domingo, 29 de abril de 2018

NAPALM DEATH: “Coded Smears and More Uncommon Slurs” (2018, Century Media) UK.


Por Simón García López.

Napalm Death: “Coded Smears and More Uncommon Slurs”, y algunas reflexiones sobre un grupo admirable.

Nueva recopilación de los de los incombustibles Napalm Death, donde se reúnen en este caso una gran cantidad de rarezas y bonus desde 2004 o más o menos el “The code is red… Long live the code”, hasta el día de hoy.

Un doble CD que junta un total de 31 canciones que no por “extrañas” son de peor calidad. Muy al contrario, esta recopilación es nuevamente memorable y obligada para todo fan de la banda y del Grind, y que sirve de continuación a su anterior recopilación “Noise for music´s sake” que sirvió de repaso intenso a su historia y asimismo recopilación de rarezas hasta el 2003. Se hace imposible destacar una canción por encima de las demás en este recopilatorio porque todas son de una intensidad intimidante y desprenden una energía casi nuclear. Son pequeñas bombas destinadas a volarte la cabeza. Para mí no hay mejor terapia que escuchar este tipo de discos en días en los que sin ellos uno se convertiría en Michael Douglas en “Un día de furia”. Alguien debería de estudiar las propiedades medicinales o terapéuticas de un buen disco de Grind. Lo digo en serio. 

Puede parecer a estas alturas que está todo dicho de Napalm Death, pero siempre queda algo y a mí con esta recopilación se me vienen unas cuantas reflexiones a la cabeza que paso a desarrollar.

En primer lugar, me alucina la capacidad compositiva de un grupo que lleva más de 30 años sacando discos, EP´s, splits sin parar, creando, creando y volviendo a crear. Me alucina no porque creen canciones o saquen discos de manera regular, cosa que cualquiera puede llegar a hacer con cierta facilidad y sin volverse muy loco, sino por la calidad de todo lo que han hecho a lo largo de su trayectoria. Este compendio de canciones inéditas, de difícil escucha por estar contenidas en ediciones especiales son todas ellas de enorme calidad y de una intensidad indescriptible. No hay relleno, no hay un tema malo. Eso es lo alucinante, lo asombroso, máxime cuando se mueven en los límites de un estilo como el Grind donde la falta de originalidad por lo reducido de sus características como estilo es una constante. Es algo asombroso crear y crear y siempre tener ideas buenas, bien llevadas y plasmadas en sus trabajos. Mi admiración es absoluta por ellos. 


En segundo lugar, Napalm son una cosa en disco y otra en directo. El fácilmente constatable para cualquier seguidor del mundo esta diferencia porque pueden llegar a tocar en tu casa a poco que te esfuerces. Creo que no hay ningún grupo en la tierra que toque más que ellos y en tantos sitios diferentes. Algo absolutamente admirable nuevamente para gente que ya ronda los 50 años.

Quería hacer especial hincapié en esto de la diferencia entre su trabajo de estudio y su puesta en escena porque la última vez que vi a Napalm entendí o creí entender qué era aquella enorme bola sónica, aquel espectáculo incomprensible para cualquiera que no conozca al grupo. En directo son una especie de performance, algo artístico donde la finalidad es traducir ruido y agresividad en una forma extrema de arte, generar un estado de tensión e intensidad en el espectador  propia del mismo estilo de música que practican. La tensión que generan en directo, el volumen, su manera de tocar sucia y despreocupada, absolutamente punk, va más allá de la música. 

Podrían tocar mucho mejor si quisiesen, han demostrado de sobra su capacidad para ejecutar perfectamente lo que graban, sobre todo en los trabajos más experimentales de mediados de los 90 donde destacaban por un sonido pulido alejado en ocasiones de sus raíces más extremas, cosa que les llevaría irremediablemente a sonar mucho mejor también, circunstancia que no ocurre no por la escasa calidad de su técnico, que en esta última gira era nada más y nada menos que Mr. Simon Efemey, reputado productor inglés que desde el sublime “Enemy of the music business” lleva unido a ellos y que haría sonar bien una lata de sardinas si se lo propusiese. El sonido, esa amalgama indescifrable en ocasiones, esa bola sónica es algo buscado, algo que unido a una actitud única y una energía bestial convierte su directo en un espectáculo no apto para todos los públicos, pero muy apto para su público, en una performance de ruido y volumen abrasador. Si pretendes ver a un grupo ejecutar a la perfección su música no vayas a ver a Napalm. Si vas a sentir qué es el Grind, la música más intensa y extrema del mundo verlos es algo obligado.


En tercer lugar, y algo que es un nuevo motivo de asombro para mí es Barney Greenway, concretamente su capacidad vocal. A lo largo de los años cualquier fan de Napalm ha podido comprobar la evolución de su voz. Desde sus inicios con una voz más Death a lo Kam Lee hasta el día de hoy, su estilo se ha extremado y personalizado hasta llegar a un punto de tensión en su tono nunca visto ni escuchado. Cada vez que Napalm sacaba disco en el pasado siempre pensaba que había llegado a su límite, que no se podía ser más extremo, más brutal y tiempo después aparecía el disco siguiente y se superaba. Así hasta el día de hoy, donde ha llegado tanto en disco como en directo a un nivel absolutamente increíble de violencia y agresividad. Escuchad por favor las canciones tituladas “Critical Glottonous mass” o “What is past is prologue” para entender más concretamente a qué me refiero. Recozco mi admiración hacia él y que posiblemente sea el cantante que más me ha impresionado nunca en directo. 

Napalm Death nacieron como consecuencia del mundo demencial e injusto en el que vivimos, la medicina a la miseria y malevolencia humana a través de una de las formas de arte más violentas y extremas que haya inventado nunca el ser humano, el Grind. 

God save Napalm Death. God save the Kings.








© Diario de un Metalhead 2018.

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