miércoles, 21 de junio de 2017

Los músicos estáis locos.


Por Larry Runner.

Ha corrido como la espuma la noticia de que Berri Txarrak habían tocado para una sola persona en un concierto en Francia. Evidentemente el grupo a día de hoy tiene un nombre y por eso ha convocado tanta atención, pero el caso no es algo inédito precisamente. Yo, lo he vivido.

Fue el 22 de enero de 2010. Tranquilos, no me acordaba de la fecha, lo he tenido que buscar, no tengo tantísima memoria, pero sí que recuerdo los detalles de lo sucedido aquella tarde noche.

Por entonces salía de trabajar a las 7 de la tarde, el concierto, fijado para las 8, me venía de perlas. Si no se retrasaban, me daba tiempo a ir y luego a recoger a mi mujer al salir del curro para irnos aún a cenar. Así que quedé con ella en eso.

Hice algo de tiempo en la oficina, adelantando alguna cosilla y luego subí al centro. Llegué a La Calleja pasadas las 8 y bajé las escaleras. Entro y allí ... sólo estaba la banda, nadie más. Al asomarme y ver que no había nadie, intenté escapar. Pero ... me pescaron. ¡Eh, no te pires! 

El caso es que estuve un buen rato de palique con el grupo, ellos haciendo tiempo. Con la tontería, esperando por ver si venía alguien, la cosa se fue alargando, y cuando se quisieron subir al escenario dieron bastante más de las 9 de la noche. Si se alargaba, a mí ya no me daba tiempo a ver el show completo.

Por fin se subieron a las tablas y a tocar. Guardo muy buen recuerdo, conocía al grupo por uno de sus discos, y por haberles visto en Palencia teloneando a Lizzy Borden, pero aquel día me hice fan para siempre. El caso es que se pusieron a tocar para mi sólo, con dos cojones, aunque yo les dije que pasasen de todo, que me piraba, que cómo coño iban a tocar para mí nada más. Ni caso, se subieron y no me cobraron ni la entrada. Tenía por entonces su “Revolución” y me compré aquel día “Viviendo Rock & Roll”, su anterior disco, para así tener los dos.

Cuando ya llevaban casi una hora tocando, tres chavales que estaban en el piso de arriba de La Calleja tomando algo, se bajaron a ver qué era lo que sonaba, aunque no eran ni rockeros, ni metalheads, ni leches. Bajaron por curiosidad. Una suerte, dejé de ser el único espectador. El grupo ya en el escenario se calentó y no había gitano que los bajara. El caso es que como empezaron muy tarde, yo me tuve que ir antes de acabar y no me pude despedir. Al menos no se quedaron solos.

La banda era The Mirage y me hice fan para siempre. Años más tarde pude entrevistar a Suso, su batería, para el programa de radio y alguna vez he hablado de ellos, siempre bien, aquí, en Diario de un Metalhead. Muy grandes.

Hubo otra ocasión en que me pasó algo parecido, pero aquel día fui con mi mujer y al menos éramos dos. El grupo hasta nos invitó a una birra, pero esa, es otra historia.

Sí, los músicos estáis locos. Aún así os queremos.

A casi todos.

No hay nada más triste que una sala vacía.

© Diario de un Metalhead 2017.

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