sábado, 18 de agosto de 2018

PRIMAL FEAR: Apocalypse (2018, Frontiers Music) Alemania.


Por Larry Runner.

Maestros del riff contundente, de los estribillos y del buen heavy metal. Virtuosos defensores de la melodía. Creadores de himnos y de algunos de los más grandes discos del género de la última década. Hace tiempo que dejaron de ser una promesa para ser una de las mejores bandas del estilo. 

Si bien en los primeros tiempos alternaban discos sobresalientes con otros no tan exageradamente buenos, hace mucho que todos su álbumes son de notable alto hacia arriba. “Apocalypse”, su nueva obra recién editada por Frontiers no es menos.

Una vez más han parido un álbum fantástico y solo la estupidez humana sirve de explicación para que a estas alturas no estén al nivel de otros masters del género como Judas Priest o por poner un ejemplo más cercano Helloween. A día de hoy no tienen nada que envidiar a unos y otros. Musicalmente son la bomba, y en este disco lo vuelven a demostrar.


Espectacular Jovino a la batería. El italiano se muestra como un fenómeno del doble bombo y de los ritmos acelerados cuando los temas se lo exigen. En “Apocalypse” queda bien demostrado, con un arranque acelerado “New Rise” que sin dejar de ser un buen tema se me antoja de lo más flojo del álbum junto con el siguiente “The Ritual”. A diferencia de lo habitual en los discos, los temas más vulgares parece aquí haberse situado al comienzo del álbum Detrás no paran de llegar joyas.

Y es que una vez más el nivel competitivo es espectacular. El trabajo de las guitarras es de lo mejor que he escuchado en el último año. El tándem formado por Naumann, Beyrodt y Karlsson es de lo mejorcito que te vas a encontrar sobre un escenario, y sí, es este un disco de guitarras, así que ni te cuento lo bien que se han portado. Rítmicas mágicas y solos espectaculares. No se les puede pedir más. 


Jovino y Sinner le dan la base rítmica contundente que el grupo necesita para asentar el grueso de temazos que aquí nos ofrecen con un Scheepers espectacular como siempre.

Luego están los pequeños detalles, esos que marcan la diferencia, que están ahí y que casi ni te das cuenta, pero que elevan el nivel de calidad de las canciones, le dan un plus y las hacen enormes. Un piano por aquí, unas instrumentaciones por allá. No abusan de esos recursos, los usan con templanza y parecen entrar en el momento preciso. 

¿Canciones a destacar? A partir de “King of Madness”, el cuarto corte, todos. No hay rellenos, todas las canciones son espectaculares, con espacio a grandísimos estribillos y con algunos himnos en el lote. Con remisniscencias que transportan a los 80 pero con sonido actual. Que te recordarán a Saxon, a Judas, a lo que siempre ha sido y siempre será el Heavy Metal.

Sencillamente, espectaculares. Los putos amos.








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