos para que saliesen campeones como lo vio en los otros 4 grupos de entre
los ganadores, porque como antes dije, una cosa es la música y otra el directo.
Killswitch Engage, por poner un ejemplo y para que se me entienda, no me gustan
nada, pero fue uno de los grupos que más me impresionó nunca en directo y por
eso están en gran medida donde están.
Aprovecho desde aquí para volver a felicitar a los 5
ganadores y en especial a los ya mencionados Zombies Ate My Girlfriend como
ganadores absolutos. Ojalá el siguiente grupo español que vaya a Wacken pueda
reeditar los éxitos pasados de Crisix e [In Mute].
En Wacken saqué unas cuantas conclusiones respecto al
festival y a los grupos que vi tanto de la final de la Metal Battle como dentro
del cartel. La más importante y que quiero compartir creo que es la siguiente:
los grupos que tocan ahí, incluyo a los ganadores de la Metal Battle, además de
ser grandes bandas en general, buenos músicos que hacen buena música, tienen un
punto diferencial respecto al común de las bandas. Este punto diferencial es lo
más difícil de lograr para cualquier banda. No se trata sólo de buenos grupos
que hacen buena música. Son bandas que proponen además de eso una o varias
características que hacen que después de ver y escuchar a 200 del mismo estilo
te quedes y recuerdes sólo a una. Esa banda que recuerdas tiene esa calidad
musical, y además, ese punto diferencial. Puede ser actitud, puesta en escena,
sonido, luces, escenografía o varias cosas a la vez. Pero cuando terminan
piensas en el inmenso espectáculo que acabas de ver, independientemente del
estilo, independientemente de que no vayas a comprar nunca su disco porque en
casa no te guste escucharlos. Piensas en que por lo menos, si vuelves a tener
la oportunidad de verlos, irás a ese concierto y pagarás la entrada porque
sabes que merece la pena. En el mejor de los casos hasta te haces fan. Además
de todo esto, ese grupo ha arriesgado, apostado por la música como forma de
vida, como trabajo y como sustento. Y como con cualquier otro trabajo, ha
tenido que comer mucha mierda y rendirse seguramente a imposiciones
contractuales que seguro en muchos casos no eran satisfactorias. Nadie nace
grande, ni se hace grande sin comer un poco o un mucho de mierda.
De vuelta a la realidad, a las 16:00 una de las furgonetas
que el festi habilitada para desplazar a los grupos del camping VIP a la carpa,
nos recogió para llevarnos al W.E.T. Stage. A las 16:30 teníamos que estar allí
para dejar los instrumentos, que nos enseñasen nuestra caseta de la zona VIP
tras el escenario, que nos diesen las instrucciones de cómo iba a funcionar
todo una vez allí antes, durante y después, etc. A las 18:00 llegaría el turno
de pasar al escenario, montar, chequear, y posicionarse y a las 18:30 arrancar.
Todas estas horas se respetaron al milímetro. No hubo ni un
solo segundo de retraso.
Moritz "Mutz" Hempel guitarrista y cantante de
Drone fue el encargado de recibirnos y darnos todas las instrucciones de manera
pormenorizada siendo uno de los principales coordinadores de lo que entre los
bastidores de la carpa ocurría. Más tarde descubrimos que Jeff Waters que por
allí se paseaba sería el encargado de presentarnos. Todo un honor.
En esas dos horas todo transcurrió de manera normal.
Teníamos unas ganas mortales de subir ya y soltar adrenalina. A las 18:00 llegó
nuestro turno. Montamos y chequeamos en esa media hora. Un reloj situado a la
derecha marcaba el paso del tiempo y servía de referencia a todo el mundo para
conocer el tiempo del que cada uno disponía. 20 minutos de directo. A los 20
minutos y un segundo todo terminaba. Se cortaban micros y a otra cosa. Si no
habías terminado te jodías. Además estabas fuera de concurso. Nuestro set era
de aproximadamente 18 o 19 y nunca nos habíamos pasado. Estaba controlado.
El telón se abrió y tanto “Machine”, el presentador del
W.E.T., como Jeff Waters aparecieron para presentarnos ante las 5000 personas
que había en ese momento en la carpa. Arrancaríamos sin Intro, marcando Javi
una vez, todos de espaldas mirando hacia él. Un golpe seco, nos giraríamos y a
tocar los 4 temas que habíamos preparado.
A las 18:30
nos giramos hacia Javi. Con una medio sonrisa me miró interrogativo, asentí, y
todo comenzó.