jueves, 9 de febrero de 2017

DEJADEATH: Satan is losing momentum (2016 - Autoeditado)


Por Simón García López.
Como os lo explicaría yo para que se me entienda. La primera vez que escuché DEJADEATH se me cayeron los huevos al suelo. 

La canción era “Conservative violence” de un disco que acababa de salir o aún no había salido, no recuerdo, que se llamaba “¡¡¡Viva Dios!!!” Era una mezcla entre Katatonia, Bloodbath y Entombed con un punto más tenebroso e intenso en las melodías tanto musicales como vocales y con una contundencia sónica extrema. Me impresionó tanto que lo primero que hice fue meterme a buscar información. El grupo se había formado en 2007 y tenían un disco de 2011 que se llamaba “The ageless pantomine” que era más crudo, más primitivo dentro del Death, un buen disco pero que poco tenía que ver con lo que acababa de escuchar y que era simplemente sublime. Después de escuchar todo lo que tenían hasta ese momento, lo presenté a mis amigos, como el que presenta a una novia y al poco encargué el disco al propio grupo, que era quien gestionaba todo aquello y que encima destinaban una parte del beneficio a los comedores sociales de su ciudad, Barcelona.

Cuando me llegó no ocultaré que estaba emocionado. Lo puse y aquello, el conjunto era grandioso. No era solo una canción grandiosa. Era todo grandioso. Para mí, en aquel 2013 fue el disco del año nacional sin duda. Una locura de una calidad desbordante imposible de no reconocer. Absolutamente emocionante. De verdad, si no los conocéis, no es que os lo recomiende. Si a estas alturas aún no lo habéis escuchado os obligo a que lo hagáis. 


Han pasado algo más de 3 años desde “¡¡¡Viva Dios!!!”, pero cuando vi hace casi dos meses que volvían a la carga, pegué un brinco y sentí aquella misma emoción del día que su anterior disco llegó a mis manos. “Ahí vienen de nuevo”, me dije, pero en ese mismo instante me entró un poco el canguelo de la experiencia. Esa que te dice que después de un gran disco a veces llega uno que defrauda las expectativas. “Prudencia, a ver qué te encuentras.” 

Y lo que te encuentras de primeras es una experiencia muy diferente. Un disco muy ecléctico donde cada canción es diferente a la anterior. Diferentes conceptos musicales dentro de un disco que sí respeta en gran medida el sonido y estética de su antecesor. Es en general menos directo y crudo, más atmosférico, industrial incluso, más complejo en todos los sentidos. No es continuación sino evolución y experimentación. Te encuentras partes death, doom, góticas incluso, industriales, riffs con cierto toque groove, (qué cojones, metal y punto) todo ello aderezado con una cargada atmósfera de samplers, guitarras y voces. En la primera escucha ésta es la conclusión general, pero hay tanto que uno necesita detener el mundo y detenerse para observar qué hay dentro. 

“Satan is losing momentum”, de cerca de una hora de duración, está estructurado de manera muy inteligente. Está compuesto de once canciones donde los temas más lentos, pesados y de mayor duración están justo al principio, en el medio y al final. El tema lento intermedio divide en dos el disco y en cada parte, entre medias de los lentos, cuatro canciones directas donde la segunda es rápida para romper con la atmósfera y la penúltima también lo es antes de dar paso al final. Todo absolutamente meditado. 

En el disco destacan varios apartados: en primer lugar el trabajo de programación de las bases que enriquece la música y abre el universo de cada canción hacia límites inimaginables; en segundo lugar todo el trabajo de arreglos y efectos en las voces y guitarras, aún más cuidado, eso sí, menos siniestro que en “¡¡¡Viva Dios!!!”, pero igual de efectivo; en tercer lugar el sonido, que es nuevamente impecable y destaco especialmente el sonido del bajo, cosa que se suele olvidar en muchas mezclas; y en cuarto y último lugar, la calidad compositiva. No se han estancado, han buscado adentrarse en terrenos desconocidos, han evolucionado a partir de un estilo tan poco dado a evoluciones como el Death de manera arriesgada y valiente, y sin duda les ha salido bien. Esto lo que descubres con varias escuchas. 

Los dos primeros temas son marca de la casa, trabajando con la brutalidad y atmósfera a la que nos tenían acostumbrados, pero a partir del tercero uno se da cuenta de la apertura hacia nuevos campos, sobre todo en canciones como “Barcelona” totalmente industriales, coqueteando con lo gótico, “Love Love Love” (uno de mis preferidos), intensa y potente al igual que “You might as well die”, todas ellas con un claro toque industrial y unos estribillos muy trabajados y de gusto, gracias a la enorme versatilidad vocal de Christopher Baque-Wildman. Incluso el tema final “Satan is losing momentum”, puede recordar a los cierres industriales en discos como el “Astro Creep 2000” de White zombie, el “City” de Strapping young lad o el “Demanufacture” de Fear Factory. Es de ese estilo.  

También nos encontramos con canciones ciertamente originales para ellos como “All things human” pensada sin duda para ser Black metal macarra cercano a lo que hacen para que os hagáis una idea Impaled Nazarene, pero con el sello Dejadeath. Y es que este disco es una caja de sorpresas. Canciones como la inicial “Counterlife” o la intermedia “Doomsday diagnosis” profundizan el campo de la atmósfera más oscura basada en los ritmos lentos y las melodías melancólicas cercanas al doom, mientras que otras canciones como “Let fire burn us” son el contrapunto veloz y directo a estas.

Un trabajo inteligente, de gran calidad y completísimo a pesar de su heterogeneidad. Y es que no sólo se debe de ser prudente a la hora de escuchar un disco. Deberíamos además de quitarnos los prejuicios y todas las ideas preconcebidas de antemano respecto a lo que vamos a escuchar.

Dejadeath lo han vuelto a hacer. Han buscado y encontrado otro camino diferente que les llevase al mismo objetivo. Hacer un gran disco. Y lo han conseguido.







© Diario de un Metalhead 2017.

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