Por Sonia M.
He de reconocer que a SKUNK DF los tenía bastante abandonados desde
aquellos tiempos del disco de 2001, Dentro, que causó una gran impresión en mi
en aquellos años de instituto. Recuerdo fundirme en los cascos con esas
canciones desquiciadas, como "Anestesia", con las que llegué a tener miedo de la
voz enfermiza que sacaba Germán González. Por entonces mi mundo musical aún no
era tan amplio como actualmente.
Y aquí me encuentro
años después hablando de estos madrileños. Si se lo dices a esa chica
enfrascada en sus cascos, sin la mayoría de edad, se hubiese reído de ti. Pues
si, aquí tenemos "Pigmalión". SKUNK DF han vuelto con otra de esas obras que hay
que degustar poco a poco. Y así ha sido. Me he tomado mi tiempo, sin prisas.
Que parece que ahora va todo a demasiadas revoluciones y no nos da tiempo a
hacer mínimamente la digestión.
Ya en harina
confesaré que me chifla muchísimo ese sonido de metal alternativo de antes pero
en nuestro momento actual. Sinceramente, me apasiona como suenan las guitarras,
por momentos muy crudas y directas. Una auténtica delicia. Eso sí, la labor de
la batería de Eduardo es increíble. Con cascos el viaje a través de los cortes
es puro goce. Que manera de golpear los platos tan sublime. Con los ritmos de "Samsara"
se me ponen los ojos en blanco.
La voz de Germán es
clave en SKUNK DF para reconocerlos a la primera. Y sin duda el registro es
inconfundible. Actualmente Germán no es tan agresivo al micro y no da pavor
como me lo llego a causar a mi hace tanto años ya. Pero reconozco que era un
vicio volver a escuchar esa locura sonora. Aquí Germán no es tan incisivo,
quizás lo es de otra forma. La lírica sigue siendo espectacular. Tanto que una no sabe a veces de que puede
tratar la canción, y en otras puede ser muy obvia. Toda una obra de arte que
como digo no se digiere a la primera. Y eso que los temas entran bastante bien.
Personalmente el adelanto que abre el disco, "Arde", me apasiona. Es
súper emotiva y cruel por ambas partes por el mensaje. Y así también el
transcurrir del redondo.
El oasis que se
forma con "Impermeable" es acogedor pero un simple espejismo. Aunque
la que continua, es sencillamente desgarradora musical y líricamente hablando.
Hablo de una de mis favoritas del disco, "El chico de las estrellas".
Lo que echo en
falta es algún tema a machete. Sin duda me encanta la atmósfera tan bonita que
se crea con los temas, pero alguno más garrulo me hubiese encantado. Es como
que estas sentada en un restaurante de etiqueta y no puedes comer con los dedos
porque no está bien. No hay desmelene. Eso no quita que encontremos unos
cuantos cortes bien engrasados y cañeros como "Terrorismo emocional",
con unos riffs muy afilados y una letra igualmente punzante.
Al principio al
escuchar el disco varias veces me quedaba con una primera parte bastante
contenta pero la segunda no conseguía atraerme igual, quizás a partir de
Samsara. Sin embargo, como ya he dicho previamente, el tiempo pone las cosas en
su lugar y acabas descubriendo que en la segunda parte hay más cosas donde
rascar. Quizás es esa experimentación en temas como en Golem que de primeras es
bastante fuerte. Eso si, todo lo que suelta en esta canción Germán son puras
verdades sin filtros, cargadas de metáforas.
Un viaje para
tomárselo con calma, con cabeza y con mucho corazón abierto.