Por Simón García López.
No soy de revivals y no siendo de revivals, menos soy de productos que se precian encima de ser copias descaradas del original. Por todo ello, dentro del revival Death no puedo con bandas, de buen o gran nivel técnico, algo indiscutible, como Gruesome, Rude o los primeros Skeletal Remains. No puedo. Son superiores a mis fuerzas.
Me causan, por norma, un sopor terrible y por suerte también, porque eso hace que cribe decenas o cientos de bandas con tan solo un minuto o menos de escucha. A veces no hace falta más que eso para analizar sonido, intenciones y calidad. Un minuto. A veces incluso se necesita menos. Alguien lo interpretará como una ofensa esto. Una ofensa hacia el trabajo de los músicos. Mirad, si alguien no está de acuerdo con esto y necesita media hora para ver las intenciones reales de una banda desde mi punto de vista tiene un problema de criterio y eso es problema tuyo, y en segundo lugar está perdiendo el tiempo y eso también es un problema tuyo. La vida es corta, aprovéchala. Déjate de ofenderte por todo. En tu casa estás solo, no es una ofensa para nadie mandar a una banda a la papelera de reciclaje después de un minuto de escucha. Nadie te va a ver y el músico no se va a enterar. Tranquilo. Puedes hacerlo con mi banda si consideras que no te aporta nada. Te lo permito y aconsejo. Siéntete libre. Hay millones de bandas para escuchar.
A pesar de todo esto, por supuesto, como en todo en esta vida, puede haber excepciones. Siempre te puedes encontrar a bandas “revival” que por su enorme calidad o por algún detalle secreto incluso para el más agudo crítico musical, te enganchen y aun siendo lo de siempre, caigas en sus redes. Con esto último me cubro las espaldas tan solo. Por si alguien alguna vez me ve disfrutando y reseñando alguna banda del tipo de las descritas y se le ocurre echármelo en casa. Soy humano. Creo que no disfruto una banda de este tipo desde el primero de Bloodbath, así de seguro estoy de lo que afirmo, y aquello más que un revival era un tributo, un proyecto de músicos famosos haciendo lo que hacían en sus primeros años de manera absolutamente sublime. Como veis, en la soledad de mi casa y ante mi teclado siempre gano yo.
En todo caso y entrando en materia, el nuevo trabajo de Skeletal Remains es otra cosa y por eso estoy perdiendo mi tiempo con él. Por mi gusto por el Death, a pesar de rechazar propuestas de este tipo, siempre acabo picando con cada nuevo disco para ver por dónde van los tiros de los grupos con el paso de los años y mira tú por dónde, me encuentro con un trabajo que se escapa por fin y en gran medida del estrecho margen de los revivals. Se acabó copiar a Pestilence, Obituary o Death. Skeletal Remains han acelerado, se han vuelto más complejos y técnicos y su propuesta cambia para acercarse a la de unos Hate Eternal o Morbid Angel de nueva generación. Sí, cierto es que seguimos sin salir de Florida, pero creo que es elogiable el esfuerzo que han hecho por escapar de sus propios clichés, al igual que lo es la evolución de la banda en el sentido antes descrito. Se les podría meter dentro del grupo de Aeon y similares. Creo que es a lo que más me recuerda. Es el mismo estilo. Fijaos la apreciable diferencia respecto a los inicios y no tan inicios.
“Entombment of Chaos” es un disco compacto, complejo, de gran intensidad y ritmo, compuesto de 11 aguerridas canciones, una de ellas una intro clásica y otra un interludio maravilloso al más puro estilo Brutality del “When the sky turns black”, que solo descansa ligeramente en canciones como “Tombs of chaos” y de manera más marcada en la pesada “Eternal hatred”. Mucho riff de muñeca, mucho doble bombo acompañándolo, mucho, y mucho blast beat a diferentes velocidades, dependiendo del sentido y peso de la canción.
Sonido impecable y destructivo de la mano del genio y siempre activo Swäno en la mezcla y masterización, y un Chris Monroy a la voz que mantiene su estilo pero lo evoluciona imprimiéndole un toque un poco más gritón y agresivo, más intenso y menos “Van drunen”, doblando las voces al estilo “Benton” cuando considera con buen criterio que se necesita.
No quiero terminar sin destacar una vez más y como siempre el enorme trabajo de Dan Seagrave en la portada. Historia de la música extrema en su lado pictórico, junto con otros insignes como Necrolord, Marshall, Benscoter, o los actuales Kantor, nuestro Juanjo Castellanos o el tristemente fallecido en fechas recientes Timo Ketola.
Un enorme salto de calidad de una banda que parece haber encontrado y apostado por un camino que, aún sin ser propio, está en la senda de serlo. Gran trabajo.
Necesitamos más bandas que salgan de su zona de confort. Bien por ellos.
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© Diario de un Metalhead 2020.
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