jueves, 9 de mayo de 2024

La era instagram del metal.

📝 Sonia M.

Hace varios días acudí con mi pareja y unos amigos a la Jimmy Jazz de Vitoria-Gasteiz para ver a Rise of the Northstar en su gira presentando “Showdown”. Y lo que podría quedarse en una mera anécdota y una noche memorable en muy buena compañía trajo varias reflexiones interesantes.


No es la primera vez que lo vemos, pero si que igual ahora somos aún más conscientes de ello.

Aquello ya lo empezamos a percibir en nuestras asiduas estancias en el Resurrection Fest con toda la parafernalia de los “gorrillas”; los “ciclaos de gimnasio”; “karatekas”, o por resumirlo, el “machocore” ha llegado a nuestras tierras.

Como bien se comentaba aquella noche en Vitoria: esto ya se ha ido de madre. La música ya no importa. Importa la imagen, es todo postureo. Miraras donde miraras veías gente ataviada con sus mejores galas para el momento, incluso un grupo de chicas, por lo que me comentaron, que todas iban con sus gorras idénticas de la banda, y mientras tocaban les daban la espalda y se dedicaban a sacarse fotos o hacer contenido para sus diferentes redes. No llegué a ver a gente “estirando” o “calentando” en las primeras filas, como me comentó un amigo que él sí que ha visto en festivales, no sé si tanto en salas.

Y es aquí donde me cuestiono, ¿está esto mal? ¿por qué nos escuece por así decirlo? Quizás porque vemos esto como una moda más y no como disfrute por lo que se está viendo y escuchando. Es complicado afirmarlo. No seré yo quién me meta con estos comportamientos, aunque sí es cierto que a mí personalmente me parecen ajenos ya que al final mi perspectiva es que si vas a un concierto es para disfrutar de la banda y de su música, que entiendo que es lo que te ha hecho comprar la entrada.

Sin embargo, quizás ahora esto no sea así. Lo mismo que si compras una entrada para el cine, puede ser esto, público esporádico y no continuista dando igual más o menos el tipo de música. O como pasa en los golden pits esos de grandes estadios donde la gente se deja una morterada para “ver” o “sacar la mejor foto” a la banda top en cuestión. Lo que pasa que no deja de chocarme verlo en lugares tan reducidos como una Jimmy Jazz.

También es cierto que la banda ayuda mucho a ello. ROTNS han petado para bien gracias a su imagen y sus mezclas. Sin embargo, soy la primera que reconozco que más allá de eso, si no hubiesen apostado tanto por aquello, añadiéndole lo raro de ser franceses y subtitular todos sus videoclips al japonés, no hubiesen llegado a lo que son actualmente. Serían una banda más porque lo que hacen no es nada nuevo, pero sí es algo que han sabido manejar muy bien, con sus particularidades hasta hacerlo suyo, hasta crear “su sonido”. Y si a eso le añades una imagen impactante, consigues lo que ya es una realidad, ventas de merchan a saco.

De todas formas, y por cerrar, fue un gustazo ver la sala llena y con una media de edad muy joven. Acostumbrada a ser quizás de las más jóvenes en la sala, aquella noche no lo fui ni de lejos y eso también está bien. Lo que pasa es que te da por pensar, ¿es un espejismo?

¿Qué es más importante actualmente, la foto y que todo el mundo vea lo que has hecho porque si no no ha ocurrido o disfrutar y dejarte llevar sin la necesidad de estar documentándolo todo a una nube de ceros y unos? ¿O ambas cosas son compatibles?

O quizás como también comentamos, igual es que nos estamos haciendo mayores.

© Diario de un Metalhead 2024.



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