viernes, 26 de abril de 2024

Alberto Marín en Masterchef. Capítulo V: Guitarra desafinada.

Ya os habíamos contado que esta semana había doble ración de Mastercherf en RTVE y por tanto Iván Fernández nos trae el segundo relato de las andanzas del metalhead Alberto Marín cocinando en la Televisión Pública.


📝 Iván Fernández.

Vaya por delante, tras 5 programas ya de esta edición, que lo que aquí escribo es en un tono distendido y con tendencia al humor. No son ataques ni puyas, ni nada que se asemeje. Vamos a reírnos todos un poco, ¡ho!

Por otro lado, desde que comenzamos a publicar estas “crónicas”, ya han aparecido imitaciones. En medios de primera línea r incluso en forma de vídeo por parte de humoristas profesionales. Segundas partes o, como se dice en cocina, Trampantojos, no son buenos. Mucho menos si alguno de esos medios con cierto tufillo a inteligencia artificial, intenta ser original y superior. Aquí, quizás haya errores de redacción y demás, pero es natural y vamos sin red. Aclarado el tema vamos a meternos en harina. Ya, chiste fácil y malo, pero lo de hoy tiene bastante miga. 

En la primera prueba de este programa 5, los concursantes, por parejas, debían cocinar el mismo plato sin verse y sin receta. Solo podían preguntarse unos a otros pero separados por un panel de madera. Antes de comenzar sus compañeros/as/es de concurso nos llegaron a nombrar a Alberto Marín como la "maruja rockera". Alberto asintió, declarando “que le gusta estar informado”. Alberto, yo también soy de naturaleza curiosa. Te entiendo.

En la prueba en cuestión, María, sí, sí, la que había cocinado para Thor, y la Maruja Rockera, realizaron la mejor elaboración. Marín sería capitán en la prueba de exteriores.

Nos vamos a los carnavales de Las Palmas. Raro cuanto menos, para los que somos de estas latitudes (donde se dice que llueve siempre), ver a la gente de bermudas, bikini o tirantes en tales meses. Aquí siempre se buscan disfraces con ropa para abrigarse.

Alberto Marín liderando grupo, luciéndose en los solos, dirigiendo su banda (nunca mejor dicho), pero como en una buena jam session, llegó otro clásico de Masterchef: el cambio de equipos, a mitad de cocinado, de los capitanes. Alberto creyendo que iba a retornar a su equipo se deja llevar, hasta que le dan el toque. “Mozu, apura que quedes en esti equipo hasta el final”. A correr e intentar rehacer lo que estaba mal.

Marín no pudo evitar llevar a su equipo a la expulsión. Pero ojo, que él no tuvo culpa, fue cosa de la anterior capitana. 

En los prolegómenos de la prueba de expulsión, llegó el abandono de Tamara, que estos dos días generó polémica en Twitter -no me acostumbro a llamarlo X- por una discusión que tuvo con los jueces. No voy a opinar, pero sólo hay que escuchar a los compañeros para ver lo que opinaban de ella.

Tras eso. Llego el "sold out" a cocinas. En serio, y un mal endémico de las escenas ya sea la asturiana, la andaluza o la extremeña. Podemos establecer el símil de “había más gente ahí que en el bolo de ______”. Entraron varios foodies, de los que los concursantes tenían que replicar un postre sin verlo y sin receta. Alberto tuvo que realizar un plato de su tierra natal: Canarias. Podríamos decir que nuestra maruja rockera, es un poco rompehuevos. Sí, literal. Tuvo la mala suerte que dos huevos se le escaparan rodando por la encimera. Menos mal que pudo salvar el resto.

Al final el metalhead se quedó entre los tres candidatos a irse, debido a que “mira Alberto, la guitarra es bonita pero falta afinarla”. Vamos que la presentación estaba bien pero que los matices deberían ser mejores. Pero oye, como dice un buen amigo, “afinar está sobrevalorado”.

De los tres acabaron expulsando al legionario terraplanista. Y qué queréis que os diga, a mí me dio pena, le estaba cogiendo cariño. Hubiera preferido que se fuera la marroquí.

De momento, otra semana más y me da que no va a ser la última mientras nos acercamos al ecuador del programa. Alberto Marín aún tiene que dar caña.

Seguiremos informando.

© Diario de un Metalhead 2024.


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