domingo, 19 de noviembre de 2017

LEPROUS: Malina (2017, InsideOut Music) Noruega.


Por Diego Rodríguez Liébanas.

Han pasado varios años desde que el nombre de Leprous comenzara a sonar con fuerza en el panorama del Metal Progresivo como una de las promesas más firmes de un estilo que necesitaba como agua de mayo una revitalización a todo nivel. A lo largo de todo este tiempo les he seguido, aunque de refilón. En un principio, lo que me llamaba la atención de ellos era sobre todo la aureola de estar integrada por músicos que acompañan a Ihsan de Emperor en su particular proyecto en solitario. Qué le voy a hacer si todo lo que está relacionado con aquellos pioneros del Black Metal consigue atraparme en sus redes. Pero mi primer contacto en directo con los noruegos fue hace unos meses cuando telonearon a Devin Townsend y tengo que decir que me llamó muchísimo la atención todo el entramado musical de la banda. 

Como de casi nada, no soy un entendido del Metal o el Rock Progresivo, pero sí he escuchado y disfrutado mucho con Dream Theater, Symphony X, Vanden Plas, Ayreon, Kamelot, Anathema, etc. y también con los papás King Crimson, Soft Machine, Génesis, Yes... Bien, pues Leprous no se parece a ninguno de ellos. Por supuesto que su música no sale de la nada y seguro que hay eslabones musicales que no domino lo suficiente pero que una banda progresiva se aleje tanto del influjo de los grandes nombres del estilo y suenen tan modernos, tan frescos y tan diferentes incluso a Opeth o Pain Of salvation, influencias más palpables junto al genio Townsend, tiene un mérito innegable. ¿Eterna promesa? Nada de eso. Realidad cantante y sonante. Ya son varios discos consecutivos como “Bilateral”, “Coal” o “The Congregation” con los que la banda ha demostrado un nivel altísimo pero es “Malina” el que está suponiendo un antes y un después introduciéndoles en ese selecto y deseado conjunto de bandas que se sitúan alto en los grandes festivales y logran encabezar sus propias giras tanto en Europa como en otros continentes. 


¿A qué se refiere la palabra “Malina”? Para la religión de los inuits, pueblo esquimal nativo de Groenlandia, norte de Canadá y Alaska, Malina es la representación del Sol mientras que Anningan lo es de la Luna. Según el mito, ambos vivían juntos desde niños pero una vez adultos Anningan violó a Malina. En el forcejeo una lámpara se cayó llenándose las manos de Malina de grasa por lo que al intentar sin fortuna apartarlo ennegreció la cara de Anningan. Malina huyó hacia el cielo lo más lejos que pudo y Anningan la persiguió. Esa persecución eterna explica que el Sol y la Luna se sustituyan continuamente en el cielo pero de vez en cuando el dios de la Luna alcanza a la diosa del Sol en los eclipses y la viola de nuevo. No me voy a seguir extendiendo pero es muy interesante descubrir a fondo este mito y sus implicaciones en la cultura inuit. Lo que está claro es que no es una temática elegida al azar y tengo que decir que casa muy bien con las sensaciones intensas y generalmente oscuras que te provoca las canciones en muchas ocasiones: desasosiego, intranquilidad, introspección, aislamiento, agresividad, reflexión, violencia, tristeza…, momentos que te pueden abrumar o como mínimo poner la sensibilidad a flor de piel como si fuera la banda sonora de una película de Haneke, Von Trier, Herzog o Bergman, en las que, cual masoquista, disfrutas dándote un paseo por todo lo malo que hay en tí. 

Quizá no llegue a tal punto y seguro que estoy exagerando ya que, además, el disco deja mucho hueco para la melodía y para sensaciones más livianas pero está claro que escucharlo es toda una experiencia y mientras suena su música es fácil llenar de imágenes tu mente. Uno de los puntos cardinales de esta obra, el Norte de la brújula para ser exactos, es Einar Solberg ya que realiza un trabajo mayúsculo en la interpretación vocal, lleno de pasión, dramatismo y sensibilidad logrando ser el epicentro de la obra. Por mucho que los demás elementos instrumentales no paren de deleitarnos con detalles, pinceladas y variaciones el aspecto cohesionador del álbum es la voz de Einar y esto para mí supone una novedad tremenda ya que por mucho que las grandes bandas mencionadas anteriormente hayan tenido cantantes de un talento y personalidad fuera de toda duda no me había encontrado aún a una banda progresiva cuyo cantante consiga ser el protagonista numero uno de la obra impregnando cada hueco con su presencia. Imposible hablar de la interpretación vocal sin hacerlo del violoncello de Raphael Weinroth-Browne, otro de los grandes aspectos a destacar ya que no sólo se cohesiona perfectamente con el resto de instrumentos cuando es protagonista sino que contribuye de forma esencial a darle alma y sustento a las canciones creando unas atmósferas sutiles pero muy disfrutables y esenciales a mi modo de ver para que la obra goce, como así lo hace, de un halo de unidad sin ser un disco temático ni mucho menos.


Hemos mencionado la voz de Mr. Solberg y de la importancia del violoncello pero no podemos olvidarnos de hacer referencia a que en ningún momento tienes la sensación, como sí se produce cuando escuchas otras agrupaciones del estilo, de que estás asistiendo a una exhibición instrumental en la que todo tiene que ver más con la vanidad de los artistas que con otra cosa. Sean canciones más ágiles con teclados pegadizos con claras referencias a la música electrónica o temas más ásperos, desnudos o enrevesados, cada nota está tocada en función del todo y no al contrario por lo que las canciones no se ven mancilladas con insustanciales ejercicios de progresiones alocadas al tuntún. A mi modo de ver, la cuarta pata del banco es el sonido del disco. Moderno, limpio, generalmente poco saturado excepto en los riffs más ampulosos y agresivos, nada exagerado… Pero fijaros cuál es el nivel de esta banda cuando el sonido es algo a destacar del plástico pero en directo son capaces de sonar aún mejor. Impresionante.

En definitiva, casi una hora de duración dividida en once temas que no se hacen densos pero a los que tampoco les pillas completamente el rollo a la primera. Aunque lo he escuchado más de veinte veces todavía sigo descubriendo detalles y matices cada vez que lo pongo y esa es una de las características más destacables del disco. Lógicamente, hace un par de semanas no me perdí la oportunidad de verles encabezando su propio show y qué decir… Todavía mejor que la anterior ya que las canciones de Malina, del que tocaron nada menos que siete, le dan un empaque, una variedad y una consistencia al show que antes no tenía. Nada va a volver a ser igual tras Malina.







© Diario de un Metalhead 2017.

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