Por Diego Rodríguez Liébanas.
Pese a los augurios
más apocalípticos y pesimistas, el Metal no se muere. “Ya no salen discos como los de antes”, “los grupos de ahora no molan tanto” o “no va nadie a los conciertos” son mantras que se repiten hasta la saciedad
pero que, aunque, por supuesto, entrañan ciertos aspectos debatibles, no son
verdad en esencia.
Cierto es que el Rock, y por ende el Metal, ya no forman
parte de la voz de una generación y que de un tiempo a esta parte no
encontrarás canciones como "Living On A
Prayer", "Balas Blancas" o "Nothing Else Matters" que casi todo el
mundo, sea rockero o no, conozca. La aparición de internet ha cambiado la forma
de consumir música y ya no son las radiofórmulas las que “educan” el oído del
aficionado ni las que generan un paquete de canciones que se erigen como
estandartes de una época. Ahora alguien que no sea metalero no conoce ni un
solo tema y ni de coña sonará en un garito que no sea especializado canción
alguna de este estilo. Pero esto le ha pasado a otros géneros que fueron tan
masivos o más que el Metal y ahí están, aguantando el chaparrón. Y si no que se
lo digan a los aficionados al Jazz o a la música clásica.
En el Metal se
lleva mucho el “cualquier tiempo pasado
fue mejor”. A todos, a mí el primero, nos encanta escuchar las batallitas
de cuando el Clash Of The Titans pasó por la península o de cuando fuimos al
Monsters Of Rock de Donnington y aquellas sí que eran liadas gordas. El género
lo petó en una época y la nostalgia de aquellos que vivieron esos días nos ha
impregnado a todos impidiendo en cierta medida que pasemos página y valoremos como
es debido a las bandas que no nacieron en los 70 ni de los 80. Además, este
mundillo es muy mitómano. Y vuelvo a repetir que yo el primero. Cada vez que la
palma uno de nuestros ídolos es el acabose. Y normal porque los queremos más
que a algunos miembros de nuestras propias familias pero nos encerramos en el “no hay recambio” o “cuando palmen todos los de esa generación… ¡Por Dio! ¿Qué va a ser de
nosotros?” Si me pongo a recitar nombres de bandas extranjeras y españolas,
grandes, medianas y pequeñas, jóvenes o ya no tan jóvenes que están
perfectamente preparadas para tomar el relevo y que el género supere con solvencia
el paso del tiempo no tendría aquí espacio suficiente y, en el fondo, todos lo
sabemos.
Pero es que,
además, ya no es que la teoría avale estas palabras. Es que la realidad me da la
razón ya que ese relevo que se considera imposible se está produciendo ahora
mismo en nuestras propias narices. O qué creéis que pensó Wolf Hoffmann cuando
le ofrecieron que Accept, sí, ACCEPT, uno de los grupos más míticos del Heavy
Metal, se uniera a una gira con Sabaton para telonearles… “Ah, no… Es que somos
una leyenda viva… ¿Cómo vamos a telonear nosotros a Sabaton? Tenemos un status
que mantener”. Y otro tanto de lo mismo sucede con otro grupo gordísimo como
Testament, ya que iconos como Billy, Skolnick o DiGiorgio no se ponen ni
colorados por girar teloneando a Amon Amarth. Al contrario, tanto Accept como
Testament son conscientes de que, aprovechando el tirón de una banda con mayor
repercusión en la actualidad, su marca sale reforzada al formar parte de un
evento con mayúsculas que logra vender todas las entradas días antes del
concierto y de que llegan a un nuevo público que quizá no les conozca tan bien.
En la misma línea, aunque desde la perspectiva de los macroeventos, nos
encontramos con que se puede dar la circunstancia de que ninguna de las dos
bandas que encabece unos de esos festivales veraniegos de postín proceda de los
70 o los 80 si es el caso, como así parece, de que sean
System Of A Down y Rammstein las elegidas.
Y todo esto lo
escribo en una semana en la que me he sumado como el que más a opinar acerca de
lo último de Metallica y en la que he ido preparando los dineros que me permitan
ir a ver la reunión de Helloween por lo que, como ya dejé caer anteriormente,
yo también caigo muchas veces en el juego del que estoy hablando. Aun así, no
dejo de preguntarme si frases como “ya no
salen discos como los de antes”, “es
que no hay recambio” o “los grupos de
ahora no molan tanto” vienen de un análisis más o menos objetivo de la
situación o son fruto de una nostalgia de la que no sólo los que vivieron la
época del boom son responsables sino que los que vinimos después hemos adoptado
como nuestra hasta el punto de añorar tiempos que no vivimos impidiéndonos
realmente disfrutar del presente. ¿Qué es lo que nos impide imaginarnos dentro
de treinta años paseando nuestra artritis por un buen concierto de Metal que no
sea un tributo? Puta nostalgia…
© Diario de un Metalhead 2016.
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