viernes, 31 de mayo de 2024

Alberto Marín en Masterchef. Capítulo VIII: Esto es todo, amigos.

Terminamos aquí la serie dedicada a las andanzas de nuestro héroe del metal tras los fogones del famoso concurso de la televisión pública. Se acabó la trayectoria de nuestro representante en Masterchef y cerramos este ciclo no sin antes agradecer a Iván Fernández su valiosa aportación con este proyecto. Os dejamos con él contando los últimos momentos de la andadura del guitarrista de Ankhara en TV. 


📝 Iván Fernández.

Hagamos un repaso a los últimos momentos de Alberto Marín en el reality culinario empezando por el programa 8. Nuestro protagonista tuvo que realizar un cocinado especial con productos afrodisiacos y eligió como producto principal un bogavante. Empezaron a indagar en su historia de amor con Ana Laballo, los jevis tambien tienen sentimientos y son extremadamente delicados.

La movida llegó cuando tuvo que ir a la valoración de los jueces. Al comparar su bogavante con el de un compañero (se va poniendo interesante la cosa). Le preguntan a José “¿has probado la cola de Alberto?”, el legionario, ya entre risas, contesta: “sí, es grande y jugosa”. No está mal encaminado cuando el cocinado trata sobre esos beatos temas.

Alberto salvó el programa sin más complicación.

Para el programa 9, los concursantes recibieron la visita de sus familiares y en el caso del metalero, fue Ana Laballo quién se pasó por el set. Reconoció que nunca cocina y que ella estuviera en una cocina “no se repetiría más”

Alberto va librando, pero en ese programa la prueba de exteriores envía a todos los participantes a jugarse la expulsión tras un cocinado desastroso en el que hubo platos que ni se presentaron.

Llega el último programa con Alberto en la alineación, el 10.  Habiendo dejado patente su relación inexistente con la concursante Zeleste, que por cierto, hay que hacer esfuerzos para aguantarla a través de la pantalla, no me lo quiero imaginar en persona. Las casualidades del destino hacen que Alberto se tenga que jugar la expulsión precisamente con ella y con la gran favorita, Ángela.

En la prueba de expulsión les mandan replicar nada más y nada menos que un Girasol de Chocolate obra de Lluc Crusellas, un Freddie Mercury de la pastelería. Casi nada. Alberto no consiguió convencer ni al propio cocinero ni a los jueces en una elaboración que tenía muchos defectos. Se fue expulsado a las puertas de la semifinal.

El bueno de Marín salío dejando un mensaje para quienes suelen aún, a día de hoy, juzgar a las personas por el físico o la apariencia, en clara referencia a sus tatuajes y melena con un “he demostrado que se puede ser buena persona y cocinero llevando un look diferente. Siento que he hecho algo importante”. Aquí en Diario de un Metalhead, estamos de acuerdo, Alberto.

Marín se va arrancando lágrimas de sus compañeros. Ha sido muy buen concursante, muy trabajador y que no tiene pinta para nada de ser mal cocinero. Sus platos no lucen nada mal. Algún concursante que se coló en semifinales, lo hace con la suerte de librarse de expulsiones en algún caso en pruebas de exteriores. Alberto Marín deja muy buena imagen y rompe algunos de los tabúes para con los metaleros y su imagen entre la gente.

Ya sabes Alberto, como dice un tema de tus Ankhara, no mires atrás. Queda pendiente una visita a esa taberna que vas a montar. No dudes que será visita obligada en próximos viajes al Levante.

© Diario de un Metalhead 2024.


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