martes, 3 de enero de 2023

ROAD REPORT: De gira con STEVE VAI por USA. Parte 5.

 

Quinta entrega de las aventuras de Dani G. por los Estados Unidos al lado de Steve Vai.


Texto y fotos: Dani G.
Parte V.

Amanecemos a las puertas del teatro Keswick en Glenside, Pensilvania, y ya las tenemos abiertas para si queremos entrar a ducharnos. Después de un paseo por los alrededores doy fe de que ha sido uno de los pueblos más bonitos de la gira hasta el momento, y encima tienen un concurso de espantapájaros en las tiendas y cafeterías, así que todas las calles están llenas de espantapájaros a cada cual más divertido.


Una vez en el teatro vuelvo a ver algo que me llama la atención mucho: cuando entramos en los teatros y todo está vacío tienen una lámpara en el centro del escenario. Me dio por preguntar por curiosidad y me contaron que es una lámpara que se pone para ahuyentar a los espíritus, y que la ponen siempre al entrar por la mañana y antes de salir por la noche. El show esa noche fue realmente estupendo, y creo que fue un lleno absoluto. Mientras tanto no puedo pasar este día sin acordarme de que comí la mejor comida china hasta el momento en esta gira. Apenas a 100m del teatro había un restaurante chino diminuto. Desde fuera parecía el típico sitio al que por instinto yo no entraría, pero las ganas de comida oriental podían conmigo. Menos mal que mi instinto falla de vez en cuando, porque la cantidad y calidad de la comida que me llevé fue indescriptible. Normalmente a esta altura me resulta normal pagar 30/40 dólares por una comida asquerosa aquí en USA. Pues me llevé apenas 30 dólares de comida china, incluida la propina, y estuve comiendo un día y medio con ello. Tremendo…


El siguiente concierto fue en Red Bank, en el Count Basie Theatre. Entrar antes de nuestra hora y encontrarme un gran piano fue lo mejor que podía pasar esa mañana. Disfruté de él hasta que los compañeros ya me empezaron a mirar con cara de “¿no vas a hacer nada o qué?”. Este teatro era más grande que el día anterior y aun así volvimos a hacer lleno. En este punto creo que empecé a hacerme un poco consciente de que las cosas van muy rodadas y cuando llegamos al show no tengo que hacer prácticamente nada de trabajo porque todo lo anterior ha estado bien hecho. Parece mentira, pero cuando trabajas con gente como Steve las exigencias son muy grandes, pero todo el proceso de aprendizaje y el nivel de trabajo llegan a un punto muy profesional de manera muy natural. Supongo que Carlos, el Tour Manager y FoH, tienen bastante que ver en ello.


El Paramount en Huntington (New York) era una sala literalmente ENORME. super bien equipada y con muchísimo gusto para la decoración. Si algún día tuviera una sala me gustaría que fuera algo así. Ese día estábamos en la zona donde había crecido Steve, así que de alguna manera jugábamos “en casa”. El sitio es muy mítico: en los pasillos hay carteles de artistas desde Judas Priest hasta Ed Sheeran. Steve salió en volandas de allí.


Al día siguiente teníamos día libre en medio de la nada, cerca de New Heaven. Aprovechamos el desayuno en el Cracker Barrel, el templo oficial de esta gira, donde tuvimos los mejores desayunos sin lugar a dudas. Ese día nos quedamos en un hotel con nada de nada en los alrededores donde aprovechamos para descansar todo lo que llevábamos acumulado de los últimos días, para recargar pilas y empezar noviembre al día siguiente en el College Street Music Hall. Allí aproveché para dar un paseo por la universidad de Yale, una de las más míticas de EEUU y según creo, la más antigua del país. Otro gran concierto y rumbo a Providence!.


Esa mañana llegamos bastante pronto y aparcamos en un callejón al lado de la sala. Chris Huber, técnico de batería y encargado también de las proyecciones estaba echando la mañana en pintar un timbal de Jeremy con los colores de la bandera de Jamaica. ¡Le quedó niquelado y lo pudimos estrenar en ese mismo concierto!. Esa noche volvimos a tener un lleno en una sala en la que el pobre Steve tenía que subir tres plantas de escaleras para ir y volver a su camerino. Por suerte creo que no tiene tanto vértigo como yo…

Steve aprovechó la prueba de sonido para intercambiar algunas ideas con Jeremy sobre su solo de batería. En el solo Jeremy saca un didgeridoo y Steve quería darle algunas ideas para hacerlo todo un poco más espectacular.


Boston es una de las ciudades más míticas y conocidas de EEUU, y cuna de muchísimos músicos de renombre (entre ellos Steve) gracias a su escuela de música Berkley. El Wilbur es un teatro muy antiguo, y algunas cosas eran bastante rudimentarias, pero gracias a una buena crew local y un poco de esfuerzo extra tuvimos un bolazo. La verdad es que esta noche la gente se volvió loca y se dejaban las manos aplaudiendo. Después del concierto Steve tenía bastantes invitados y fue muy curioso que uno, de procedencia italiana, se acercara a preguntarme si era italiano porque mi acento en la parte que canto era muy bueno. Creo que esta fue la primera noche en la que empecé a sentir frío. A ver, que estamos en noviembre, en Boston. Que soplas en la calle y parece que estás fumando. Pero es que hasta ahora íbamos todos en pantalón corto por el país felices de la vida. Ahora iba a cambiar la cosa…

La noche pasó un poco accidentada en el viaje. Parecía que estábamos haciendo el París-Dakkar, pero al final el bus se paró y eso significaba (casi siempre) que habíamos llegado a destino. En este día estábamos en Rochester (New York). El show fue bueno, como siempre, y el local estupendo. Pero aquí me voy a detener a hablar unas lineas sobre “The Union”, que son una asociación de carga-descarga que hay en algunas salas a lo largo de todo el país. Esta asociación tiene su propia forma de trabajar y digamos que son como un sindicato. Entiendo que en muchos sentidos está muy bien y es muy positivo, pero cuando te encuentras con situaciones como la de aquella noche todo se tuerce y literalmente nos vemos impotentes. Me explico: llevamos a estas alturas unos 50 conciertos entre Europa y EEUU. En todos y cada uno de ellos el personal local nos dice que somos gente fácil con la que trabajar y que somos muy amables y respetuosos. Yo veo a mis compañeros o a mí mismo todas las noches tratar estupendamente a todo el mundo, siempre con un “por favor” y un “muchas gracias”. Pues esa noche el personal de The Union eran de esos “trabajadores” que se pasean de un lado a otro del escenario mirando el móvil y evitando pasar por delante de cualquiera de nuestro personal o haciendo oídos sordos cuando les pedíamos ayuda (porque básicamente son “helpers” o “hands”, lo que en España se conoce como “carga y descarga”). Al final hicimos nosotros la mayoría del trabajo, todavía con una sonrisa en la cara, y cuando terminamos de cargar el material técnico en el trailer les pedimos (como cada noche) que fueran a ayudar al personal de merchadise con sus cajas. Pues el jefecillo de este personal viene y nos dice que “ellos no tocan merchandise”, que “nos busquemos la vida”, y que “además los hemos tratado como a perros durante el desmontaje”. Nos quedamos flipados, sobretodo porque para “no tocar el merchandise” no habían tenido ningún problema en descargarlo por la mañana… En fin, capullos hay en todas partes.


El 5 de noviembre amanecimos en Albany. Actuábamos en un teatro llamado “The Egg” (el huevo), así que todos sentimos la necesidad de salir a verlo por fuera. Efectivamente nuestras expectativas se cumplieron: un teatro con forma tirando a huevo (a mi me recordaba a la nave extraterrestre de la mítica película “La Llegada”). Después del montaje me fuí con Phil y Dante a dar un paseo por los alrededores y hacer una pequeña parada para comer. Albany es una ciudad estupenda, y el barrio por el que paseamos parecía un barrio bastante antiguo y con casas unifamiliares. Todo estaba decorado para la fiesta de Halloween, con sus calabazas y movidas varias. Tras un par de horas volvimos al Huevo a tiempo para ver el final del Meet & Greet, en el que por cierto me metí de incógnito y llegué a hacerme una foto con Steve. Teníais que haber visto la cara cuando salí de la cola para hacerme una foto con él. Me miró tres veces con cara extraña hasta que por fin dijo “pero si es Dani… es Dani!”. Vaya risa nos echamos…

Al día siguiente amanecimos en Greensburg para disfrutar de un estupendo día libre, pero estábamos prácticamente en medio de la nada, así que tuvimos que cogernos un Uber para llegar a la civilización. A esta altura me di cuenta de que todavía no había visto un taxi, y todo lo que vimos y utilizamos hasta ahora había sido Uber. Hace un tiempo vi un documental sobre cómo los Uber habían ido reemplazando a los taxis convencionales, y creo que en gran parte o en su totalidad esto ya era una realidad.


Nos fuimos a un casino a pasar parte del día. No había mucho más para ver o hacer, la verdad. Pero pude disfrutar de la buena compañía de mis compañeros de trabajo y de una comida de lo más interesante en el restaurante del casino. Creo que recordaré por siempre cuando trajeron unos nachos de aperitivo y alguien empezó a hablar de los nachos como si fuera un invento americano. Me quedé en shock, pero no era nada comparado con cómo siguió aquello: según mis compañeros de mesa los nachos, la hamburguesa, los perritos o la pizza eran inventos americanos, y se sentían orgullosos de ello. No podía dar crédito. En ese momento les paré en seco y les empecé a preguntar si el aire también se había inventado en EEUU y si sabían quién había ganado la guerra de Vietnam. No podía dar crédito, pero es que la cara que se les quedó cuando les dije que los nachos eran mexicanos, los perritos y las hamburguesas alemanes (aunque en ese momento pensaba que los perritos eran holandeses) y la pizza italiana. Y todavía tuvieron que tirar de San Google para confirmarlo porque no lo creían. Son muy buena gente, pero qué miedo me da la educación que tienen allí…

Al día siguiente teníamos actuación en el propio Greensburg, así que como siempre que se da el caso, hasta las 10:45h no dejamos el hotel. Ese día iba a ocurrir algo realmente especial, pero esto lo dejaremos para la próxima entrega…

© Diario de un Metalhead 2023.


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