Por Simón García López.
Da la casualidad que este 13 de junio se celebran 23 años de la aparición de uno de los discos de Death metal más grandiosos de la historia, pero si escribo este artículo no es por la celebración de esa efeméride, que a buen seguro pasará absolutamente inadvertida. Si escribo esto es porque aprovechando unas horas de “paz”, me puse a confeccionar una relación de los discos que considero los más brutales de la historia. La idea de todo esto era la de escribir un artículo sobre este tema para Diario de un Metalhead, cosa que con el tiempo terminaré haciendo, además ahora ya lo he dejado por escrito.
Repasando grupos para comparar la pegada que transmiten unos y otros a día de hoy llegué al “Serenadium” (1996) de Iniquity. Ahí me quedé. Sin duda es uno de los discos más brutales de la historia del Death metal, pero no sólo es un disco brutal. Es un disco de Death técnico lleno de armónicos, tappings, buenos punteos, plagado de riffs demoledores, compuesto con un gusto e inteligencia extremos que aúnan la pesadez y el misticismo del mejor Death metal que se haya compuesto nunca, con un sonido que aplasta cualquier producción moderna que se le ponga por delante y con un cantante abominable como era el fallecido Brian Petrowsky. “Serenadium” luce sus 23 años como si no hubiese pasado ni uno. Una maravilla sin parangón en la escena, una obra irrepetible, un disco único.
Aún recuerdo la primera vez que escuché Iniquity. Fue la canción que da título al disco en un recopilatorio de la Diehard donde, por lo menos para mí, ellos sobresalían sobre el resto de manera clara. Allí estaban Grope, que en aquel momento eran el grupo más o menos estrella del sello, Infernal torment (el “Man´s trae nature” es otro disco brutal de cojones para la época y encima la portada fue censurada por su explícita violencia) y una veintena de bandas de mayor o menor nivel. Recuerdo que el primer riff de guitarra, a modo de entrada a la canción, ya me puso la cabeza patas arriba. Tardé un tiempo en conseguir el disco porque en aquella época no tenía ni un duro y dependía de quien sí compraba discos para poder escucharlos, pero cuando llegó el día era el niño más feliz del mundo. He escuchado hasta el agotamiento ese disco y lo hago con el mismo placer que hace 20 años. Es para mí y por suerte atemporal.
Iniquity es una banda de la que no conozco a ciencia cierta su repercusión real en los seguidores del metal extremo. Quien los conoce habla de ellos con pasión pero no es algo común. En mi círculo de amigos es una piedra angular, una referencia básica, pero no es fácil encontrarlos en conversaciones, en revisiones históricas del Death metal o libros dedicados al género, y si aparecen lo hacen siempre como referencia de paso, en un plano absolutamente secundario y con un carácter residual.
Ni tan siquiera son la primera referencia cuando se habla del Death danés. Por encima de ellos por trayectoria e historia siempre están Konkhra e Illdisposed, pero por calidad Iniquity los aplasta a todos. Es más y aquí es a donde quería llegar. En sus algo más de 10 años de existencia, desde 1992 a 2003, y sin contar su última reunión para directo con la formación del “The hidden lore”, pocos grupos en Europa igualan desde mi punto de vista la calidad de su discografía, mantenida a lo largo de esos 10 años a pesar de los cambios de formación y su evolución musical y sónica. Nunca sacaron un disco flojo, no les afectó el bajón del Death metal de mediados de los 90 como a la mayoría de grupos del estilo y como a sus vecinos referenciados anteriormente sin ir más lejos, siempre se mantuvieron fieles a un concepto técnico, pesado y agresivo, que con los años fue ganando en velocidad y precisión hasta terminar con un increíble “Grime” (2001) que rebosa calidad por los cuatro costados.
Entre medias “The Hidden lore” (1998), un EP de cuatro temas donde Petrowsky fue sustituido por Martin Rosendahl, fundador de los también históricos Corpus Mortale, quizás la referencia más cercana en todos los sentidos a Iniquity, que desde el inicio te revienta la cabeza y que contiene uno de los mejores finales de la historia del Death metal, y un segundo disco titulado “Five across the eyes” (1999) con el histórico también Mads Haarlov (The Cleansing, Undergang) sustituyendo a Rosendahl, que supuso un cambio de intenciones y de sonido, sublimando la crudeza y velocidad de la banda sin perder su esencia técnica y brutal como antes decía.
Iniquity son una referencia indispensable para cualquier amante del Death metal. Si los conocías estarás de acuerdo conmigo. Si no, estás tardando en escucharte hasta el último segundo de toda su discografía.
De nada.
© Diario de un Metalhead 2019.