Por Jorge López Novales.
Hacía unos años que no pisaba la Lata de Zinc. Poco antes del Apocalipsis había visto aquí a los italianos Nanowar. La cita de este viernes era con Balmog y Totengott con dos propuestas diferentes: un black/death metal y otra doom. Aparentemente un tanto dispares, pero que casan bastante bien. Tienen en común su enorme poder evocador, traen consigo la oscuridad.
Venía con el lote completo a la sala. Llevaba conmigo objetivo luminoso, el flash… para enfrentarme a la omnipresente luz roja. Para mi sorpresa la película había cambiado bastante. La Lata de Zinc podía ofrecer toda la luz necesaria. En este caso, era obvia la ausencia de “luminosidad” en el escenario y el humo estuvo muy presente. Ni más ni menos, el ambiente necesario para las dos bandas en el planteamiento de sus temas.
Mas tarde me enteraría que se ha mejorado la Lata de Zinc en cuanto PA, monitor, mesa, insonorizado… y la ya nombrada luz.
Hubo muy buen sonido. Se encargó de ello Sergio Saavedra. Pronto olvidé la sensación de claustrofobia que me da cuando bajo las escaleras de la Lata de Zinc.
Vamos por partes.
Cuando llegué casi a las 9 de la noche. Me encontré bastante gente delante de la Lata. Había público que iba a ir al concierto de Porco Bravo y Crudo de la Sala Gong que está escasos metros y al concierto de Balmog y Totengott. Era una noche para elegir, a pesar de que la oferta estaba diversificada. Aunque no lo creáis hay gente que no le hace ascos a nada y que puedes ver en conciertos de distintos estilos.
El concierto iba a arrastrar cierto retraso dado que Balmog tuvo un “problemilla” con su transporte. El concierto tenía que acabar si o sí a las 11 y media de la noche. Una eventualidad que tendría que ser solventada, dejando sólo una hora a Totengott para tocar. Un problemón muy gordo para una banda que tiene temas tan largos. En un momento ajustaron su setlist a las necesidades de la sala. Y lo solucionaron metiendo un tema “corto, una versión de Celtic Frost, “Visions of Mortality”.
¿Hubo público esta noche? Asistencia mediana y estaban los habituales que te puedes encontrar en un concierto de metal extremo.
Llegó el momento de Balmog. Balmog es una banda que se prodiga bastante por el norte. Mi última vez ya se remontaba al día que fueron a Sir Lauren´s (2016). Hoy traían bajo el brazo su disco “Eve” (el cual reseñamos aquí y me dejó con ganas de arrasar su bandcamp).
Tras la intro arranca “Birth of feral”. Vino el infierno que trae consigo el arrollador cuarteto. El humo nos envuelve a todos. Tienen una buena puesta en escena que transmite. Al igual que Totengott usan alguna orquestación. Un trago de cerveza y volvían a arremeter una y otra vez. Fueron sin contemplaciones a por los temas restantes. Se notan las tablas en el escenario. Agradecieron nuestra presencia.
Acabaron con “Desacougo”.
La fuerza de Totengott sólo se puede apreciar en una oscura sala. La luz del día los mata. Esa fue la última vez que lo vi, en el Kuivi Pop Up en Oviedo. A pesar de ponernos la piel de gallina y hacer creer a la gente que vive en Otero que se estaba acabando el mundo.
En esta ocasión me gustaron mucho más. A pesar de que su concierto se convirtió en una contrarreloj de cuatro temas. Pin dijo que pasaban de orquestaciones para comenzar.
Considero a José Mora unos de los mejores baterías de Asturias. Lo digo sin exagerar. Ya sea en su vertiente más “convencional” de Mad Rovers (que poco tienen de convencionales en su propuesta, la verdad) o dando unos golpes terribles a su batería con Totengott.
Chou se convierte en un heraldo de la destrucción. No se mueve mucho con su guitarra, al micro proclama su oscuro mensaje. Ese peso de frontman, de llevar al público a su terreno, lo lleva Nacho con su bajo.
El doom de Totengott puede echar atrás a los amigos de lo inmediato. Las partes rápidas se hacen esperar y te sumerges en ellas sin que te des cuenta. Vuelven a recrearse en el espacio entre las notas. De repente el mundo vuelve a girar. Acabó una noche redonda.
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