domingo, 9 de abril de 2017

Road Report: BLAZE OUT.


Firma invitada: Víctor Vázquez.

Es viernes al mediodía. Fifa de las narices. No me lo puedo creer, otro maldito gol de rebote. Vibra el móvil, Gerard Rigau me está llamando. Apago la Xbox One y respondo la llamada; total, para seguir perdiendo… A ver qué tripa se le ha roto a Geri.

Hablamos durante 5 minutos y le cuelgo con un: “Déjame que lo mire y te confirmo en un rato”. Tenía que pensar en lo que me acababa de proponer y ver si podía llevarlo a cabo. No era cualquier cosa, el esfuerzo era importante, pero podría ser divertido.

“Tío, tenemos un problema: el viernes tocamos en Ciudad Real, el sábado en Vigo y el domingo tenemos bolo en Barcelona con Tankard”.

Con las ganas que tengo de salir de gira y al final me va a tocar hacer de runner. "Mira, como Larry" pensé medio en broma.

-“Geri, no podíais haber elegido ciudades con más kilómetros entre medio, ¿no?”

-“Ya, tío, somos lo peor (esto me lo he inventado yo para dar un toque de dramatismo), pero las fechas salieron así. ¿Te animas? Nos harías un favor enorme”.

-“Ok. Contad conmigo, me apunto. Pero pongo 3 normas inquebrantables: prohibido orinar dentro o desde la furgoneta, prohibido fumar dentro de la furgoneta y si hay que hacer el amor dentro de la furgoneta, sólo puede ser entre nosotros cinco.”

-“¡Trato hecho!"

Sin comerlo ni beberlo me habían hecho el lío para acompañar a Blaze Out en la mini gira que los llevó a visitar Ciudad Real, Vigo y Barcelona este fin de semana pasado. 

Más de 2.600 km o, lo que es lo mismo, más de 30 horas dentro de una furgoneta en apenas tres días.
Llegó el viernes por la mañana. Monté en la furgoneta que compré para las giras de Döria y me dispuse a recoger a Gerard, David, Carles y Sergi para empezar la aventura. El destino quería tocar un poco las narices antes de que pudiésemos empezar: un clavo en la rueda delantera derecha nos hizo perder casi 2 horas en el taller.


Ya con las prisas encima (¿qué gira que se precie no va con algo de retraso?) emprendimos la marcha hacia Ciudad Real. La Sala Nana nos esperaba.

Ocho horas dan para mucho, así que con la música a buen volumen fueron pasando los kilómetros mientras compartíamos anécdotas, explicábamos planes de futuro o nos hacíamos la pelota mutuamente.

Llegamos con relativa puntualidad. Blaze Out actuaba en solitario y por primera vez en Ciudad Real; las expectativas no eran muy optimistas, pero pronto empezamos a darnos cuenta de que la noche sería mucho mejor de lo esperado. 

Fueron desgranando uno a uno los temas del setlist, el más largo del fin de semana, combinando canciones de su nuevo "Backlash" con algunos de los temas más conocidos de su primer disco "Headshot". "Age of the Waste", "Bustin' out", "Blind Snakes"...  Iban sonando uno tras otro. 

La gente que se acercó a la Sala Nana en esa noche fría y lluviosa para descubrir el talento en directo de estos chicos, se iba calentando progresivamente conforme avanzaba la actuación. El punto álgido fue el conocido medley de Maiden y Metallica que tan bien funciona en sus actuaciones. 

La sala, pequeña, pero muy acogedora, y el trato excelente que su gente nos brindó, hicieron de la primera escala de la mini-gira toda una grata experiencia.

Una vez acabado el concierto tocaba recoger, cargar e ir hacia el hotel a descansar. Pero como bien os he dicho, el excelente trato de su gente no había finalizado.


Fernando, un tipo con el que a primera vista te lo pensarías dos veces antes de discutir con él, resultó ser un gran cocinillas, amable y atento, que  tuvo el detallazo de compartir con nosotros un exquisito pisto manchego con un cuscús casero riquísimo.

Sonó el despertador. 7:30 de la mañana. Maldita la hora en la que me comprometí a esto; empezaba a tener claro lo poco que iba a dormir durante todo el fin de semana. 

Llamo a la puerta de Carles y David. Ya están despiertos, esperando por los hermanos Rigau, que se estaban duchando. Salen a las 8:30. "Pa' matarlos". 

Emprendemos camino hacia la Sala Masterclub de Vigo; ocho horas de volante por delante. 

Volvíamos a ir a contrarreloj, así que no podíamos distraernos mucho. Por el camino repasamos qué tal fue la noche anterior mientras Geri comía con ansia el pisto manchego que sobró. Según su teoría le iba bien para la garganta. Así que, dispuestos a sacrificarnos por él, dejamos que se lo comiese todo -tenía por delante una tarea muy exigente-.

Llegamos a Vigo. Centro de la ciudad. ¡Menuda odisea para maniobrar con una furgoneta tan grande! Después de aparcar sobre la acera en un callejón nos pusimos a buscar dónde estaba exactamente la Sala Masterclub. Tras unas cuantas indicaciones de algunos transeúntes encontramos la sala y una vez dentro nos sorprendió gratamente. El trato, una vez más, exquisito por parte de todo el mundo.

Llegados a este punto, por mucho que me apeteciese disfrutar de ese concierto, Blaze Out actuaban junto a Agónica y Hour-Glass, mis deberes como runner me obligaron a retirarme a descansar ya que, una vez terminado el bolo, la idea era salir directamente hacia Barcelona. De lo contrario, sería imposible llegar a tiempo para el concierto con Tankard en la Sala Razzmatazz 2 del día siguiente.

Tuve la suerte de que los chicos de Agónica tuvieran el enorme detallazo (¡muchas gracias chicos!) de prestarme las llaves su local/casa para que pudiese dormir unas horas antes de la paliza que nos esperaba el domingo. No hubiera sido posible sin la ayuda de Manu, que ejerció de excelente anfitrión y se encargó de acompañarme a todas partes para que no me faltase de nada, incluso a riesgo aún de perderse parte del concierto. ¡Qué gente más extraordinaria!


Llegué al local, cené sushi de pollo (sí, de pollo. Me hizo tanta gracia verlo en la tienda que no me pude resistir) y me puse a dormir mientras veía los últimos minutos del Barcelona - Celta de Vigo.
02:00h de la madrugada. Maldito despertador... Ni putas ganas de moverme del sitio, pero tenía que recogerlos. Me viene a buscar Manu -qué pasada de tío, en serio- y vamos hacia la sala. Todo ha ido genial, me explican. Fue mucha gente a verlos a pesar de la lluvia, el frío, las alternativas de ocio en la zona y el Barcelona - Celta de Vigo. Yo tenía claro que el sonido había sido genial porque las pruebas de éste habían dado fe de ello. Así que cargamos, nos despedimos de todo el mundo y continuamos el viaje.

"Ya les preguntare más detalles cuando se despierten", pensé.

Enfilamos camino hacia Barcelona. Todos dormían. Mi compañía: una lata de bebida energética y la música a muy poco volumen.

Durante el trayecto iba pensando que la lástima de que haya tanta distancia entre ciudades es que la hoja de ruta de la gira no te permite disfrutar un poco de los lugares del recorrido. Como mucho unos minutos en las áreas de servicio o, si tienes un poco de suerte, como en nuestro caso, de los preciosos y nevados paisajes de las montañas gallegas.

Iban pasando las horas y, poco a poco, los chicos iban despertando. Los dos conciertos seguidos y las pocas horas de descanso habían pasado factura físicamente pero, psicológicamente, yo los veía a tope.

- ¡Nenes, que esta noche tocáis en Razz 2! ¡Qué envidia, hijos de puta!

Por si faltaba algo de motivación, esa era mi manera de recordarles que hoy era un gran día; abrir para Tankard en Razzmatazz 2 no es algo que se haga todos los días.

Un poco asustados porque a la furgoneta le costaba mantener el ritmo en la zona montañosa, veíamos que, para continuar con la tónica general del viaje, volvíamos a llegar algo tarde.

Después de unas cuantas paradas para repostar, vaciar vejigas y cazar Pokémon, llegamos a la Sala Razzmatazz 2 para las pruebas de sonido. Todo sobre ruedas. Estos chicos siguen a tope a pesar de la paliza que llevamos encima, pero yo no. Los dejo en la sala haciendo las pruebas y me marcho a casa para una bien merecida ducha.

A la vuelta me reúno con Víctor Català, ex-guitarrista de la banda, que venía a grabar en vídeo partes de la actuación -no sé muy bien para qué; me imagino que ellos os lo contarán más adelante, jejeje-.
Empezaron su actuación como un torbellino, sabiendo de la importancia de este concierto y todo salió como durante los dos días anteriores.

La voz de Gerard impecable durante todo el fin de semana, la guitarra de David afilada como un hacha, el bajo de Carles atronador y Sergi cada vez más cómodo a la batería, demostraron a todos los que allí estábamos que estos cuatro cabrones tienen un brillante futuro por delante.

 Solamente tienen que seguir por este camino.



© Diario de un Metalhead 2017.

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