viernes, 3 de mayo de 2019

Metálicamente de puta pena. METALLICA. 01.05.2019. Lisboa. Crónica y fotos.


Por Larry Runner.

El año pasado los disfrutamos en el Pabellón Atlántico, ahora bautizado como Altice Arena y fue mágico. Hace unos años habíamos estado en el mismo escenario para ver a Iron Maiden y más de lo mismo. Dos experiencias sensacionales en Lisboa, así que con ganas de regresar, pues no hay dos sin tres. ¿Sería igual de especial? Pues no. Ni de lejos. Echando la vista atrás, mereció al pena visitar Lisboa, pero no por el concierto.

Estoy seguro que para algunos sería mágico, un éxtasis, un puto orgasmo. Es lo de siempre, dependiendo de qué conciertos hayas visto en tu vida o qué lugares hayas pisado para ver buenos conciertos tendrás el listón más o menos alto. El nuestro, gracias al cielo, lo tenemos muy alto, y cuando hacemos un esfuerzo como el de ir incluso a otro país, con los gastos que te ocasiona un desplazamiento así, queremos ver lo mejor.

Era la quinta vez que iba a ver a Metallica y tengo que decir que, rotundamente, la de Lisboa 2019 ha sido la peor de todas con diferencia y a años luz de la vivida en la misma ciudad 16 meses antes, en su gira anterior.

Entrada a la cueva.

Empecemos por el tema de infraestructura. La organización del concierto fue nefasta. Totalmente desastrosa y tercermundista. El vetusto Estado Do Restelo, la antigua casa del Os Belenenses y donde en su día Pearl Jam grabara en vivo, no está a la altura del Altice Arena ni de lejos. Con una capacidad similar a la del pabellón, me imagino que el alquiler será mucho más barato que el del Altice. Los servicios estaban lejos de ser tan buenos como los del año pasado. Si bien el acceso al estadio fue rápido, con muchos menos controles de seguridad que en 2018, una vez dentro todo fue un desastre. 

De mano comprobamos lo bajo que estaba el escenario, lo cual luego con el mogollón impediría la correcta visión a la mayoría de la gente. Con el Golden Circle por delante para los que más pagaron, verles de cerca aunque tuvieses entrada de pista estaba descartado. Pero he visto muchos conciertos desde el césped y siempre de maravilla. Esta vez era mucho más complicado. Si el escenario hubiese tenido la altura que tienen normalmente los tablados en este tipo de conciertos multitudinarios no habría habido problema alguno. En el Altide te pongas donde te pongas, ves bien. Aquí faltaron al menos dos metros más de altura para el escenario. El 80% de los que estaban en el césped no vieron una mierda.

Lo mejor de la tarde.

Los bares, bien. Muchos y con la caña de Super Bock a dos euros. La cerveza no sería causa de ruina. Pero ya se sabe, una cerveza, una meada. Pues bien, primera visita a los urinarios y ... sorpresa. Veinte minutos en la cola para echar un pis. Fue durante la actuación de Bokassa. La segunda, mientras actuaban Ghost, la cola ya se multiplicaba por cinco. Calculo que mínimo hora y media para mear. Solución: buscarse la vida. Acceder a la grada y mirar a ver si había suerte. Mear donde fuera. Mejor que me echen antes que hacérmelo encima. De repente los vomitorios del estadio eran un meadero descomunal. Cientos de tíos miccionando contra las paredes de los estrechos vomitorios y los pasillos convertidos en ríos de pis. La gente no podía guardar una cola de más de una hora para mear. ¿En qué cabeza cabe? No es que hubiese pocas cabinas, es que estas estaban regentadas por unos guardias de seguridad de Prosegur que te mandaban pasar. Pero se vieron desbordados y no controlaban las cabinas. Así que de las 25 cabinas, más de la mitad estaban siempre vacías y los guardias sin enterarse y entorpeciendo un proceso en el que la peña siempre es generosa y rápida en los conciertos. Un desastre. Dejé de beber.


Abrieron Bokassa y, la verdad, no me aportaron nada. Mejor nos hubiésemos quedado fuera tomando algo disfrutando de las terrazas. Me gusta ver a los teloneros y descubrir bandas nuevas. Estos, la verdad, no me aportaron absolutamente nada en su repertorio de seis temas. ¿El grupo favorito de Lars Ulrich? Ahora entendemos muchas cosas.

Después llegaron Ghost, cuya parafernalia supera con creces a lo musical. Caretas e historias varias con una música que cuenta con una gran carga de pregrabado que espanta. No ya los coros, si no casi todo lo demás. Lo grabado está bien cuando forma parte del show, no cuando es el show. Dos teclistas que daban las palmas mientras sus instrumentos sonaban solos. No voy a hablar de los coros, son algo que ya aceptamos, pero, de verdad, no se sabe dónde empieza el directo y donde termina lo disparado. No soporto shows de grupos que cuando terminan no sabes si estaban tocando o no. Si encima son de ritmo bailón apaga y vámonos. Era la segunda vez que los veía y fue peor que la anterior. Una pantomima que poco tiene que ver con el metal. Estoy seguro de que salen mañana de gira con otro nombre y sin las caretas y no meten ni 30 en cualquier garito de la ciudad. Nunca más.

Y por fin Metallica, la razón del esfuerzo, de las 12 horas de carretera entre ida y vuelta, los peajes y demás historias. Quinta vez y primera ocasión en la que me decepcionan. Las cuatro anteriores fueron brutales, esta no.


Con veinte minutos de retraso suena “The Ecstasy of Gold”. Se apaga la luz y arrancan las pantallas que cubrían todo el fondo del escenario y los laterales. Cinco enormes paneles flanqueados por la M del logo actual a la izquierda y la A a nuestra derecha. La gente nerviosa y saltan con “Hardwired” sonando a culo total. Horror de sonido en los primeros minutos que antes de que termine el tema se subsana. “Disposable Herores”, tema que no habían tocado hasta ahora en esta gira es la segunda. “Ride The Lightning” de seguido. Esto promete. Viva la old stuff. 

El esfuerzo inicial pasa factura y notamos fatiga en el grupo. Meten “The God that Failed”, reposadita. No es un tema habitual en vivo. Lo celebro. Suena bien. Siguen de descanso, baladita al canto con Hetfiel tirando de acústica. El hinchazón de la picadura en su ojo izquierdo era de escándalo. “Here Comes Revenge” nos sacó de la siesta. Vale que vengan presentando “Hardwired... to Self-Destruct” y que tengan que tocar temas del disco, por mí lo pueden tocar entero, pero coño, mejor tocaban las buenas y no las más flojas. En la gira del año pasado el repertorio fue mejor, sonando “Now That We’re Dead”, “Halo on Fire” o “Atlas, Rise!” ausentes esta vez. Sí sonó “Moth Into Flame”, que vino acompañada de un fuego que nos rodeó y se agradeció, pues la noche fue gélida. Fue la primera de las canciones con llamaradas de una noche en la que no faltó pirotecnia abundante.


“Sad but True” tras la cabalgada para tomar aire. Las pantallas se van y aquello que no arranca. Tocan el tema sin imágenes, con lo cual los que están lejos se quedan casi sin show alguno. Recuperan las dos de la derecha para la siguiente “Welcome Home (Sanitarium)” y uno de los momentos de la noche. Hammet y Trujillo se quedan solos como hicieran en el tour anterior para brindar tributo a los portugueses Censurados y ganarse aún más a un público que perdona todo y que tampoco exige demasiado. Detrás otra sorpresa: “Frantic”. “St. Anger” presente y yo que lo disfruto. La primera vez que la escuchaba en directo que yo recuerde. Las pantallas habían vuelto a la vida. 

Do Restelo se convierte en un campo de batalla. La verdad que en el tema luces no tienen rival. Una maravilla. Suena “One”, obviamente y detrás el peor “Master of Puppets” que yo recuerde. Un desastre. Ya había habido algunas “gambas” antes, pero en “Master” fueron demasiado exageradas. Casi imperdonables. “For Whom the Bell Tolls” tampoco anduvo muy allá. Y ojo, seguían tirando de clásicos y ya no es que Hammet pasara de hacer los solos originales y joder las canciones, si no que Ulrich la liaba también. “Creeping Death” más de lo mismo e incluso algo en “Seek & Destroy”. Iban cuesta abajo. Nunca había visto nada igual. 

Se van y regresan pronto para el bis. Nada de hacerse rogar una hora. Sorpresón: “Lords of Summer”. Tema para los muy frikis que salió como single digital en 2014 y que encuentras en la edición especial de “Hardwired ...” . Vista la reacción de la parroquia, pocos la conocían. Aquello se acababa. Un “Nothing Else Matters” fantástico y emotivo y la peor versión del “Enter Sandman” que yo recuerde para acabar entre fuegos artificiales con un Lars Ulrich justificando a sus detractores. A saber qué cojones estaba tocando. Difícil defenderle a partir de ahora.

Madre del amor hermoso qué desastre ... 


¿Mereció la pena? Quiero pensar que sí. ¿Repetiría? Ahora mismo no. Desde luego no en ese lugar. Lisboa es maravillosa pero Do Restelo es espantoso. Muy lejos de lo esperado. Incluso con una entrada de veinte euros habría sido caro. 

Set-list:
Intro: The Ecstasy of Gold (Ennio Morricone)
Hardwired
Disposable Heroes
Ride the Lightning
The God that Failed
The Unforgiven
Here Comes Revenge
Moth Into Flame
Sad but True
Welcome Home (Sanitarium)
Hammet & Trujillo show
Frantic
One
Master of Puppets
For Whom the Bell Tolls
Creeping Death
Seek & Destroy
Bis:
Lords of Summer
Nothing Else Matters
Enter Sandman

© Diario de un Metalhead 2019.