Por Larry Runner.
Hace años, quizás demasiados, cuando yo era aún un crío, había un programa en la televisión, en la que única que había por entonces, titulado “Jazz entre amigos”. Allí una banda actuaba en directo rodeada de unas pocas personas presentes en el plató, o al menos eso creo recordar yo, aunque no lo tengo muy claro, porque era muy joven aún y quizás mis recuerdos no se ajusten a lo que era la realidad. El caso es que algo así vivimos el pasado sábado en Oviedo, un concierto de metal con cuatro bandas que al final se convirtió en un evento íntimo, ofrecido solo para unos pocos que nos pasamos por la Sir Laurens.
Predecíamos una tragedia y así fue. Ver una sala tan grande con tan poca gente fue un dolor. Creo que habría sido más acertado hacerlo en otra plaza más íntima, como el Malecón de Avilés, por ejemplo. Probablemente la respuesta hubiese sido similar, pero mejor ver un bar mediado que una sala vacía. Y es que estuvimos lejos de llegar al medio centenar, con eso, lo digo todo.
Los horarios fueron puntuales y es que no había otra. Hay un treintañero en el edificio que odia la música y a las 11 en punto llama a la municipal para la consiguiente denuncia, así que hay que andar fino. Una pena que sea alguien joven el que nos machaca a los amantes de la música en vivo y por supuesto a los responsables de la Sir Laurens. Pero vivimos en un país que funciona así, y parece todo el mundo contento de que nada vaya a mejor. Así que ajo y agua señores. Es lo que toca y si alguna vez cambia, será a peor, como pasó con Franel Rock.
Abrieron Chamako Wey y éramos cuatro gatos, contados, aunque poco a poco llegaron todos los que íbamos a ser al final, apenas un par de decenas, y junto con el resto de los músicos presentes en la sala, pues algo de bulto se hacía. Canciones irreverentes, unas muy cortas, otras más normales y los de Langreo que se plantaron con solo un guitarrista por “causas familiares”. Cantaron un buen taco de temas, cumplieron, pero ya nos hace falta un disco. Lo mejor, su cantante. La falta de una guitarra se notó demasiado.
Turno para la segunda banda asturiana de la noche. HATE IN VEINS tampoco arrastró público, una pena, porque ellos suelen estar para echar un cable cuando hace falta. Lástima que no les hayan devuelto el apoyo al menos esta vez. Y es que entre los presentes había gente de Madrid, Nava, Siero, Avilés, la cuenca del Caudal ... pero de Langreo y el Oriente, no vino ni Dios. Si las bandas de aquí no tienen tirón, mal vamos.
Una vez más cumplieron con creces, eso sí, necesitan temas nuevos. Este show nos lo tenemos ya muy muy trillado, solo en Sir Laurens ya les hemos visto tantas veces que hemos perdido la cuenta. Lo que sí queda patente es que en cada concierto suenan un poco mejor.
Turno para los primeros “foriatos”. HELL’S FIRE. Sonaron increíbles, y junto con GRAPESHOT probablemente sean lo mejor del southern metal de este país. Muy sobrados, con un show muy estudiado donde no faltan la arrogancia madrileña que tan bien le viene a este tipo de sonidos y de show. Me gustaron más aún que en el Tronar de Mieres, cuando vinieron hace años y ya por entonces compartieron cartel con parte de lo que hoy es Chamako Wey y que por entonces funcionaba bajo el nombre de Human. No conocía sus temas, pero aún así no me disgustaron en absoluto. La próxima vez me lo pasaré aún mejor, conoceré mucho más sus canciones. Fijo. Son muy buenos.
Por fin llegó la hora de GRAPESHOT. No voy a negar que estaba allí por verles a ellos, creo que como casi todos, y es que como digo, las bandas locales no lograron arrastrar la gente que cabría esperar. Estuvieron geniales, sonaron de maravilla y afortunadamente basaron todo su repertorio en su último disco “All About to End”. Y digo afortunadamente, no por resaltar que sean mejores los temas de este álbum que de los anteriores, que lo son, si no porque era la tercera vez que los veía en vivo y agradecí ver un show distinto.
Son una puta apisonadora y a pesar de la falta de alcohol en mi cuerpo por culpa de tener que coger el volante de regreso a casa, acabé en la vaya maltratando mi cuello. Había aguantado con firmeza y seriedad con la inicial “Void Your Soul”, con “Hamster Wheel”, e incluso mantuve la entereza con “Jonny”, pero con “All In” ya era demasiado. Me encanta lo bien que se lo hace Esteban cambiando de voces, lo genial de las rítmicas de Javi Pina que son el 70% del sonido de la banda, que su sección rítmica sea de lo mejorcito de Madrid y de que los solos del Señor Poveda, así, con mayúsculas, conviertan los temas en temazos. Grandísimo concierto de bukake metal.
Una gran velada de “metal entre amigos”. Se veía venir, y eso que más del 20% de los asistentes éramos de Mieres y alrededores.
© Diario de un Metalhead 2018.