viernes, 5 de julio de 2024

La música de los ancianos.


📝 Larry Runner.

Llevo unos días de vacaciones por Benidorm, descansando y tratando de desconectar de la rutina, hasta el punto de que cuando salgo de casa aparco el móvil y en la última semana he encendido el ordenador apenas dos veces.


Pero no es de mis merecidas vacaciones de lo que os vengo a hablar ni mucho menos, si no de lo que puedo observar estos días, que no es más que un adelanto de lo que habrá aquí en España muy pronto y que no ha sucedido porque los 40 años de franquismo han hecho que tras más de 40 de democracia aún no estemos a la altura del resto del mundo libre. Espero que así sea, si no, perdidos estamos.

Los que hayan visitado esta ciudad alguna vez lo habrán observado si es que son algo detallistas, salvo que no salgan de la zona española de castañuela y cutrez. Si alguien se lo sabe pasar bien, eso son los británicos que invaden la ciudad y vienen a romper, a olvidarse de sus mierdas diarias y a beber hasta que la tarjeta diga que no hay más.

Como en cualquier bar que se respire ambiente español la música es una basura a base de tíos que parecen tener una bola de chicle en la boca y que no saben ni su idioma, evidentemente nosotros nos escapamos a la zona inglesa y al menos disfrutamos de buena música, porque en sus bares no hay ni rastro de cantantes con taras mentales. Lo peor que puedes escuchar es Oasis o Blur, aunque ya te digo que el “Song 2” de los últimos no lo ponen porque los bares podrían venirse abajo.

No son pocos los bares que pinchan rock, por fortuna. Eso sí, olvídate de Bring me The Horizon o de Sabaton. Lo que suena es AC/DC, Guns N’ Roses, Queen … Clásicos básicos, como en Rock FM. 

El público en estos bares es de una media de edad muy mayor. No mayor, no de 50-60, más mayor aún. Jubilados de 70 para arriba. Los jubiletas españoles van al bar de la tapa barata y los guiris al rock bar a tomarse pintas. Es lo que hay.

Lo gordo de estos jubilados es que se saben todas las canciones. Las cantan todas. Algunos son de la edad de mi padres y puede que incluso mayores, pero se saben los temas de Led Zeppelin, Kiss o Status Quo. No hay lugar para el pasodoble.

Ese es el público de los Rock Bar de Benidorm. ¿Cuánto tiempo le queda? Poco, está claro. Ese público si fuera español sería más joven, tendría entre 50 y 65 años, porque aquí vamos con retraso. Para nuestros mayores el rock es ruido. No hay más.

Es por ello que soy optimista en una cosa. Tengo la esperanza de que en unos años, cuando tenga ya el carnet que me permita entrar en el Hogar del Jubilado, la música que me pongan allí sea la misma. Rock de la emisora del Pirata. No pediré que me pinchen a Heathen o a Death Angel, pero si me ponen a Queen o a Bryan Adams, no le haré ascos. Todo mientras no sea música rancia propia de plaza de toros. No voy a ninguna boda desde hace más de 30 años porque escuchar el “Paquito chocolatero” me da arcadas. No puedo con esa puta mierda y con los olés.

Soy mayor y no tengo ningún problema en reconocerlo, aunque no lo suficiente para tener ventajas y poder pagar los cafés más baratos o subirme al tren pagando la mitad. Incluso irme de vacaciones por un tercio de lo que ahora me cuestan. Pero aspiro a llegar a anciano y que me pongan en el bar la música que le ponen a los ingleses que lo son hoy en día, que es la que se escucha en Rock FM y la que exigen algunos a los festivales a día de hoy. La música de hace 40 años. La música de los ancianos ingleses que esperemos nos llegue a los españoles.

De todas formas, no me haré demasiadas ilusiones. Me temo que nunca vaya a ser así, este país no cambia, no tiene remedio. Sonará la misma mierda y con suerte algo del debut de Estopa. Sacaréis la air guitar a relucir cuando suene el “Entre dos tierras”, que será lo más duro que oigáis mientras os tomáis las pastillas con un cafetín con leche templada. Así que escuchemos la música de los ancianos ahora. Porque luego ni eso.

© Diario de un Metalhead 2024.

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