lunes, 4 de marzo de 2024

Where the End is Never Seen. AS LIFE BURNS + CHAMAKO WEY. Oviedo, 24.02.2024. Crónica.

📝 📷 Jorge López Novales.

Tras la resaca del viernes de los premios AMAS (premios del anuario de la música asturiana), en la que muchos músicos amigos de esta casa recogieron, en forma de premio, los frutos de su trabajo, teníamos una nueva cita en la Sala Gong en Oviedo.


El tiempo era una mierda. No dejaba de llover y nada mejor que una velada en sala.

¿Qué plan teníamos esta noche? As Life Burns celebraba su XV aniversario. La banda asturiana quería quitarse el regusto amargo de su última actuación, en el Karma Fest, en la que nada quiso funcionar como era debido. Esta noche tuvieran la oportunidad de darlo todo y recuperar su confianza ¡Vaya que sí lo hicieron! Este aniversario traería un invitado, ¡Chamako Wey!.

La Gong ofrecía la novedad de una nueva iluminación.  En un par de conciertos Sergio acabará pillándoles el punto. Así que había que tener un cuidado extremo con las fotos, con la luz tramposa que ampararía a las dos bandas, y que no me permitiría meterme de lleno en lo que acontecía en el escenario hasta bien entrado el setlist de los Chamako Wey.

Como siempre, o casi siempre, estaría Isaac Prieto en la mesa de sonido. Con eso, ya se da por hecho que todo dependería de los músicos. Hubo algún problemilla puntual que no afectó al devenir de las bandas.

A las 21:00 arrancamos.

Nunca había visto a Chamako en directo. Tenían nuevos alicientes: Daniel Larriet a la voz y Mike Jiménez a la batería.

Dani había recogido un premio AMAS a voz el día anterior. No se lo esperaba, pero es un músico muy respetado y querido en la escena, y muchos fueron con él en las votaciones. ¿Un vocalista de extremo compitiendo en igualdad de condiciones con otros músicos asturianos? Fue posible y muy merecido.

Una tarima estaba en mitad del escenario y sería aprovechado por los dos vocalistas de esta noche.

¿Qué aportó Larriet a Chamako Wey? Un extra de agresividad (que ya de por sí tienen). Sus registros encajan como un guante en la nueva formación, y en un sonido que es una amalgama de música death, groove incluso hardcore.

Sonaron buenos riffs a cargo de Adrián Amieva y Adrián Mostro. Mientras eran guiados, sin fallo, por Mike y el bajo de Jandro Fanjul. Parecía que esta nueva formación llevase mucho tiempo de recorrido.

En cuarenta minutos fueron a por todo. La verdad, para bien, no esperaba tanta contundencia. Y contaron con una sorpresa: “Txeffy misterio”. Txeffy subió con una máscara de lucha de libre para interpretar junto a Larriet una versión de Brujería, más concretamente, “La Migra” (previamente había caído otra versión de Fear Factory “Edgecrusher”). No pudo sonar más potente la combinación de vocalistas.

La cosa es que Txeffy se adelantó y hubo que dejar para el final “Pendejos Fronterizos”. Dio igual, ya que desde los primeros compases de “The Butcher” ya nos tenían ganados.

Vino el cambio.


Con “We are animals” entró un Mikel muy motivado. El vocalista, esta noche, sería acompañado, puntualmente, en las labores vocales por su bajista, Willy (ha sido confirmado, recientemente, como nuevo bajista de la banda). 

El metalcore melódico de As Life Burns sonaba muy nítido (sobre todo las guitarras de Diego y Mata), con mucha pegada, aunque la batería de Roro quiso jugarles una mala pasada en este primer tema… no lo consiguió durante mucho tiempo. La banda siguió adelante sin más contratiempos.

Hay cosas que no cambian en un concierto de As Life Burns: la presencia de un público joven y el ánimo que infunde Dolfo a sus excompañeros de banda. Dolfo se llevó una dedicatoria en “Debris Hills”. En este momento, las linternas de los móviles fueron activadas a requerimiento de Mikel.

Hubo momentos especialmente intensos, como el circle pit que surgió raíz de uno de los himnos de la banda, “Again the Brightness”.

“Where the End is Never Seen” llega repentino, marcando el cierre, y fue un regalo inédito, al igual que “Whispers”. Fue como un mazazo en la cabeza. 

Volvió la luz a la sala. As Life Burns ya había dejado atrás todas las sombras del Karma. Ya no nos deben nada, sino al contrario.


Eran las 22:40 cuando todo se acabó. Se hizo muy breve. Esa sensación que sólo te aparece cuando disfrutas, realmente, de algo.

© Diario de un Metalhead 2024.


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