miércoles, 2 de mayo de 2018

ETA, el Death metal y la ignorancia.


Por Simón García López.

Han pasado un par de días desde que vi con estupefacción primero e indignación después el artículo titulado “¿ETA era una banda de “Death metal”?” de Eduardo Jordá publicado en Diario de Mallorca. Artículo ofensivo para cualquier amante del Death metal, me atrevería a decir que de la música en general, lleno de falsedades, errores y estupideces. Y no es ofensivo porque tengamos la piel fina. Cuando un ignorante sobre este estilo de música como el señor Jordá, nos tilda entre otras cosas de locos o psicópatas, nos falta al respeto y no desde el sarcasmo y la ironía sutil, sino desde el odio y el desprecio que le merece el grupo terrorista. Para mí señor Jordá, y ahora me dirijo a usted por si en algún momento de su vida llega a leer esto, ETA también ha sido una pesadilla y un horror, indudablemente, pero se ha equivocado de símil: usted es en este caso al periodismo de opinión lo que ETA ha sido a la política. Si lee esto hasta el final sabrá porqué lo digo, aunque creo que es suficientemente consciente a estas alturas de su perfecto desconocimiento del estilo de música que ha utilizado como símil es su artículo y por ende, de su manifiesto error. 


Permitidme hacer una breve reflexión antes de entrar de lleno en el tema.

En estos dos días han pasado muchas cosas que marcan la actualidad del país, entre ellas, la marcha de Cifuentes por un vídeo (el Máster no fue suficiente), donde se la ve robando unas cremas en un supermercado, o la insoportable sentencia contra “La manada” y la ola de indignación que ha generado.

Pueda parecer que entre ellas no haya nada en común, que nada tengan que ver unas cosas con las otras, pero sí que tienen que ver. Mucho. 

Estas tres cosas revelan lo que somos como país y de dónde venimos. Revelan que estamos en una sociedad moralmente podrida, cargada de prejuicios repugnantes, de una ignorancia que abruma y de valientes analfabetos que creen que la libertad de expresión significa poder hablar y opinar de todo aunque no se tenga ni pajolera idea del tema en cuestión. 

Sociedad donde, en el caso de Cifuentes, se protege al poderoso; donde se miente y manipula de manera repugnante; donde los afines callan y disculpan hasta que muy probablemente esos mismos afines, sacan a la luz a través del medio afín un vídeo guardado en la recámara para utilizarlo en contra de la susodicha y forzar su dimisión. Donde la imagen de la Universidad ha sido mancillada, por los políticos de turno y la propia dirección de la Universidad. 

En el caso de la manada, los podridos son los dos jueces y una jueza que consideran que un acto tan detestable como el cometido es abuso y no violación, con el agravante de que uno de los tres creía y cree en la inocencia de los acusados, haciendo constar que si por él fuera, saldrían absueltos ya que nada de lo que se les acusaba ha sido probado, destacando que el hecho se produjo de manera consentida en un clima de jolgorio y relajación.

Eduardo Jordá, el protagonista involuntario de este artículo es Filólogo hispánico, escritor y poeta mallorquín residente en Sevilla, que colabora como articulista en el ABC cultural, el Diario de Mallorca y algunas publicaciones andaluzas. Lo he buscado porque quiero desde el primer momento hablar con cierto conocimiento sobre esta persona, a la cual conocí hace dos días por un desgraciado artículo donde compara el Death metal con ETA argumentando que ambas cosas han sido “una pesadilla sin paliativos, un horror indescriptible, una murga que sólo puede interesar a alguien que esté mal de la cabeza.” Desconozco su obra literaria, no puedo juzgarla y no lo haré. No sé si es tan impecable como el gusto del señor Jordá parece o abominable como ETA o el Death metal. Por eso me centraré sólo en su artículo y lo que en él escribe. 

Sin alargarme en demasía, estas son las pruebas de su ignorancia:
No hay ninguna banda de Death metal en el mundo (lo he contrastado en la Metallum temiendo que el señor Jordá tuvieses unos conocimientos sorprendentemente profundos del estilo), que se llame Molosh. 
El Death metal, que como estilo tiene alrededor de 30 años de existencia, no sólo no se terminó hace 20 años, sino que está más vivo que nunca y lejos de ser como usted dice indiferente al público, tiene millones de fans por todo el mundo. Imagínese cuánto loco y psicópata anda suelto para su desgracia y la de la gente que según su baremo sea cuerda, civilizada y respetable.  
Los grupos de Death metal señor Jordá nunca han llevado disfraces como usted afirma. Siempre han sido auténticos en ese sentido y no “falsos”. Quizás considera o se refiera sutilmente a que Slipknot son Death metal, pero no, se equivoca, son Nu metal. Esto demuestra en todo caso y una vez más su ignorancia y falta de cultura en esto del metal. Cuando Slipknot empezaron el padre del estilo cuyo grupo se llamaba curiosamente “Death”, imagínese el grado de psicopatía del personaje en cuestión, ya había muerto de cáncer, seguramente a causa de sus pecados en vida, castigo divino de un Dios al que puso en duda en todo momento. Le aconsejo si se maneja usted en el idioma de Shakespeare, que se introduzca en las letras del SEÑOR Schuldiner. En muchas de ellas hablaba del mayor pecado que contiene su artículo, la ignorancia, y el mal que genera en el mundo.

Además de estas indiscutibles muestras de ignorancia, usted nos cataloga como locos y psicópatas a los que amamos el Death metal. He tenido que escuchar cosas parecidas y peores a lo largo de toda mi vida, no es nada nuevo. Se han reído de mí, menospreciado e insultado incluso por escuchar este estilo de música y señor Jordá, le aseguro que uno se cansa de tener que poner buena cara a personas que como usted, solucionan el tema tildando de locura todo aquello que les es imposible entender y aceptar. Me imagino que si usted es omnívoro, ser vegano será otra forma de locura; si no cree en el cambio climático, creer será otra forma de locura; las películas de terror y gore serán otra forma de locura, y me imagino que no será usted católico o cristiano, porque creer que alguien que nace de una madre que no ha mantenido relaciones sexuales, que es hijo de un Dios convertido en paloma, que tras ser crucificado resucita al tercer día y sube cual paloma a los cielos prometiendo que un día de estos volverá, también es una locura. Debe de ser usted más ateo y racional incluso que un Death metalero psicópata como yo. 

Poco más me queda por decirle. Su artículo por otra parte recargado y pedante en grado sumo, tiene el pecado de mostrar a las claras y en pequeñas dosis su ignorancia. Además, en grandes dosis, nos falta al respeto comparando la música que amamos, un estilo tan respetable como cualquiera que exista en el mundo o más, si nos atenemos a su complejidad técnica, variantes musicales y profundidad temática y conceptual, que no porque usted lo desconozca o no entienda represente la degradación más profunda del ser humano. 

Infórmese la próxima vez antes de hablar de algo y respete lo que no es capaz de entender. Le hará más sabio e incluso, mejor persona. 

Postdata: Por cierto y aunque sea otro tema. Los terroristas de ETA, como todos los terroristas no eran locos. Eran fanáticos en su mayoría que mataban vilmente y eso es muy diferente. Ninguno ha entrado en un centro psiquiátrico, todos han ingresado en prisión. Incluso en eso usted comete un error impropio de un filólogo y más propio de un sencillo ignorante que a problemas complejos busca soluciones fáciles. Para que me entienda, yo tengo un vecino loco, esquizofrénico para más señas, al que sí lo han metido en el psiquiátrico y en poco se parece a los asesinos de ETA. Puede llegar a matar, sí, pero porque sin tratamiento deja de haber alguien al volante. Le recomiendo que se lea una obra que quizás conozca de Amos Oz, titulada “Contra el fanatismo”, pero tenga cuidado con ella si no la conoce. Viene de un israelí que no pretende solucionar el conflicto asesinando palestinos y expulsándolos de la tierra prometida. Quizás para usted Amos Oz no sea más que otro loco. 



© Diario de un Metalhead 2018. 

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