viernes, 11 de noviembre de 2016

TAIFA: Embrujo (2016- Rock Estatal Records)


Por Larry Runner.

TAIFA han vuelto. Hacía mucho tiempo que no sabía de ellos y bien pensé que era otro grupo más que había pasado a la historia del rock. Cuando me llegó este “Embrujo” no pude dejar de sentir nostalgia de tiempos pasados y llevarme una alegría por saber que a pesar del paso de los años siguen con la ilusión por la música.

Una vez más, quizás con más intensidad que antaño, nos vuelven a dar una lección de mestizaje como sólo ellos saben hacer. Si en vez de cantar en castellano y con voces limpias tirasen de inglés y guturales muchos que van de entendidos se harían auténticas pajas. Pero TAIFA están por encima de modas y de gilipolleces y como siempre, van a la suya, consiguiendo un sonido único.

Sí “Embrujo” es una nueva muestra de lo que la banda ha sido siempre, una perfecta conexión entre los sonidos andaluces y el rock al que llamaremos progresivo porque evidentemente no tira de sonidos sencillos, si no que complica las estructuras y combina los cambios de ritmo continuamente.

Vuelven dando al mestizaje de sonidos una vuelta más de tuerca, sin marcarse límite alguno, haciendo lo que a ellos les pone y sin tener para nada en cuenta comercialidad alguna. Y es que dejan atrás sonidos andaluces, flamencos o como quieras llamarlos para cruzar el estrecho y colarse de pleno en el Magreb.


Dicho mestizaje consigue auténticas maravillas como sin duda alguna lo es “Tetuán”, que llega tras una contundente y efectiva “Libre para soñar” y una inicial “El dueño del tiempo donde Luis Massot arriesga hasta el exceso en la voz. Sí, sin duda “Tetuán” es el tema, la canción que hace que le des al rewind y que no quieras llegar al cuarto tema, una joya donde la guitarra de Luis Maya está sencillamente inmensa. La colaboración de Hanna Touk es sencillamente perfecta.

El álbum arranca con aires rockeros y contundentes, y es fácil que si te va el rollo, estos temas te puedan llegar a enganchar, pero bien es verdad que a medida que transcurre el minutaje, la historia se va complicando y el sonido árabe se va haciendo cada vez más dueño de “Embrujo”, lo cual hace más difícil la escucha para oidos poco acostumbrados.

Evidentemente llevar adelante una obra de este tipo, sería tarea imposible para el trío. Es por ello que se rodean de una buena cantidad de músicos que aportan todo tipo de instrumentos típicos del folk magrebí y flamenco. Y es que además de una contundente sección rítmica marcada por una batería excelentemente grabada a cargo de Antonio Medina, se incluyen sonidos de laúd, dulzaina, violín andalusí -brutal el efecto en “Tan solo la lluvia”- darbuka, guitarra flamenca y una larga lista que parece no tener fin.


Lo bueno de todo ello es que a pesar de la gran cantidad de pistas que pueden llegar a entrar en las canciones, todo parece sonar en su sitio, hasta las palmas como en el hit “Escrito en tu piel”. Las canciones te transportan sin duda alguna al norte de África. Casi sentirás el calor al escuchar la música, y tengo que reconocer que a pesar de no ser esos sonidos algo habitual en mi vida -coño, que soy norteño- , si le vas dando escuchas, te van seduciendo. La contundencia del comienzo de “Crepúsculo de perdón” mezclado a la esencia norteafricana es simplemente magistral y te imaginas esas imágenes aéreas que a veces ves en la tele con ese sol del atardecer que tanta belleza aporta a las ciudades del norte de África.

No todo van a ser alabanzas, tranquilos, algún palo voy a dar. Es para Luis Massot. No me gustan nada las líneas vocales escogidas en “Rumbo incierto”, demasiado forzadas. De largo el tema que menos me gusta y sólo por la voz, porque musicalmente es una auténtica pasada. La verdad es que creo que en “Imaginar” también fuerza en exceso. Pero bueno, son apenas un par de borrones en un disco que en definitiva es una auténtica obra maestra del mestizaje. Una mezcla única que se cierra con la fantástica “Un extraño sentimiento” para dejar un muy buen sabor de boca y hacerte celebrar que TAIFA siga en el mundo de los vivos.







© Diario de un Metalhead 2016.

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