jueves, 27 de octubre de 2022

¡Tú sí que eres un muermo!


Por Sonia M.

Los nuevos packs de giras están trayendo cola, o eso me parece. Hacer combos de bandas que en un principio no casan es lo que manda ahora, la unión hace la fuerza a pesar de lo que pueda pensar la mayoría.

A mí me encanta, porque me gustan muchos estilos y si me los mezclan por mí perfecto. Uniones como la de Amon Amarth con Machine Head recientemente, la de Arch Enemy con Behemoth y Carcass o Kreator con Lamb of God (aunque igual estos sí que casan más) son algunos de los ejemplos más claros en los que la variedad ha acabado mandando en el mercado, para gusto o disgusto de muchos.

En estas me encontraba yo, en una de esas giras pack que por suerte cayó cerca de casa, nada menos que en la Totem de Villava, lugar de obligada reunión para desmelenes varios. En esta ocasión el combo era Cradle of Filth y los franceses Alcest, a todas luces incompatibles. Eso pensaría más de uno. De ahí viene el título de la entrada. Para los fanáticos más puretas del estilo, de aquello por lo que Cradle of filth hoy es la banda que es, tener que soportar a Alcest fue todo un reto. Los compadezco.

Servidora iba especialmente por Alcest, banda que con los años me han ganado poco a poco, al hacer algo que parece tan sencillo, su marca. De ir saboreando su propuesta como quien disfruta de un postre con delicadeza. Así es su música, un viaje. Desde sus primeros discos más desgarradores, y cañeros a otros más ambientales e intimistas. ¿Qué podían ofrecer en los 55 minutos que nos brindaron en la Totem? Un poco de todo. Una de cal y una de arena, rítmicamente hablando. Bajo la batuta de Niege (Stéphane Paut), alma del grupo junto a Winterhalter (Jean Deflandre), su presencia como despreocupada, meditativa, con unas pintas más de hippy que otra cosa fue desgarrando su guitarra junto al resto de la banda. El conjunto de luces, canciones, la emoción, su manera de vivir la música era sublime.

Entonces, en uno de esos momentos donde la intensidad bajo un poco, escuché a mi lado un comentario que me sacó de mis casillas. "Ya te dije que eran un muermo, un tostón”. Giré mi cabeza indignada para ver de dónde venía semejante comentario. No daré detalles porque no los merece, pero conocida persona de mi ciudad, dejó de nuevo patente que de sensibilidad y gusto va bastante escaso.

Acepto que no todo puede gustar, que hay ciertas mezclas que no son bien recibidas en según que sectores, que el caminar hacia adelante es costoso. Lo que no acepto es esa falta de cultura, de respeto por el trabajo de una banda que está creando escena y que si fuera por gente como la de este comentario, nos hubiésemos quedado anclados en unos Led Zeppelin o unos AC/DC de turno, por poner dos ejemplos muy generales. Si fuera por gente como esta fuera, no existirían los colores. No existiría nada, en resumen.

Denota una falta de sensibilidad, de curiosidad, de respeto... De tantas cosas, que me entraron ganas de decirle que si por el fuera nos hubiésemos quedado en la Edad Media. Que igual tenía que cerrar un poco la boca porque mucha de la gente que vino a la sala, la cual no se llenó, por cierto, para lo que "debería" con una banda del calibre de Cradle of filth, en los altares de este personaje, acudió a la Totem expresamente por los franceses Alcest, gente francesa incluida. Un domingo.

Así que, gente de este tipo dándome lecciones me da pereza. Pero sobre todo me da pena porque son gente cerrada, amargada, que no es capaz de avanzar, de atreverse a descubrir nuevas cosas, de dejarse llevar por nuevas propuestas del tipo que sean. De no tener complejo alguno, simplemente el afán de disfrutar, de sentir.

Una pena porque a uno puede gustarle muchísimo un pastel de chocolate, como lo que más, pero cuando llevas una semana de esta forma, lo siento mucho, llámame rara, yo ya no puedo más.

Dicho esto ... ¡Tú sí que eres un muermo!

© Diario de un Metalhead 2022.






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