By Simón García López
OBSCURA regresan con un nuevo trabajo 5
años después de su aclamado y particularmente adorado Omnivium. Y es que he de reconocer que si bien Cosmogenesis ya los puso definitivamente en el mapa de la música
extrema con su particular y “novedosa” visión del Death técnico, a mí
personalmente no me terminó de convencer a pesar de la indiscutible calidad del
disco porque la falta de potencia en las guitarras siempre me pareció un punto
en contra.
Esa característica de Cosmogenesis
se subsanó en Omnivium. Se le aplicó
a las guitarras la potencia que necesitaban, y dos años después de progresión y
maduración compositiva, consiguieron un disco absolutamente majestuoso a la
altura del histórico Epitaph de
Necrophagist de 2004, disco que supuso un antes y después en el concepto de
Death técnico y que marcó e influyó el camino a toda una generación de bandas
en sonido y composición, de las que Obscura siempre han sido referente y
abanderados. Y no es casualidad que esto haya sido así. Tanto Christian Münzner
a la guitarra como Hannes Grossmann a la batería formaban parte de aquellos
Necrophagist liderados indiscutiblemente por Muhammed Suiçmez, cantante,
guitarrista y fundador de la banda. Una especie de Chuck Schuldiner alemán que
siempre fue a lo suyo, pero con las cosas muy claras. Lo demostró cuando en
1999 editó su primer disco, Onset of
putrefaction, un disco totalmente compuesto y grabado por él mismo. No sé
si porque fue incapaz de encontrar a alguien que pudiese alcanzar en aquella
época el nivel técnico para poder grabar y tocar las baterías de ese disco,
aquellas fueron programadas. Pero un buen día, en 2003, en su vida se cruzó un
joven de poco más de 20 años llamado Hannes Grossman tocado por los dioses que
le permitió llevar sus temas a directo y grabar su nuevo disco en estudio. Epitaph salió en 2004 y supuso un
impacto en la escena extrema como pocos discos causaron. Necrophagist se
convirtieron en los nuevos dioses del metal extremo mundial. En el currículum
de cualquiera haber tocado o pasado por el grupo suponía poseer un nivel de
excelencia indudable.
Steffen Kummerer veía todo esto desde
la distancia. Había formado Obscura en 2002 y en 2005 con tan solo 20 años
publicó Retribution, un buen disco de
Death que me recuerda sobre todo al Atlantis
de Atrocity editado un año antes pero sin esas cosas raras comerciales de los
eclécticos alemanes. Si mi sexto sentido no me falla me atrevo a decir, ya que
siempre he tenido esa sensación, que en Retribution
las baterías fueron programadas como en aquel Onset of putrefaction. Pero un buen día, en 2007, en la vida de
Kummerer se cruzó un joven de poco más de 24 años llamado Hannes Grossman
tocado por los dioses y recocido ya a nivel mundial que inmediatamente pasó a
formar parte de Obscura. Con él entró Jeroen Paul Thesseling al bajo, otro masterclass y un año más tarde Christian
Münzner, el otro ex Necrophagist que terminó de formar la que sin duda ha sido
la mejor formación de OBSCURA hasta la fecha, que varió radicalmente el
concepto musical del grupo y que
les permitió hacerse mundialmente conocidos con la publicación como ya hemos
visto de Cosmogenesis y Omnivium.
OBSCURA llegan a este 2016 con una
formación totalmente renovada, comandada como no podía ser de otra manera por
Kummerer y con el apoyo
incalculable de Linus Klausenitzer al bajo, que entró en el grupo al poco de
editarse Omnivium e hizo la gira
completa con aquel disco adaptándose perfectamente. Entre los dos componen la
totalidad de Akroasis, disco que
mantiene la esencia del trabajo anterior en todos los sentidos, estético y
musical, pero dejando un poco de lado las partes rápidas para focalizar el
protagonismo en partes instrumentales donde los punteos cobran especial
importancia. Por ello, el disco es en general más técnico y menos agresivo.
Creo que pretende ser más bello, más progresivo, más emocional.
Es una maravilla.
No se puede describir de otra manera.
Todos los instrumentos siguen teniendo
una presencia enorme y donde más se nota siempre esa característica es en el
sonido del bajo, que mantiene su predominancia, cosa siempre de agradecer, ya
que no sólo acompaña la base rítmica, sino que adopta un papel tan protagonista
como el resto de instrumentos en la mezcla. El trabajo de Klausenitzer es por
ello apreciable y alucinante, lleno de calidad y matices. Y es que los discos
de OBSCURA aceptan muchas escuchas. Puedes escuchar el conjunto; el trabajo individualizado
de cada componente; centrarte en las partes instrumentales únicamente si es lo
que más disfrutas. Tiene tantos matices que cada revisión es un nuevo
descubrimiento. Un trabajo para perderte en su inmensidad.
Mi admiración hacia la gente que hace
este tipo de música es absoluta y he de reconocerlo. Aunar esa calidad técnica,
con un sentido profundo de lo emocional y construir canciones que tengan un
sentido, principio, nudo y desenlace y que no sean una muestra de cualidades o
un conjunto de riffs complejos es desde mi punto de vista el mayor grado de
calidad y consciencia musical que se puede alcanzar. Sólo unos pocos llegan a
ese nivel y OBSCURA están ahí arriba.
Arranca el disco con Sermon of Seven
Suns, OBSCURA puro y duro. Rapidez, técnica y la voz rasgada de Kummerer, pero
el desarrollo de la canción nos muestra en la parte intermedia esa evolución
que comentábamos y que marca el disco en general. Instrumentales complejos,
partes más lentas y mucho punteo. Fractal Dimension o Akróasis representan
el mismo tipo de canción pero la sutileza de esta última es aún mayor.
Alucinante la belleza del conjunto y sobre todo de las partes de blast beat con un potente guitarrazo al
aire mientras por debajo otra guitarra dibuja ritmos y punteos. Una maravilla.
Akroasis tiene también canciones lentas como
aquella Ocean Gateways del Omnivium
(seguro que no es casual el título de la canción). The Monist y Ode to the
Sun demuestran la mala leche del grupo con ritmos oscuros y guitarras potentes
acompañadas de dobles bombos y la voz más gutural de Kummerer que mantiene esos
dos registros, unidos a algunos melódicos y otros más experimentales con
efectos.
Los dos últimos temas son más
experimentales por decirlo de alguna manera tirando de medios tiempos y
evoluciones complejas, profundizando en el nuevo concepto musical del grupo,
donde aparecen incluso teclados, “voces del espacio”, etc. Weltseele por
ejemplo es una canción épica de 15 minutos donde todo lo explicado se pone en
práctica además de introducir partes orquestadas y jugar con diferentes
atmósferas haciendo posible que pasase a formar parte de la banda sonora de
cualquier película del espacio. Una ópera espacial.
Akroasis es un disco para los amantes de lo técnico y progresivo. Creo que abre las puertas además a
todos aquellos progs a los que el término Death les impide acceder a este tipo
de grupos. Me extrañaría por ejemplo que un disco como este no pudiese ser
disfrutado por un amante de Dream Theater, pero no estoy en sus, vuestras
cabezas. Si sois amantes de Dream Theater dadle una oportunidad y si no os
gusta por el principio, podéis empezarlo por el final, pero no lo dejéis pasar.
Es una maravilla. No se puede describir de otra manera.
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