lunes, 29 de abril de 2019

LAST UNION: Twelve (2018, ROAR Records) Italia/Alemania/USA


Por Larry Runner.

Dicen que les llevó dos años y medio sacar adelante este proyecto y probablemente no nos mientan. Se nota mucho trabajo detrás de este “Twelve” en el que encontramos nombres auténticamente ilustres.

El dúo italiano Elisa Scarpeccio / Cristiano Tiberi son los padres de esta obra para la que se han rodeado de los mejores posibles para darle vida y relumbrón a unos temas trabajados hasta la extenuación donde observamos que hasta el más último detalle está trabajado al milímetro. Desde el riff más duro, a la pegada a la caja suena bien en este disco auténticamente cristalino.

Las canciones se mueven entre un aire de dureza y comercialidad, un sonido que muchos persiguen sin lograr y que a veces se puede llegar a convertir en vulgar por ser la copia de la copia de la copia y llegar a aburrir a las piedras, cosa que no sucede aquí.


Y es que el disco cuenta con unos aires de comercialidad realmente brutales, los que se suele gastar siempre ROAR Records, así que normal que estén en un sello así. En contra de lo que pudiera suceder el álbum no suena blandengue, al menos no siempre. Y es que a la batería encontramos a Uli Kusch. El ex-Helloween y ex-Masterplan si iba a estar presente no era para ser sustituido por un maquinillo. Así que todo suena real, como hace falta, y la verdad que es una maravilla. A su lado en la sección rítmica, dándole el punto de dureza necesario está Mike Lepond de Symphony X. Este hombre se apunta a un bombardeo, pero es que aquí le dejan lucirse en más de una ocasión y junto al alemán lo bordan.


Luego Cristiano Tiberi se luce a la guitarra, jugando con los sonidos, cambiando incluso de guitarra dentro de la canción para darle diferentes puntos a un disco totalmente del futuro, con temazos donde la electrónica tiene su presencia sin hacerse dueña, llevan do al disco a veces por una onda In Flames bastante pronunciada y que queda disimulada por las voces.

En el capítulo de las voces hay dos muy diferentes y dependiendo de quién entre en juego todo cambia. Elisa le da a todo unos aires de comercialidad exagerados. En realidad es una cantante de pop en una banda de metal. Empieza a ser habitual este tipo de movidas. Vocalistas femeninas con voz de princesa, con unos aires que poco tienen que ver con el Metal. Le dan a los grupos un aire de comercialidad exagerada, les rebajan la dureza y la esencia del Metal de verdad se pierde hasta el punto de que no son pocos los que dan la espalda a este tipo de bandas por tener un aire que de no ser a veces por los solo bien podría estar cerca del pop más rancio. Evidentemente con las guitarras y el aporreo de Kusch no llega a pasar del todo, pero cuando entra el piano y la cosa baja de revoluciones es puro pop. Canciones como “Hardest Way” son el mejor ejemplo.


Pero por otra parte aparece la colaboración de James Labrie, hasta en cuatro cortes, y ahí amigo, se acabó la tontería. Una pena que no lo cantara todo él. El grupo crece con la voz del Dream Theater hasta el infinito. Todo cambia, todo se endurece y se acabó la tontería y el caramelismo. Esto sí es metal cantado como tal. Si luego Cristiano le mete un solo de los suyos, la puta perfección. 

Axel Mackenrott de Masterplan colabora en el tema “Taken”, uno de los cantados por Labrie, aunque aquí a dúo con Elisa. Genial.

En definitiva un buen disco a ratos, con otros demasiado pop por la vocalista como para que un servidor pueda llegar a hacerse fan suyo. Jens Brogren lo ha producido, no podía sonar mal. Pero le falta caña en ocho de los temas. Demasiado.

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