viernes, 14 de febrero de 2020

ORION SAIPH: Seven Stages of Grief (Autoeditado, 2018).


Por Larry Runner.

Si no lo escuchas con atención, quizás te parezca un disco más. Si le das vueltas, si le dedicas tiempo, igual logres sacarle su jugo. A día de hoy, por falta de tiempo, por acumulación de discos sobre mi mesa que merecen mi atención, quizás le he dedicado a este “Seven Stages of Grief” un tiempo por encima de la media.

Si lo he hecho es porque creo que este álbum de Orion Saiph es una fruta distinta, y escribo estas líneas teniendo claro que probablemente no haya logrado exprimirlo del todo y como se merece. Es difícil cuando te sumerges en un disco de metal progresivo. Es mucho lo que se incluye en un disco como “Seven Stages of Grief”  y es difícil estar a la altura. Los músicos de este estilo son muy autoexigentes y si exportan ese nivel de exigencia a los demás lo más fácil es que fallemos.

Así que me he puesto teclado en mano intentando estar a  su nivel, aunque probablemente no lo consiga. “Seven Stages of Grief” es un disco muy espiritual, y un cabra loca como yo, que con lo que más disfruta es el thrash metal, difícilmente vaya a hablar decente de un trabajo así.

Lo que está claro es que hay discos buenos y malos, y este es de los primeros. Viene cargado de detalles desde el primer momento o desde incluso antes, desde que le quitas el plástico, porque me encanta el digipack.


Orion Saiph, grupo cántabro con nombre y apellido. El nombre le viene del tema de Metallica y eso es fácil de entender. El apellido Saiph suena a lengua de otra tierra, y así es. Viene del árabe. Saiph es la estrella más brillante de la constelación de Orión, y su nombre viene de “saif al jabbar”, que significa “espada del gigante”. Así que como ellos mismos me cuentan, el nombre viene a significar “La espada de Orión”.  

Está claro que la banda tiene gusto por el cosmos y por los sonidos orientales, que aparecen desde el primer instante de este disco por medio de una voz femenina en “Pain, Grief And Sorrow”, la canción que da comienzo a esta obra.

La músicas es rica en todo tipo de detalles. Llama la atención el uso de las diferentes voces, masculinas, femeninas, limpias y guturales. Todo sirve para darle distintos aires y énfasis a las canciones. Los coros juegan también un papel importante en un álbum que huye de cualquier tipo de comercialidad, aunque bien es verdad que por ejemplo en “The Bride” se ponen en una posición bastante accesible aunque no seas muy de progresivo.

Musicalmente hay mucho en un álbum que cuyo nivel compositivo es muy alto. Las guitarras juegan un papel fundamental, estando muy presentes, porque, recordemos, esto es metal y así ha de ser. Eso sí, juegan un papel limpio, sin tirar en exceso de distorsiones, solo cuando es preciso. Los solos fluyen, y a veces se antojan fundamentales, para la canción como en "The Hunter's Fall", donde creo que no sería lo mismo sin ese lucimiento guitarrero. La sección rítmica sin ser suave no es nunca estridente, logrando en ese sentido un equilibrio constante que se agradece. Además, teclados, piano y hasta violín, para darle un plus a algunos momentos en los que la banda se pone en plan estelar como en “Breaker of Chains”, que con su aire folk brilla con luz propia. 

La vida interior y la exterior y el sentido de la misma, si es que lo tiene, está reflejada en las letras, que en algunos momentos como en “Serotonin” te pueden tirar un poco abajo, aunque luego remonta. Al final del álbum incluyen lo que en Asturias llamamos una “perversión”, que no es otra cosa que una versión metalera de un tema pop. Sinceramente, le han dado tal vuelta llevándola a su terreno que si no fuera por el libreto y lo que de ella se comenta en el mismo, no la habría reconocido. Probablemente venga debido también a que tampoco soy precisamente fan de la artista a la que pertenece dicho tema. No lo citaré para conservar el misterio del álbum. Creo que así debe de ser. Os lo dejo en el aire para que lo disfrutéis por vuestra cuenta.

Ha sido mezclado y producido por Javier Prieto y masterizado por Javier G.F Escudedro en los Estudios Cubex. Suena bien.


“Seven Stages of Grief”  es un buen disco, profundo en todos los sentidos, que necesita de su tiempo para ser disfrutado en plenitud. Uno de esos discos que cuando te pones a ello te gustaría tener más tiempo para disfrutar como hacías antes de meterte a escribir nada. Un álbum del que me gustaría disfrutar en libertad, esa que pierdes cuando trabajas para un medio y los disco se apilan sobre tu mesa mientras te inundan a privados con eso de “qué hay de lo mío”.

Si podéis, si os apetece, dedicadle un rato. De verdad que merece la pena. No os arrepentiréis. 







© Diario de un Metalhead 2020. 

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