sábado, 7 de diciembre de 2019

A clavar estacas.


“Support your local scene”. La frase queda de la hostia. Hay quien incluso se hace camisetas con ella. Apoya la escena local. Suena bien hasta en español.

Luego nain de nain. Y lo sabes. Porque a muchos de los que ponen eso en sus redes sociales luego no les ves el pelo en ningún bolo. Bueno sí, en alguno. Cuando se suben al escenario o cuando lo montan ellos o algún amigo muy cercano. Porque los hay que conocen las salas cuando van a tocar, incluso las de su propia ciudad. Y sí, lo sabes. No es el primero que te llega y te dice, “está guapo el garito, no lo conocía yo” y el garito en cuestión lleva abierto un lustro. Cinco años para los de la ESO.

Cada vez es más habitual. Y es que muchos están de paso. Vienen una temporada, juegan a estrella del rock, a mánager o a promotor (los hay que sacan dinero y hasta subvenciones) y luego desaparecen. Me equivoco muy poco con ellos, aunque a veces te hagas el tonto para tener la fiesta en paz. Pero tras tantos años reconoces a esta peña de lejos. Cuando te llegan hasta te echas unas risas con la gente cercana que lleva tiempo en esto y que también los huelen a distancia.

En realidad son vampiros de la escena. Vienen a pasar el rato sin ningún tipo de aspiración y gracias a los que sí la tienen, o a los soñadores, van chupando sangre de aquí y de allá, metiendo la cabeza en los carteles y dejando fuera a veces a otros que de verdad lo merecen y realmente se lo curran.

Esta gente absorbe el trabajo de otros con su pasatiempo del momento. Son sanguijuelas. El metal se la sopla, es como andar en patinete o jugar a la play. Algo pasajero. En unos años andarán con el “yo era heavy también”, o “yo era metalero”, que será el “yo era heavy” de la caspa del futuro. Al tiempo.

Por eso no muestran el mínimo interés por ningún otro concierto que no sean los suyos. Jamás comparten nada que no sea de su historia. No acuden a casi nada, salvo que sea de un amigo muy muy cercano o lo hagan buscando una compensación. Y ojo, son luego los más chapas. Los primeros en buscar tu apoyo, pero jamás te devolverán el favor. Lo mejor es que la mayoría además vomitan mierda cuando pasas de su culo.

No suman, y todo lo que no suma, resta. En realidad no crean escena, nunca lo harán. Buscan  dinero, pasárselo bien a costa de los demás y hasta el salseo. Ven a mi concierto. Ven a mi festival. ¿A cuántos vas tú? ¿Qué cojones vienes a reclamar vampiro de la escena?

Alguno leerá esto y se dará por aludido. Será que tengo razón. Lo siento por él. Pero ojo, si estás leyendo esto y llevas años en la movida, ten en cuenta que esto no va por ti. Seamos amigos o no. Te caiga mejor o peor. No va por ti. Va por la gentuza que está de paso. Por esos recién llegados que han venido a la suya y no sabes de dónde cojones han salido. Que nos conocemos y alguno irá ahora con el cuento a alguien para meter mierda contando la historia a su ofendidita manera. Que de todo hay.

¿Vampiros? No Gracias. A clavar estacas. Pero las que más duelen, las de la indiferencia.

© Diario de un Metalhead 2019.