Por Diego Rodríguez Liébanas.
Krazark tienen su sede en la sierra madrileña y más concretamente en Villalba. Allí es donde ensayan Esteban, Kiara, Álvaro y Joan, cuarteto de diversas procedencias musicales que decidieron unir sus fuerzas para meterse de lleno en el Stoner.
Esteban Muñoz es también el cantante de Grapeshot, banda que, por cierto, han editado uno de los mejores discos del año pasado con su sobresaliente “All About To End”. Por su parte, Álvaro Díez fue bajista de Dover durante 13 años. Desde su salida de la banda en 2005, Álvaro no se había vuelto a embarcar en otro proyecto hasta que el barco de Krazark pasó por delante de él y decidió montarse. La guitarrista Kiara Sáez ha colaborado con diversos grupos pero esta es la primera vez que suma sus fuerzas a una banda con todas las de la ley y Joan Herrera procede de diferentes agrupaciones de Hard Rock.
La primera vez que me crucé con Krazark fue en el Southern Metal Fest del 2017 y ya en aquel momento me llamó la atención su nombre pero... ¿De dónde viene? ¿Es una palabra inventada o ya existe? Mitad y mitad ya que procede de manipular al gusto Pyornkrachzark, nombre del comepiedras que aparece en la película “La Historia Interminable”, con lo cual no podrían haber encontrado un apelativo mejor no sólo por su sonoridad sino por la propia fisionomía y constitución del personaje muy en la onda Stoner que propone la banda. Así que la respuesta estaba ahí mismo, en la portada del disco, donde el gigante Krazark observa a la civilización desde las montañas.
Tengo que decir que si bien en directo Muñoz con su carisma y saber estar en el escenario se lleva todo el protagonismo, en este disco, a pesar de que su labor es muy destacable, tiene dura competencia a causa del trabajo impecable de Sáez en las guitarras. ¿Riffs poderosos y agresivos? Los tienes. ¿Solos duros y potentes combinados con otros cargados de sentimiento? Los tienes. ¿Rítmicas contundentes para mover el cuello a gusto? Las tienes. Grandísima faena a las seis cuerdas que se ve complementada a la perfección por Díez al bajo, muy presente con un sonido grueso perfectamente ensamblado con la percusión llevada a cabo por Herrera formando una base rítmica de nivel.
Muñoz a lo suyo, sacando a pasear ese vozarrón que tiene cuyo registro se mueve entre la visceralidad y la pasión de Joe Cocker, la agresividad de Phil Anselmo y la sutileza de Jim Morrison. Fijaros que tres nombres he citado porque no sólo son quiénes son, sino que son muy distintos lo cual da un mérito especial al trabajo del vocalista. Está claro que hay que salvar las distancias pero, después de mostrar respeto por las leyendas, no me queda otra que aseverar que la de Esteban Muñoz es una de las voces con más talento y personalidad que ha surgido en los últimos tiempos. Además, la impresión que da es la de que todavía está empezando a sacarle partido quedando mucho potencial por explotar.
Todos los temas ofrecen algo pero me gustaría detenerme en el primero, “Dark City”, que es mi preferido. Se inicia con la frase que le dice el Dr. Eldon Tyrell a Roy Batty, el inolvidable personaje interpretado por Rutger Hauer: “La llama que arde doblemente brillante quema la mitad del tiempo. Y tú has brillado muchísimo, Roy”. Como os podéis imaginar, una introducción semejante no puede ir acompañada de un tema de tres al cuarto. En los primeros compases bajo y batería nos dan buena muestra de por dónde van a ir los tiros, detalle de guitarra, alarido del cantante y a despegar. Todo alrededor de un par de riffs sencillos pero contundentes, efectivos y con mucho gancho. De pronto el tema coge pausa y sacamos el babero porque con una clase fuera de lo normal cada uno de los cuatro logra darle un feeling tremendo al tema, aunque con mención especial para Kiara que se sobra a cada instante antes de que la canción vuelva a coger velocidad para terminar a lo grande. Temazo.
Mi impresión en aquella actuación del Southern Metal Fest fue la de que Krazark era una banda solvente con buenos temas pero, no sé por qué, pensé que no pasarían de juntarse una o dos veces al año para dar algún concierto, pasárselo bien juntos y no mucho más. Craso error ya que con este EP demuestran que se están tomando muy en serio la labor de dar vida un proyecto sólido y duradero metiéndole horas de trabajo y tratando con mimo y dedicación cada uno de los detalles. Todas las canciones tienen algo y la mayoría mucho. No se trata de un EP sacado a la ligera, con un tema bueno, dos versiones y un par de experimentos. No. Muchas virtudes se aúnan: Sonido, composición, interpretación y actitud, las cuatro patas que cimientan un buen disco y es de justicia decir que ninguna de ellas cojea.
© Diario de un Metalhead 2018.
Más sobre KRAZARK aquí.