Por Jorge López Novales.
Mad Rovers es una banda asturiana que consigue aunar el sonido de los gigantes de antaño, retorcerlo y darle un aire “moderno”. No se rige por dar una experiencia cómoda al oyente. Es un sonido funcional, consecuente con lo que suena y que no da facilidades para su etiquetado.
No contaba con ver a Mad Rovers tantas veces este año, tres veces en lo que va de 2022, teniendo en cuenta que me perdí el debut de su nuevo trabajo en Avilés en octubre del año pasado. Cada uno de los conciertos se ha convertido en algo distinto que lo hacía único.
Su nuevo trabajo, “Times of Revelation”, es una monstruosidad compositiva, una pieza de orfebrería que encaja tema a tema. Hacer que suene en directo parecerá fácil viendo los pesos pesados que aporta Mad Rovers, ni mucho menos.
Este concierto tuvo lugar un lunes 15 de agosto. No habría mejor manera de acabar unas vacaciones (me quedó pendiente poder acercarme a ver a Last Days of Eden). Después de pasarlo genial en el Rock Nalón.
A alguien que no conozca la banda, lo más llamativo será ver cómo Pablo García ha encajado en la banda. No es algo forzado. Es una integración natural y ocasional. Siempre que pueda y quiera ahí estará con Mad Rovers.
La primera vez que vi a Mad Rovers este año fue en la Sala Gong. Pablo participó puntualmente junto a Borja García (Alto Volto) y tuvimos una noche donde los guitarristas se unieron a Carlos Suárez en una sucesión de excesos guitarrísticos. La segunda vez Mad Rovers se convirtió en un sexteto con Pablo participando en todos sus temas y ganó en contundencia, aunque sin ningún tipo de desequilibrio. Todos los miembros tuvieron su protagonismo.
Esta vez tuvimos otro formato en el Kuivi Pop Up. Tendríamos un concierto en exterior y ante un público no “habitual”. Sería un formato atrevido ya que, en Asturias, de vez en cuando hay que mirar al cielo.
Había gente con camisetas del Real Oviedo que venían a olvidar el palo que les acababa de dar el FC Andorra.
El Kuivi ha ido ganando protagonismo. Ha revalorizado culturalmente una ciudad, y una zona condenada a muerte como es el entorno del viejo hospital. No habrá mucha gente que se queje del nuevo emplazamiento. Pero no se puede decir muy alto que las cosas están funcionando bien, porque habrá alguien que se preocupe por destrozar lo que se ha creado aquí sólo por capricho. Nos ofrecen conciertos diarios gratuitos de todos los estilos, un agradable lugar donde comer y beber. Incluso se preocupan por traer gente de fuera de Asturias a este pequeño escenario. Esta noche, el dueto NIÑA COYOTE ETA CHICO TORNADO, y que tocarían después, vendrían desde Donosti.
Mad Rovers empezó a tocar a las 20:30. En el cartel estaba anunciado para empezar a las ocho. Tenían poco tiempo, unos cuarentaicinco minutos. Así que tiraron de temas potentes.
El sonido de la banda de cantina de Star Wars, ubicada en el puerto de Mos Eisley en el planeta Tatooine (planeta al que tienen un afecto exagerado los guionistas de la saga), da el inicio. Rompen ya con “Fulltime- Slave”. Un tema que me recordó que ya tenía que madrugar al día siguiente.
Interpretarían ocho temas más la citada intro. Encontraron una forma de sacar una combinación temas de sus dos discos y que cuadrara.
Miguel Vallinas se echó todo el peso como frontman a las espaldas. Creo que lo vi más activo que otras veces. Es muy importante hacerlo cuando se van los ojos ante cualquier mínima virguería instrumental de los que te rodean. Era imposible no hacerlo cuando interaccionan Carlos Suárez y Chema Menéndez, Javier de Coupaud con Pablo García, Pablo con Carlos, las tres cuerdas al unísono, o el espectáculo de ver a José Mora a la batería.
“Secret´s Garden” fue la calma antes de la tempestad. Cedieron a Chema espacio con su saxo. Fue un momento hipnótico. Puro sentimiento cuando la noche comenzaba a alcanzarnos.
Cerrarían con el despliegue técnico “Fallin´ down” y se despidieron. Quedarían muchos temas clásicos de la banda en el tintero, como no podría ser de otra manera en este formato.
Dejé a NIÑA COYOTE ETA CHICO TORNADO para otros paladares y me fui para casa.
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