📝 Larry Runner.
XX Aniversario del Resurrection Fest… Según la organización, se habla de un total de 141.376 asistentes de cuarenta y cuatro países durante los cuatro días que ha durado el festival.
Estamos ante una edición de un evento que ha generado un beneficio estimado- aproximadamente- de unos treinta millones de euros. Todo ello en el entorno de la pequeña localidad llamada Viveiro, y es que el festival ya lleva tiempo formando parte de su ADN. Y, a pesar de todo, parece que el Resu no ha tocado techo.
Este puede ser el mejor momento para un pequeño paréntesis. Pequeño, dado que somos un medio musical y ya hemos hablado claramente de este asunto. En cuanto temas polémicos: toda reivindicación tuvo su espacio en el Resurrection sin cortapisas. ¿Y qué hay de esas reivindicaciones? Tuvimos una, la más llamativa, desde el escenario principal, con Aphonnic con la bandera gigante de Palestina de fondo (y que donaron su caché). Hubo público de a pie portando la bandera al cuello, también, había asistentes repartiendo pegatinas informando a la gente dentro y fuera del recinto.
Esta casa jamás descuidó atenciones, y presencia, a un festival que tenemos a tiro de piedra. En mi caso particular, era mi primera visita. Un lugar donde se detiene el tiempo, todo un mundo a apenas dos horas y media de casa. Un mundo donde me he dado cuenta que, en lo musical, el planeta sigue girando; un espacio en el que todo lo creías saber no vale nada.
Puede que no llegue a entender ciertos estilos -y mezclas- musicales más “modernos”, pero es indudable que en el Resurrection buscan lo mejor en estas nuevas tendencias a nivel estatal e internacional. Evidentemente, se sabe por dónde van los tiros en el Resu en cuanto a estilos, y, aun así, se permiten contentar, con mano ancha, a heavies como yo o Larry con unos Judas Priest, unos Death Angel, Angelus Apatrida, Vader… No esperéis la crónica más completa, en la medida de nuestras posibilidades, pero si la más heavy, con un claro cabeza de cartel para nosotros.
La climatología respetó el festival. Toda el agua que tenía que caer, cayó el miércoles por la mañana. Se llegó a pasar calor, aunque no a los niveles que sufren fuera del reducto norteño. Esto de no pasar de 25 grados es una buena ventaja y, excepcionalmente, la temperatura nocturna no debió bajar de 20 grados. Debe ser la primera vez que no tuve que usar una chaqueta en un festival. ¿Tendrá que ver con el catarro que arrastro mientras redacto estas líneas?
Tras este párrafo apasionante sobre el tiempo, vamos con el tema.
Atravesar Viveiro a las 13:00 ya era complicado. Aunque parecía que toda la ciudad estaba ya ocupada por caravanas y coches que ya llevaban su tiempo allí. Y es que teníamos que dejar las cosas antes de acreditarnos.
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From Fall To Spring |
Con todo Sergio Blanco y yo, pudimos estar ya a primera hora, las 16:00, con margen para encarar el directo de From Fall to Spring tras pasar por la apañada zona de prensa.
Esta banda de metalcore germana se tomó su tiempo en sacar su debut de larga duración hace dos años. Lograron repercusión en Alemania con este trabajo y trataron, incluso, de participar en Eurovisión. Buena actitud en el escenario, pero su sonido no acabó de calarme.
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Deimocracy |
Tenía algo más de curiosidad por ver a la banda estatal Deimocracy. Esta vez tocaba moverse al escenario “Ritual”. No me desagradó la propuesta de los bilbaínos, con una mezcla muy valiente de géneros, y no exclusivamente de metal.
Tocaba visita al escenario “Chaos” (un espacio que invita al cuerpo a cuerpo) para tomar un breve respiro rock con la banda californiana Letlive.
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Letlive |
Justo a tiempo con un cambio de aires con el puñetazo de los americanos Sign Of The Swarm. Una sesión de caña bruta con un sonido deathcore. Me habría gustado quedarme a disfrutar de su directo un poco más.
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Sign Of The Swarm |
Psilicon Flesh, una banda pionera en el hardcore, con un sonido que bebe sin complejos de muchos sitios, tuvo merecido reconocimiento con un espacio en el escenario “Ritual”. Hace poco retomaron su actividad, aún así se notaron tablas.
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Psilicon Flesh |
Digamos que el “Escenario Desert” se convirtió en un lugar de descanso alejado del bullicio; aunque también esto propicio que en algunos momentos fuera complicado desplazarse ya que entorpecía el movimiento. La hierba, algunos árboles que daban sombra, invitaban a ello. El “Desert” se convirtió en un oasis.
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Arabrot |
Mientras Arabrot (una mezcla de estilos ejecutada con buen gusto) tocaba me encontré Juan Tomé Nestal (uno de los referentes en cuanto a fotografía en Asturias), con el que nunca había coincido. Aquí tenéis una foto que hizo con mi cámara. Larry os habla de Lost Society.
Conocí a estos fineses hace un buen taco de años, con motivo de la salida de su segundo disco “Terror Hungry”. Por entonces los amigos de Soldier giraron con ellos por varias ciudades españolas y tengo el disco firmado gracias a aquello. Eran puro thrash 80’s y me encantaban. La verdad que al poco les perdí la pista. Uno no tiene capacidad para estar al tanto de todo. El caso es que recuerdo haberlos visto en Wacken y conservaba buen recuerdo de ellos.
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Lost Society |
Con esas premisas acudí al Ritual Stage para reencontrarme con los finlandeses no si antes de camino recomendárselos a un par de amigos. Cagada. Me encontré con una banda que no conserva nada de todo aquello. Su música ha pegado un giro que pienso debería haber ido acompañado de un cambio de nombre. Su rollo es ahora totalmente moderno, y si te digo que me recuerda a bandas como Parkway Drive igual me quedo corto, o largo, que no lo sé. El caso es que no me gustaron nada. Su show me pareció cansino y de más a menos, pues empezaron sonando totalmente orgánicos para con el paso de los minutos ir sacándose temas donde las pistas grabadas superaban a lo real. En los gustos va la historia. Para mí fue una total decepción. Os dejo con Jorge.
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Jinjer |
De vuelta al escenario principal, Jinjer, aportaron un toque groove en el main. Dieron buena cuenta de su último trabajo, “Duel”. Se agradeció este cambio de aires en el festival. Está muy claro el por qué se mueven tanto en festivales. Seguramente, en estudio no me dirían tanto. Os dejo de nuevo con Larry.
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The Southern River Band |
Siento que en mis últimas visitas al Resu donde más lo he disfrutado ha sido de largo en el Desert Stage. Allí lloré de emoción con Lucifer en su momento y aluciné con Konvent, a las que pronto tendremos de gira por aquí con paso por Oviedo. Esta vez el momento maravilloso llegó de la mano de los australianos The Southern River Band. Cal Kramer “perdonen, soy australiano” -guitarra y voz- capitanea esta nave cuyo nombre te puede dar una pista de a qué se dedican. Son una auténtica explosión de rock and roll clásico, mezclado con southern rock todo ello aderezado con ese aura que le dan los australianos a todo. Uno de esos grupos que te enganchan a la primera aunque no conozcas ni un solo tema. Una banda cercana que derrocha calidad y carisma, sin trampas, con amplis sobre el escenario. Una buena muestra de que aún se hace buena música y de que si no hay relevo es simplemente porque la gente no se molesta en ello. Personalmente, si me dieran a escoger entre volver a verles a ellos o ver a Guns N’ Roses, por citar un grupo top, me quedaría con los australianos. Todos los estilos son respetables, pero cuando ves a una banda así, te preguntas si no estás escuchando mierda de forma tan habitual que ya te da igual todo.
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Judas Priest |
Tras una tarde vagando de uno a otro lugar, por fin llegaba la hora de Judas Priest, el motivo que hizo que viajáramos a la primera jornada tras salir del trabajo y sin esperanza de poder repetir hazaña en los siguientes días. Quedarse a dormir no era una opción. A las 7 había que estar produciendo y Judas Priest iban a acabar bien tarde. El esfuerzo mereció la pena.
Son animaladas que ya por edad uno se puede permitir en momentos muy especiales. Pero es que ves Halford sobre el escenario y te preguntas, ¿cuántas veces más voy a poder disfrutar de esto? Así que das por bueno estar medio muerto al día siguiente.
Sabía de sobra lo que me iban a ofrecer de repertorio. No era precisamente del todo de mi agrado, pero luego van y te sueltan unos cuantos clásicos, te sacan la moto, y oyes a la gente cantar y ... se te pone la piel de gallina. Suenan como Dios y sí, seguro que llevan sus cosillas de fondo, pero yo al Faulkner lo tenía muy cerca y te digo yo que estaba tocando. Tras un día en el que vi a alguna que otra banda que no sabía lo que era un solo, ¿qué quieres que te diga?
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Judas Priest |
El Metal God es insuperable y sí, Black Sabbath fueron enormes, pero yo nunca tuve unos pantalones de campana, pero sigo conservando mi chupa de cuero con cremalleras. Antes de ellos eso no existía. A sus pies. Os dejo con Jorge lo que queda de festival. Yo ya no pude volver.
A la misma hora, ¿Pentagram o Tarja? Pues nos quedamos con los primeros.
Pentagram… ¿Qué os puedo decir de Bobby Liebling? Se hizo viral por culpa de lo intenso que se pone en sus directos. Lástima que no sea viral por los más de cincuenta años que lleva en activo y ser uno de los pioneros del doom metal. Muchos asistieron a uno de los escenarios más alejados de los principales. Poca gente entraba ya en el “Desert” en los primeros compases. ¿curiosidad? ¿Morbo? En lo musical, no creo que salieran defraudados.
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Pentagram |
Un reino con poca luz, una niebla que se convertía en algo vivo y acababa amenazando con devorarte; así, Pentagram se convirtió en algo ambiental lejos de la luz intensa, la masificación de los escenarios principales. ¿Merecían un espacio más vistoso? Seguramente que sí. Pentagram habría tenido la misma atención que otras bandas que participaron allí, pero no habría sido lo mismo.
Llegó el momento de irse. Creo que estuvo bien para un miércoles; aunque dentro del festival había todavía mucha música por delante.
continuará ...
© Diario de un Metalhead 2025.


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