martes, 22 de mayo de 2018

No nos toques los cojones.


Firma invitada: Jorge López Novales (Olimpo del Metal).

Tienes 67 años. Traes a Asturias tus imperecederas canciones en formato acústico. Estás rodeado de un público, en su gran mayoría, también mayor entre el que puedes ver a padres de familia que traen a sus hijos. La luz no te acompaña, se te ve cansado tras un largo viaje en tren, pero tratas de darlo todo. Así es Sherpa. Alguien del público te interrumpe constantemente cuando intentas explicar el contexto de una canción. Las primeras veces sorteas este contratiempo con buen humor, generalmente una llamada de atención debería bastar, no es este caso. Al final esta anécdota puntual finaliza con organización y público teniendo que intervenir. Si, es un caso de falta de respeto al músico, y a los presentes. Continúa el concierto…

Pero hay otros tipos de falta de respeto, y pudimos ver, y sufrir, varios la noche del sábado. Hay muchos que quieren trofeos. Trofeos que van desde robar un instante con tu cámara, un trozo de plástico serigrafiado, una hoja impresa con los títulos de las canciones, un garabato, una trozo de madera astillado, una foto…. Queremos llevar más lejos la experiencia presencial, ya no basta sólo con la música. Si hay educación por las dos partes no hay problema. Finalizada la actuación, todo puede cumplirse…pero eso, finalizada la actuación.

Personalmente, no se me ocurriría plantar mis libretos delante del músico o exigir mi trofeo antes o durante el concierto, quizá después o ganarla en buena lid cuando el grupo finaliza el concierto, cuando todos alzamos el brazo en busca de interceptar el ansiado souvenir.

Digamos que robar un instante con tu cámara no es estar todo el concierto haciendo vídeos, hasta olvidar lo que estás viendo, pero allá cada uno. El auténtico problema es el dichoso flash. Y en el caso de nuestro acústico anterior, es poner la cámara a menos de un metro de la cara de Sherpa y bombardearle con continuos destellos, en una mano la cámara, en otra tus discos a la espera de la firma (que llevas pidiendo, al menos, desde que entraste por la puerta del local). El músico te lo recrimina, te dice que te pongas un metro más atrás y sigues con el bombardeo lumínico. Se unen más cámaras al coro. Pide, muy respetuosamente y casi entre risas que le deis un poco de espacio. Os da igual.

Estas fotos no van a llegar muy lejos. Tendremos nuestra publicación de Facebook e Instagram con un puñado de likes y una maravillosa colección de fotos iguales horizontales y verticales (un acústico no da mucho de sí).

Las únicas fotos que van a valer, son las que nos traen los fotógrafos profesionales y aun así no van a tener la repercusión que merecen… la que nosotros creemos que merecen porque al resto del mundo poco puede importar. Una oferta de Media Markt no te hace profesional, así que también tiene que haber un medio de por medio (además de una obvia experiencia y conocimientos) e incluso un reconocimiento que te facilite una acreditación. Un medio supongo que va más allá de tener una página de Facebook. 

Puede pasar que en la primera “línea de playa” una pléyade de fotógrafos amateurs se entorpezcan entre sí  y el público se sienta molesto por ello. La única vez que vi a un músico expresar su disgusto fue al bajista de Svart Crown cuando no dejaba de gritar: ¡no flash! Normalmente, la gente deja hacer a la gente de los medios.  Fue curioso, por poco frecuente, cómo en el concierto de Roland Grapow la gente se abrió para dejar a Sergio Blanco trabajar y eso facilita las cosas a alguien que ha salido corriendo de su trabajo. Desgraciadamente esto parece ser actualmente una rara excepción.

Txen y Maya, Felipe, Juan Sanz, el propio Sergio (hay muchos más), no siempre se encuentran las mejores condiciones para trabajar. La luz es muy puñetera y el flash -su flash, profesional y no tan molesto- se convierte en la única opción. En ese momento, te das cuenta de que están preocupados por molestar al público (ojala fuera algo contagioso) y a la banda. Así que, ¿qué opciones tenemos los demás con los móviles? Cuando los profesionales ya tienen unas fotos aceptables ya pueden retirarse y disfrutar del concierto, son profesionales. Los aficionados venidos a fotógrafos estarán hasta el final.

Pero la falta de respeto con la que iniciamos este desahogo narrativo no es la única que hemos presenciado en los últimos tiempos.

Monasthyr. Febrero de 2018. Oviedo. Concierto en la calle sin ningún tipo de amparo, sólo el señor Castela tiene su batería sobre una tarima. 3º- 4º aproximadamente. Dan un concierto que ninguno de los presentes olvidaremos, es increíble como sonó aquello. La anécdota: un borracho. Se planta delante y empieza a moverse. Por supuesto, provoca hilaridad en los presentes. Y a los pocos minutos toda esa hilaridad se convierte en algo agrio, te sientes culpable cuando el borracho empieza a molestar. Atraviesa sin permiso la invisible barrera entre público y banda. ¡Llega a plantarse ante el micro habilitado para los coros! Los músicos siguen adelante a pesar del estorbo e ignoran su presencia, lo que hace que tras un rato que se hizo interminable, abandone el lugar.

Continúa el concierto… No nos toquéis más los cojones.


Foto: Monasthyr y "el invitado".

© Diario de un Metalhead 2018.